jueves, 22 de agosto de 2019

DESPUÉS, LA ESPERA



Después... todo fue distinto.
Allí donde estaban tus manos de arenas carmesíes.
Nadie besó mi boca poblada de palabras nacaradas,
Ni llenó mi vasija con pétalos azules.
Tus pasos resonaron con ritmo de tormenta
Y apreté mi silencio entre los brazos firmes.
Carcelera de ayeres que ostentaban tristezas.
Un espasmo de nubes me envolvió recelosa.
¡Sólo quedaron salvos mis ojos sorprendidos!
Con mirada de ensueño y arpegios
De mar embravecido.
Adormeció mi espera un vino agridulce,
Un pan triguero,
Aceite y una lámpara quieta.
De tu cuerpo de piedra y alabastro,
cayó entre mis escombros la nube milenaria
Con lágrimas de ensueño, de paloma y de estrella.
Por eso me detengo.
Quiero reconstruirme.
Seré una esfera nívea y el futuro me espera.



REGRESÉ DE BRASIL... BELLEZA PURA

 PUESTA DE SOL EN nATAL, AL NORTE DE BRASIL. UNA LUGAR PARA INSPIRARME EN CUENTO Y POESÍA, QUE YA LLEGARÁ.
 EL MAR ACARICIA CON LAS OLAS TIBIAS LAS CASAS Y EDIFICIO EN LA LLAMADA ZONA DE LOS ARTISTAS...Y COMO PARA NO SENTIRSE UN ARTISTA...
UN SANTO EN EL CACHE QUE USARAN EN ÉPOCAS ANTIGUAS, CUANDO A CABALLO ATRAVESABAN LOS CAMINOS, HOY EN LA CATEDRAL MODERNA DE NATAL.

ADELA Y EL ALFARERO




Adela logró su divorcio con mucha dificultad. Cuando conoció a Bernardino, el corazón le dio un brinco. Ese era el “hombre” de su sueño. Cada noche soñaba con un hombre fuerte y brillante, dispuesto a la risa fácil, al juego ligero y a la buena mesa.
Repetitivo, regresaba cada noche, después de su unión, con la mirada hueca, rojiza y profunda. Un demonio hermoso, sensual y algo violento. Habían comprado una casa antigua de arquitectura colonial, de murallas gruesas de piedra. Los ventanales enrejados dejaban que el sol, la brisa y los murmullos callejeros ingresaran prepotentes entre sus barrotes de hierro forjado.
Bernardo era alfarero. Construyó un espacio junto al aljibe donde sus manos jugaban con artificio en la suave greda, dando mil formas en el antiguo torno de madera y granito.
Al principio el calor y pasión amortiguó su machismo que fue una brisa suave cuando el amor rondaba al alba del romance y luego con el tiempo se convirtió en un huracán de ira. Los besos tornaron en mordiscos rabiosos, en humillación y violaciones repetidas.
La soledad del atardecer, permitió a La mujer reencontrarse consigo y sus ojos violeta, se posaban  con mirada triste en los jarrones, botijas y cuencos que él, le dejó, antes de irse para siempre.
Junto al torno, quedó una daga afilada manchada de sangre oscura y pegajosa.

NIÑA MÍA




Yo que te vi  nacer como la aurora se desplaza
Anaranjada, tras la tierra.
Yo que te vi crecer como la cola de un cometa
En el infinito cielo azul.
Ahora....
Recogeré la lágrima traviesa
La sonrisa celeste, los pétalos dorados en la noche.
No sé si veré el rostro de Dios en tu mirada.
No sé si tendré las manos asustadas.
Porque eres como esas madrugadas sin cantos de pájaros,
Sin reflejo de lunas amarillas.
Sin palabras agoreras de mañana venturosas.
Déjame que beba de tu copa los besos atildados.
Te acune con mi sueño de duende sorprendido,
Para que apoyes tu greguería frutada
En mi regazo tenue. Niña mía.


PORQUE UNA MUJER SOY




Nací mujer y poco útil. Era ese puñado de carne que se aferraba a unos brazos que no podían darme nada. El techo era de oro, igual que las pitanzas. Todo estaba estrictamente pensado para no ser cualquiera, era un estuche de terciopelo vacío. Esa era mi casa. Mis noches a solas en la cama enorme, con sábanas de seda. Y yo, sola. Yo, nadie. Yo esperando una palabra de pájaros ruidosos en el silencio mortal de la habitación enorme.
Las estrellas sollozaban mi miedo. La luna escondía mi espera. La nieve cubría el árbol junto a mi ventana impecable de vidrios olvidados.
Desdibujo la imagen de mi madre que no entendía mi corazón. Me agrede su falta de comprensión. Era estricta y laboriosa. Poco amiga de mimos y cariños.
Convoco los recuerdos de mis noches sin cuentos, de mi regreso, sola, desde la escuela. Escapo de las palabras que hoy no me reconocen, me aterroriza su ignorancia de mí.
Entierro el pecado de mi infancia triste, de mi falta de belleza.
Parto hacia un mar inútil de aguas cálidas donde un ramo de calas entierra un tiempo de amargura.
Hoy soy la mano activa de sueños y locuras. Estoy escarbando en la alfarería del barro de la vida. Busco el sabor del verano, el color del agua que baja por la acequia, el olor del silencio y me persigno. Soy, una emigrante de la pena. Una alegoría de los sueños. Una esperanza de risas que se atreven escapar de mi pecho, como gaviotas en las lejanas playas.
Esperando estoy, conocer el mañana. Perder como las orugas su cáscara vacía y transformarme en mariposa de alas nacaradas. Brillar con el rocío. Ser mujer aceptada. Útil, elocuente. Ser abrazada.


EL MENSAJE




“Cuando quedará mi cálida luna acumulada en mi cintura poblada de fantasmas que blanquean al trasluz el bosque, allí donde pacen los unicornios y las gacelas. El cielo se transforma en un oscuro escondite de la sombra, de allí saldrá una nave de tránsito ligero. Viajará la niña, con su perro dormido entre los brazos”.
La carta se cayó entre los pies de la joven que sorprendida, miró tras la ventanilla del tren que volaba sobre la planicie.
No comprendía el mensaje, era como un lenguaje cifrado propio de la contienda. Comenzaba a nevar y la nana la cubrió con una manta de piel. Un fuerte olor a alcanfor penetró en sus pulmones. Sabía que estaba huyendo del infierno, pero no alcanzaba a desentrañar el recado. La hiriente mirada del acompañante le daba temor, era tan dura, tan inquisitiva que creyó imposible dormir.
Sin embargo el movimiento del vagón y el suave calor que le prodigó la manta, le dieron un insinuante sopor, quedó dormida, Y soñó. En la pradera se movía un caballo que galopaba con un andar  cadencioso y firme. Montado en él, un hombre con la capa azul que envolvía su rostro y apenas se mostraba un mechón de cabello renegrido. De repente el tren se detuvo en forma brusca y se despertó. Ingresaron dos soldados vestidos con capotes negros, impermeables, de rostro enrojecido por el frío. Pidieron los papeles y la nana, asustada entregó el suyo y rebuscando nerviosa el de Ludmila, se arrebató  frente a los jóvenes, que por inexpertos, sólo osaban gritar en un idioma incomprensible. La muchacha les pasó el papel, el mensaje. Ellos intentaron leer, pero en su ignorancia, amagaron pedirle a la nana que les leyera.
La mujer abriendo los ojos y respirando profundamente dijo:
 “La niña Ludmila Trensky, es llevada a un monasterio cercano a Moscú, para ser ingresada como enferma mental. Se ruega no molestarla, es muy delicada de salud y su familia, está muy preocupada por su destino” la firma es ilegible, dijo.  Ustedes saben que los médicos y los generales tienen escrituras muy complejas. ¿Verdad?
Los inexpertos soldados, aceptaron la respuesta de la acompañante. No tenían órdenes y no se animaron a persistir. Descendieron del carromato y siguieron junto al tren hasta que éste se perdió entre el humo y la niebla.
Ludmila, cerró los ojos y comenzó a reír. Su risa engrosó el humor del vagón, otros rieron sin saber por qué.
¿Por qué les mentiste? Si ni tú, ni yo entendimos el mensaje. Me parece que ellos no saben ni siquiera las letras… sus ojos parecían los de un cordero enfermo.
¡Ay, Ludmila, si no les inventaba eso, te llevarían y quién sabe qué maldades te harían! Te salvé la vida y honra.
El caballero que  estaba frente a ambas, se atusó los bigotes y sacó una petaca del capote, y por primera vez sonrió. Bebió un largo trago de vodka y
Dijo: ¡Realmente la felicito! Supo engañarlos como corresponde, pero a mí, no. Y parándose, tomó a las dos de los hombros y empujándolas las sacó de la cabina. La manta quedó en el suelo y el mensaje cayó junto a la puerta. Era un extraño correo con notas de máximo valor militar, pero el viento lo sacó por el pasillo y se fue volando por el aire fuera del tren, perdiéndose en la nieve.


lunes, 5 de agosto de 2019

ÉSTO DE HABLAR DE LO PROHIBIDO




-          Quiero a mis hijos.- dijo con voz casi inaudible, mientras forcejeaba con las hilas.
-          Están bien cuidados.- fríamente, el médico le señaló una especie de pecera con los seres en movimiento perezoso.
-          ¿Cómo haremos, si en cada herida hay una infección, doctor? Dígame, ¿se podrá mejorar o curar?- nerviosa y esquiva la mujer de alrededor de 45 años, se mueve con insistencia, tratando de no tocar a la joven muchacha, que yace en el lecho totalmente dopada.
-          Señora, su hija está ahora en una etapa muy delicada. Se la encontró totalmente abandonada en una calle donde viven un sin fin de desocupados y menesterosos. Hay que reconocer que fueron ellos los que la ayudaron.
-          Mamá te odio, devuélveme a mis hijos- dice con voz destemplada la joven.- A Usted también lo odio, me han quitado a mis hijos.- vuelve a repetir como un latiguillo la enferma.
-          Llamaremos a psiquiatría y a otro especialista. Igual, creemos que por lo menos estará internada entre cinco y seis meses. De ella depende. Nosotros ahora trataremos de curar las infecciones.- expresa con más interés el doctor.
-          Mamá devuélveme a mis hijos. Sólo tú, me pudiste robar a mis hijos y este cabrón hijo de puta, que ahora quiere dejar a mis otros hijos allí en esa heladera de vidrio. La Rosarito estaba a punto de poner huevos. Y el Hilarión estaba muy viejo para subir y bajar buscando comida. Devuélvanme a mis hijos.- la muchacha se revuelve frenética , alargando las manos hacia la pecera instalada cerca del lecho. – las enfermeras entran y salen asqueadas, pero saben que deben esperar a los psiquiatras para hacer algo.
-          Señora, este Síndrome, llamado del “Canguro” es frecuente en gente que sufrido grandes pérdidas. Es explicable en el caso de esta muchacha. ¿Quién le quitó a los verdaderos hijos? ¿Qué edad tenía?-  el facultativo escribe en la historia clínica cada dato detallando las palabras con líneas oscuras.
-          El primero fue a los catorce años. – respira profundamente la madre y continúa.- llegó de la escuela descompuesta y cuando le pregunté comenzó a ensoñar con el relato de los “favores” que le había regalado un galancito del curso.
-          No mamá, mentira, yo me enamoré y le pedí que me alejara de esa casa de brujas, donde viven tu mamá y tus hermanas. Vos me arrastraste hasta la atroz choza de la “médica”, la curandera y me sacaste mi primer hijo. Era muy pequeñito.- suena como un silbido la voz siseante de la enferma.
-          Claro, qué íbamos a hacer, en el pueblo, con una nena de catorce años embarazada de un desconocido. Expresa apenas audible la voz de la mujer, que nerviosa se revuelve en su lugar como una lagartija desesperada.
-          Bueno, con eso se explica en algo todo esto. – un suspiro sale entrecortado de la boca del galeno.
-          Mentira, mentira.... – canta la muchacha que se va poniendo cada vez más nerviosa.- ¿Y el segundo? Me lo sacaron atada como estoy ahora, porque él y yo llorábamos suplicando.-
-          Tenías apenas quince años. ¿Cómo lo iban a cuidar, si ni siquiera tenían la secundaria aprobada?- dice la mujer.
-          Mamá y ¿mi tercer hijo? Yo escondí durante cuatro meses mi embarazo, y la desgraciada de tu madre, que esté bien quieta en el infierno, me descubrió y me arrastraste al inmundo lugar donde me sacaron mi bebé. Era un varón dijo la bruja. Y él, mi amor, corrió y lo encontraron colgando de los hierros del puente. -  grita histérica, la joven.
-          Ese infame, sólo quería tu apellido y tu herencia. Los campos de tu abuela y las joyas de la familia. Seguro que luego te dejaría llena de hijos y en la calle.- Estalla la mujer.
-          Señora, hace tiempo que su hija vive en la calle y no quiere que la lleven a su casa. Asegura interviniendo el médico. El "Síndrome del Canguro, es una enfermedad propia de personas que se han sentido muy agredidas" Y.... los sollozos suenan lúgubres en la pequeña sala del hospital.
-          Pero... pero ella es menor. No podía quedar en boca de todo el pueblo el buen nombre de la familia, una familia llena de heroicidad y honor. Su abuelo fue gobernador y su padre...- queda con las palabras jugueteando en la boca.
-          Ese otro, flor de hijo de mil putas, robó, se cogió a medio pueblo y encima trató de violarme desde que tenía seis años. El señor Abogado más prestigioso del pueblo, hizo bien en pegarse un tiro. Yo se lo hubiera dado, sin más ni más. Exijo a mis bebés ya mismo.- expresa revolviéndose en la cama, la muchacha.
-          Tranquila, tus cucarachas y tus gusanos están mejor ahora que en tus heridas, que se habían colmado de gusanos y estaban llenas de pus. – cuenta el médico.- Se iban a infectar con tus infecciones. – la explicación trata de calmar a la joven enferma.- Si las querés,  tenés que ayudarte y así ellas estarán mejor.
-          Quiero a mis hijos, quiero a mis hijas, quiero a mis hijos, quiero a mis hijas... -y el ronroneo, es una oración ininteligible  que se escucha apenas.- Mamá... morite, hacé algo por la humanidad... suicidate.-Le escupe a la madre que llora...  Salen todos e ingresa el psiquiatra.
-          Hola, me llamo Hugo y me imagino que no querés hablar conmigo. Soy tu médico de cabecera y trataremos juntos de ver porqué te producís esas heridas en la piel y guardás cucarachas en ellas, ah, y gusanos, que me contaron que son tus hijos. – dice muy abierto el hombre.
-          Sí, son mis hijos y cada una tiene un nombre. Se aman y me aman, no como la malvada que acaba de salir. – baja la voz- Ella me mató a mis tres primeros hijos. Eran dos nenas y un varón. No le cuentes a nadie. Ella es de la cofradía de las brujas  y reza raras oraciones por día. Mi amor, Ernesto, se ahorcó por su culpa. El demonio vive en su casa. Es mala y su madre y hermanas también. Quiero que me devuelvan a mis hijitos e hijitas, ellas no van a morir en manos de una curandera. Y sigue hablando y hablando hasta que se queda dormida.