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miércoles, 22 de diciembre de 2021

ALGARROBO DE ARRIBA


 

La noche se ponía el poncho de violeta con perfume a frío. Ciriaco Luna, cabalgaba sosteniendo un trote suave en su lobuno. Detrás, el “Flechita” con la cola entre las patas, seguía a su amigo. Oscurecía y en escampe, sólo se veía el fuego del cigarro que se quemaba entre los labios secos del hombre. Las nubes se habían diluido entre los cardales. Y él, confiado seguía la huella que lo llevaba a su rancho.

No estaba la Carmen, se había ido al pueblo donde vivía su hija, la Teresa. Algarrobo de Arriba era un montón de soledad y silencio. Se oía el ruido del viento y el aullido de algún chacal que merodeaba los potreros. Los perros cimarrones peleaban por alguna osamenta con los de la casa. Frenó el pingo y desandó entre los maizales.

Una ráfaga helada le voló el sombrero y salió disparado hacia el corral de chivos. Se le escapó una maldición. Se arrepintió al instante. No hay que llamar los fantasmas en noche sin luna. Flechita se alarmó; su pelo se había erizado y las orejas en punta le señalaron su enojo. Había algo raro en el aire.

En el algarrobo un cuchillo clavado sostenía un papel con palabras escritas en malos garabatos. Sacó la nota y el cuchillo. Lo limpió en la camisa y abrió la puerta del rancho. Prendió el farol de kerosene que iluminó en naranja la pobreza de las paredes de barro. El perro se echó junto al fogón y allí se quedó dormido. Antes había tomado agua con fervor de animal y ni miró el trozo de pata de vaca que le había puesto Ciriaco en una lata junto al agua. Él, Ciriaco, estaba muy cansado, quería echarse en el catre pero primero con suma dificultad, leyó la nota.

Mañana tendré que ir a la vieja Capilla del Cavadito. Me esperan. Caracho con el difunto. Nadie se imaginaba que estaba malo. Se comió una torta frita, seca y dura que tenía días en la fiambrera, con una tajada gruesa de jamón de chancho. Y se quedó dormido.

Ululaba el viento a la madrugada. Y despertó con la garganta arenada y sedienta. El agua en la palangana estaba helada, rompió con una piedra el hielo y se lavó como pudo. ¡Vamos Flechita, tenemos que ensillar y se nos viene el calor y es lejos! El animal, levantó la cabeza y movió la cola. No quería salir con esa helada.

Esta vez ensilló a “Carasucia”, la yegua y se puso camisa blanca y bombacha negra. Cinturón de función de tristeza y caló sombrero algo nuevo. Poncho blanco hecho por la Carmen al telar ese otoño. Un pañuelo al cuello de color violeta. Salió rumbo a la capilla. No lo acompañaba el perro. ¿Qué te pasa Flechita?

Se fue sin esperarlo, tal vez lo siguiera. Lo alcanzaría en un trecho. Al trotecito variado arrastró su tristeza. ¡No es tiempo para que mi amigo se fuera!

Casi al medio día, se le negó la yegua. Las patas encabritadas sostenían su cuerpo que se apretaba a las crines. ¿Y a vos qué te pasa? Un murmullo de pájaros, jotes dañinos se arremolinaron en la cruz del camino. A lo lejos, se veía la Cruz de la Capilla del Cavadito. Un tañer de campanas, malograron su curiosidad de hombre bueno.

Entonces, entre los yuyales encontró un cadáver. ¡Era el cuerpo de Carmen! Un cuchillo igualito al que encontró en el árbol, tenía su mujer clavado en el pecho.

Se apeó y vio su rostro entumecido y yerto. Carasucia coceaba entre los yuyales y un sonido de triunfo escuchó tras los árboles. La carcajada histérica de la Teresa, apretaba en su mano el cabello canoso de la madre.

¿Teresa qué pasó? Y al darse vuelta ya no estaba la loca. No había nadie

jueves, 9 de abril de 2020

YELINA




            Prisionera de las piedras, de la luna y de las luces del camino; Yelina viaja por la vida con el corazón roto y llena de ira.
            Una muchacha que nació con mala estrella, dicen. Su madre murió en el parto y el padre cayó bajo un rayo que en terrible tormenta derribó su enorme humanidad de campesino terco y fuerte.
            La crió una vecina que la amamantó con el amor de una madraza, ella lo intentó todo. Pero una mala sombra cubría a la niña con fiebres, espasmos y alergias.
            Cuando comenzó a crecer, se iniciaron los “sueños”, pesadillas que obsesionaron sus noches y días. Dejó de hablar. Caminaba sola murmurando con espectros y fantasmas que nadie veía.
            Caminaba en la grava del jardín vestida sólo con un camisón de lanilla rosa. Yelina estaba encerrada en su propia mente enferma. No hubo médico, ni especialista que la pudiera ayudar.
-          Es autista- dijo uno.
-          Tiene demencia o sicosis, o puede ser neurosis congénita…- dijo otro.
-          Nadie puede ayudarla dictaminaron.
Una mañana la encontraron dormida abrazada a un cachorro perdido en el jardín. Abandonado por alguna mano desconocida.
Una legión de palabras comenzaron a precipitarse con la ira contenida, el dolor y el miedo. Toda su vida en un instante se desterró de su garganta quieta.  La pérdida de sus seres queridos, padre y madre, comenzaron por aparecer como heridas hechas con un cuchillo afilado en su corazón y comenzaron las lágrimas a lavar cada una de sus penas contenidas. Entonces la vida fue de otra manera.

lunes, 13 de febrero de 2017

CUENTO PARTE 2

ENCUENTRO EN PARÍS 2

            Volver a la casa de Jean es para mí un delirio. No puedo aceptar regresar a mi juventud. Me odio y odio todo lo que significa verme como soy ahora. Un anciano con principio de Parkinson y la enfermedad maldita… ¡Mi amado bailarín! Supimos tan tarde de lo que se había incrustado en nuestra sangre y nuestras entrañas, nos castigaríamos con frenesí de besos y caricias tan sólo. Y hoy estar así expuesto a la mirada insidiosa de un grupo de inquisidores que si no lo saben lo sospechan.
Me han dicho que Maggy Piergge es una gran poeta y no soporto la poesía. Me han hablado de un tal Raymond Wynter que escribe las mejores críticas en los periódicos de Francia y Europa, y yo ya no necesito críticas y menos de cincos petulantes aprendices de periodistas.
Me esconderé en la fantasía de mi estereotipo. Todos creen que me visto como lo hago por excéntrico y me oculto de la voracidad de los estúpidos pseudo traviesos modernos.
Nosotros fuimos los que revolucionamos el mundo artístico del siglo. Ya está, ya estoy acá. Me siento en el sofá menos luminoso. A mi lado un petimetre con aire de sabiendo me observa. Me habla y no le respondo. No quiero. Me niego de desnudar mi alma en este hueco.
El champagne y las trufas están buenos. Los quesos también. El vecino sólo come unos “penne a la romana” que le trae Jean. ¡Me muero de rabia cuando veo que al pasar junto a un tunante español, se besan con pasión mientras acaricia a un efebo cariacontecido de pacotillas! Odio sus rostros juveniles y asoleados por el mediterráneo, su salud de hombres fuertes y sanos.
Me presentan al periodista que me observó como un endemoniado antropólogo. Es el crítico de Le Monde. Portugués por nacimiento pero inglés por origen. Me dice entre bocadillo y bocadito que su padre era diplomático. Que su abuelo inglés, se enamoró de una cantante de Fado y escapó de su hogar en la húmeda isla y se fue tras una hembra de sustancia, sensual y alegre. Nada tímida y que lo abandonó tan pronto nació su hijo que resultó ser su progenitor. ¿A mí me resbala o me tienta? Oigo sin escuchar o escucho sin oír. ¡Es lo mismo!
            La poeta se detiene y sale, yo quiero huir y me toma Jean para presentarme a sus amantes. Tomo el violín y comienzo a ejecutar un concierto casi inagotable de belleza. Mis manos se enredan en las cuerdas y rompo la hermosa copa. Jean exclama su dolor por la rotura, mas el sabe que es una forma de romper su corazón.
El crítico me parece inteligente, es viril y tranquilo. Me ha observado y habló poco casi nada, eso me sorprende y agrada.
Me habla de una vez cuando pequeño en la Ópera de París en el Carnaval… yo era un personaje joven e impactante. Le he dejado huellas. Ahora me habla de sus gatos. Yo los odio. Tiene un perro, eso me agrada, yo de pequeño tuve un gran perro y era mi juguete entre la espantosa marejada de odiosos tulipanes.
            Ha viajado mucho. Me habla en varios idiomas y no le pienso responder. Me voy, he visto a Jean acurrucado al españolito y al italiano como serpiente venenosa. No puedo despedirme, mis manos están ahítas de dolor y me puedo caer. Salgo con la cabeza en alto. Buscaré un coche para escapar de este martirio.
            ¿Por qué me seguirá el periodista? Acaso quiere ser mi amante… si no puedo dar nada ya, solo sería una penitencia o un delirio fugaz. Adiós, me dice y sube a un coche que lo espera y desaparece. Adiós alcanzo a murmurar y me pierdo en la neblina de París.


DÍA DE LOS ENAMORADOS


UN BELLÍSIMO CUADRO, PINTURA DEL MUSEO DE ESPAÑA DONDE EL AMOR PRIMA SOBRE TODO. ¿ADÁN Y EVA?

CONOCIDA ESCULTURA DE CUPIDO Y DAFNE. OTRO SÍMBOLO DEL AMOR.
EDICIÓN DE UN LIBRO BILINGÜE QUE PRESENTAMOS EN USA EN MIAMI, EN EL ENCUENTRO DEL EIDE SETIEMBRE DE 2016, DONDE HE SIDO ELEGIDA COMO ESCRITORA Y ME HAN TRADUCIDO EN PORTUGUÉS. GRACIAS NAZARETH TUNHOLI

miércoles, 25 de enero de 2017

COLOMBIA

 UNA OBRA DE ARTE DEL FAMOSO PINTOR COLOMBIANO BOTERO, UNA FAMILIA CON SU SINGILAR MANERA DE VER A LA FIGURA HUMANA. MUSEO DE BOGOTÁ

 ESCULTURA DE BOTERO, QUE ES DIFERENTE A SUS MONUMENTALES OBRAS QUE ESTÁN EN MEDELLÍN.
EN CARTAGENA DE INDIAS EL FUERTE DE LOS ESPAÑOLES, DESDE DONDE SE DOMINABA LA LLEGADA POR MAR DE LOS PIRATAS. UN MONUMENTO ESPECIAL.

jueves, 11 de agosto de 2016

PARÍS

GALERIAS LA FAYETTE, PARÍS. VITRALES Y BALCONES.
  UN RINCÓN DE PARÍS PARA POETAS Y PINTORES.
 
EN LA NOCHE ESTALLAN LAS LUCES EN LA TORRE.