“Si
vives...que vivas, si ríes... que rías, si lloras...que llores; si estás
muriendo que mueras.”
Viejo, ya te serví, comé que se te
enfría. Cuando llegué de la peluquería, encontré debajo de la puerta este
mensaje. Lo recogí y pienso que es de alguien que me conoce bien, ¿sabés?, debe
ser de la Pochola,
la señora de la vuelta. Esa que tira las cartas y anda con las pirámides. ¿Raro
que no esté firmado, porque ella es simpática? Eh, Remo, mirá... ¡eso sí que es
falta, y a ¿doce minutos del primer tiempo?, si no le sacan amarilla seguro que
el árbitro está comprado! Como te contaba primero pensé que era una de esas
cadenas latosas que te prometen desgracias y sino las entregás a varias
personas, te suceden en pocos días. ¡Más desgracias para mí! Si mi vida es una
desgracia. Cuando abrí el sobre que estaba a mi nombre y leí lo que decía, me
quedé perpleja. Mirá como le patea el tobillo el número cinco. ¡Pobre pibe,
capaz que lo quiebra! Es alguien que me conoce mucho y sabe algo que aún no te
he dicho. ¡Pero comé que se enfría y después protestás!
Si me miraras un minuto capaz que
sabrías que hace ocho días que me hicieron el estudio. Fue ese día que manché
de sangre la cama. Ese día tuve que ir a cobrarle la pensión a tu mamá y me
dolía. El estudio es feo y doloroso. Volví en el colectivo y casi me desmayo.
¡Otra vez falta, pero si están adelantados! ¿Cómo no cobra el árbitro? Me
extrajeron una muestra pequeña del cuello del
útero, era para analizar. No protestés, ya sé que estás comiendo y te
impresiona, pero en algún momento te lo tengo que decir.
Otra vez el teléfono, seguro que es la Marta que me va a dar la
charla sobre el hijo que dejó la facultad y se fue con una “chiruza”, me tiene
cansada no habla de otra cosa. ¿Cómo si a los hijos uno les pudiera decir qué
tienen que hacer con su vida? Mejor no contesto. Yo hoy no estoy para nadie, no
quiero que me interrumpan.
¿Pero
escuchame! Bueno, me miraste... ¡Gooolllllllllll! Uno a cero. Bien, te decía…
gracias por mirarme. Sí, estoy llorando. Estoy llorando porque todavía estoy
viva. ¿Sabés lo que eso significa? Que tengo ganas de hacer millones de cosas.
Sí, ir al cine a ver la película italiana, al teatro a verlo a Darín, comprarme
alguna chuchería sin mirar cuánto nos queda de sueldo para el resto del mes.
¿Viste la chilena que hizo el Tuti? Es un buen jugador el colombiano ese.
Además, siempre me queda una esperanza. Tal vez con suerte salga airosa de todo
esto, no hay que perder la esperanza, eso me dijo el médico.
¿No
te sorprendió que ya no quiero ver más el noticioso, ni leo el diario...? y
bueno, claro, si sólo hablan de tragedias, huracanes, guerras inútiles y
muerte. ¡Cómo si yo no tuviera una parte de todo eso adentro mío! Ahora, eh,
Remo, escuchame de una vez, ya va a empezar el segundo tiempo, ya viste el gol.
Te decía, que ahora, quiero reírme con Landriscina, Pinti, Franchella; quiero
reírme con mi panza que crece, y de mis arrugas que ya no le interesan a nadie.
Reírme de mí, que soy una mina súper despistada. Reírme. Reírme. Sí, estoy
llorando. No te asombrés porque ahora estoy llorando. ¡Me siento tan sola y
desamparada ¡ ¡Mirá qué tiro, está más que fuera de tiempo, el colombiano ese
tiene un tiro de esquina que mata! Pienso, eh, Remo, que no he podido hacer ciento
de cosas que soñé desde chica. Cantar en un bar como la Serra Lima, actuar en
un teatro, pero no como cuando iba a la escuela, en un teatro de verdad con
Héctor Alterio o con Alfredo Alcón o con Marrale; en una obra fuerte de esas
que dejan al público de pie o llorando o simplemente mudo. ¡Otra vez tarjeta
amarilla para el Chueco González, pero está comprado, el réferi está comprado!
Vez, Remo, lloro otra vez. No sé por qué esta manía nueva que me hace llorar.
Pero lo hago por todos los amaneceres que no vi en Mar del Plata cuando iba con
mis padres por el sindicato en los cincuenta y pico, o por los bailes en los
que no terminé besándome con un chico como Laport o Delón; por las alhajas que
soñé y nunca pude comprar o el soñado viaje a Italia que ya no haré. ¿Pero, no
piensan salir del área contraria esos? Sí, lloro... y ¿Qué? ¿Acaso no tengo
derecho a llorar por este futuro? Ya lloré mucho en el pasado, siempre supe lo
de tu “noviazgo” con la secretaria del señor Pensotti. Sí no protestés. Yo sé
que eso fue y ya no es, pero dolió. Justo cuando la nena se recibía y vos no
tenías plata para el viaje de egresada, ni para el vestido, ni para nada.
¡Claro el “señor” salía de farra con la “cosa” esa! Era más linda que yo y más
joven, bien que te sacó la plata y después te dejó. ¿Eso no fue mano? Eso es
claramente un penal. Pasame el pañuelo, gracias, tu pañuelo está deshilachado. ¿No
era de tu papá este pañuelo? Está gastado, como yo. Ya traigo el costurero y lo
remiendo. Sí, yo tengo varias cosas que arreglar y remendar. ¿Remo, te dije que
me estoy muriendo? ¿Sabés que la biopsia dice: “Cáncer de útero en etapa
terminal”? Por eso la que tiró la carta debajo de la puerta me conoce bien. Es
alguien que se preocupa por mí. ¡Gooooolllllllllll! Dos a cero. Bien, bien,
esos son los muchachos. Remo, pasame la sal. He perdido hasta la mano para
cocinar ¿por qué será, no?
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