lunes, 3 de junio de 2024

UNA SELVA LUJURIOSA Y LA TRAICIÓN QUE ACECHA

 


            La mañana muy fresca para el viaje renueva la ilusión de Manolito Yepes. Debe llegar a Agua del Cielo. El caserío queda atrás con un murmullo de vida y sueños. Él cargado con algunos costalitos de café y de guayabas, se atreve en el sendero de la montaña entre la selva. Selva amiga. Enemiga a veces por lo incierta. Verde como maraña de engañosa espera. Allí está él y piensa...

            ¡ Que tu compadre te espera Manolito...y en la carga le llevas unos tragos de aguardiente y tortillas crujientes y doradas! Amparo te ayudó a vestirte con esta guayavera nueva. Bordada por sus manos de campesina alegre. ¡ Manolo debes ser tan astuto como el tigre !

            Se detiene un instante. Observa hacia la selva donde se pierde el sendero. Mira como entendido una telaraña que brilla con el sol. Pequeñas gotas de rocío iluminan los hilos como si fuera una tela enhebrada en diamantes. ¡ Un manto para Amparo...le haría si pudiera! Mira a "Chelito" el asno que se mueve tratando de desvestir la carga. Se agacha y ajusta los cordeles. ¡ Su pequeña cosecha ! También mira a "Luna" su yegua mansa que lo sigue tranquila. Para ella la cargas es muy liviana. Delante como lazarillo va el perro. "Anacleto"... algo viejo y amigo como su selva. Atento en el sendero se agacha al atisbar una víbora o una comadreja. Anacleto está atento. Los peligros acechan.

            ¡ Apúrate Manolito ! El compadre debe estar esperando con arroz y frijolitos. ¡ Tal vez cocinó banana y cortó unos mangos dulces...platicaré con mi compadre. Siempre me escucha con atención y cariño. Le tengo que avisar que Amparo me dará un hijo para la próxima temporada de lluvias. ¡Estará muy contento...como tú, Manolito !

            El sol despunta entre los mangos y los plátanos generosos. Un ruidoso grupo de monos chilla buscando comida y asustados por el paso del campesino y su carga liviana. Los guacamayos vuelan entre los cafetales. ¡ Le roban los preciosos granos al hombre que espera cosechar para alimentar a sus hijos! ¡ Ellos no saben, son tan bellos los enormes guacamayos ! Lentamente camina por la orilla de la montaña entre los abismos selváticos. Entre las bromelias lentamente se mueven las serpientes invisibles a sus ojos. Sus ojos atentos a los cambios de las frondas y de los matorrales. El peligro lo espera en cada recodo del camino.

            ¡ Recuerda, Manolito, si te encuentras con los "Narcos" te finges como ciego...para eso Amparo te ha dado el palo blanco...ah, y casi sordo...! ¡ Recuerda , Manolito, si son los "guerrilleros" eres loco, para eso te ha dado el chile " fuego" y lo guardas en la boca, muerde y el dolor que te cause, te hará brincar como si fueras poseído por el mismo demonio ! ¡ Recuerda, Manolito, si son los "Guardias Nacionales" te finges "Tonto", hablas como si no entendieras nada, te humillas, te acobardas... ! Amparo espera.

             Habla sólo en su mente Manolo, el campesino mientras atraviesa la enorme selva. Se acerca a la hacienda del compadre Francisco. Hay humo entre los mangos. Lo esperan. Ya ve los tunales florecidos y las pareditas levantadas con piedras y légamo, que rodean la techumbre tosca del caserón de barro y palma. Empuja a Chelito y a Luna con su carga.  Anacleto se pega contra la costra húmeda del piso. Aúlla tristemente.

            - ¡ Compadre...¿ qué me hizo? no he llegado al instante ! ¡ Esa mirada hueca...esa vista perdida hacia la nada ! ¡ Su cuerpo ensangrentado! ¿ Compadre...quiénes fueron?

            El silencio oprime y la selva abruma en su silencio ruidoso de alimañas. Descuelga el cuerpo pesado y tumefacto. ¡Desdichado! Llegó tarde. Ingresa a la desvencijada vivienda. Todo está revuelto y roto. La harina en el piso envuelve en su manto blanco la sangre del compadre. Los peroles de cobre abollados y quietos sobre la hamaca. Todo es tizne y silencio. Silencio y muerte. Acomoda el cuerpo en la tierra apisonada. Lo tapa con un paño que encuentra. Le cierra los ojos y le guarda la lengua que aún le cuelga sobre el maxilar quebrado. ¡Sangre! Mira las manos y las desenlaza, el cordel cae. ¡ Esas manos llenas de callosidades, entintas en sangre, que se mezcla con el color oscuro del jugo del cafeto cortado maduro para el trueque ! Manos llenas de llagas y de espinas viejas. Le acomoda las manos sobre el pecho hundido y sangrante.

            ¡ Lo mataron dos veces, con los golpes y la horca ! Lo mataron mil veces la injusticia y la ira de los hombres.

            ¡ Manolito...apúrate, no ves que pueden atraparte! Debo rezar por su alma.

            ¡Se persigna y nota que un hilillo de sudor le atraviesa el rostro trigueño y asustado! El sudor le empapa la blanca guayavera y el sombrero de paja se le incrusta en la frente. Tiembla. Sufre y gime con palabras de horror y de venganza imposible. El cuerpo yace quieto y sale. Lo esperan los animales quietos y el perro asustado como él. Atraviesa el portal de piedras viejas. Sale al sendero verde y alumbrado por el sol insolente del mediodía. Se pierde en el camino. La selva lo cobija.

            ¡ Ciego...si son los "Narcos", loco si son los "guerrilleros"... idiota para los "Guardias Nacionales", huye Manolito, huye...tienes que llegar con tu carga al mercado! Ciego...loco...idiota...campesino pobre. ¡ Pobre campesino !

            Manolito Yepes sigue por el sendero entre los cafetales y los plátanos. Con su carga de angustia y miedo. Camina acompañado por la dura tragedia de todo el pueblo colombiano.

 

HUELLAS DE SILENCIO...

 

                                        Acaso en el misterio del ocaso, encuentre la memoria.

Tal vez un estallido de centellas que te nombren.

Tal vez un recoveco estelar donde te toque.

Un día serás tú, mi único amigo.

Un día estaremos enfrentados, mirándonos los ojos,

y tocaremos la más íntima arista de nuestra alma.

Entonces seremos verdaderamente libres.

Seremos caminantes de la vida.

Tendremos un retorno al infinito.

No habrá un "laberinto" carcelario

donde un fiero "Minotauro" nos platique.

Seremos tú y yo...y la conciencia de todo el mundo simple

que creamos. Tal vez un mundo artificial

lleno de edenes, no tan maravillosos.

Tal vez se parezca más al "Infierno" que Dante imaginó.

Y no supimos escapar de la rutina.

¡Caminar por las calles empedradas,

correr por los andenes, ya desiertos...

la libertad es una recompensa tan sagrada

que trasciende al hombre en su pasado !.

Amigo de los años más heroicos...

¿Puedes perdonar mi evasión , mi huída?

¡Soy cobarde!

EL GRAN CAMBIO


            La mañana era soleada y una fresca brisa envolvía el balcón donde me había apoyado buscando un pequeño respiro a la desagradable tarea que me había autoinmpuesto. El parque del sanatorio daba una imagen de paz y frescura inimaginable. Comencé a recordar un sin fin de situaciones pasadas que se acercaban a mi memoria trayéndome la infancia y la adolescencia de la mano de esos tristes momentos.

            Comenzamos la escuela primaria en un jardín de infantes , éramos cinco niños brillantes. Agustina con sus enormes ojos de color café y siempre enroscándose un mechón de pelo mientras se chupaba el pulgar ; Federica con su barriguita redonda como osito de peluche y sus pecas ; Renato el pequeño salvaje que nos inventaba constantemente alguna travesura y a quien seguíamos incondicionalmente ; Héctor un flaquirucho con pelo rubio, ojos de color celeste y un tartamudeo casi imperceptible, inteligente y gracioso hasta para caminar. Finalmente yo con mi pertinaz ¿por qué? ,que seguía o mejor dicho perseguía a toda la familia y a todos los maestros. Así estaba conformado ese grupo compacto y feliz de niños sin problemas. Seguimos afables hasta un momento en que de repente se desencadenó todo ésto.

            El pequeño Héctor no apareció por la escuela. Su lugar vacío y el silencio de los profesores a nuestro constante ¿Y Héctor , por qué no viene? y el silencio y miradas raras que no comprendíamos . Teníamos nueve años y estabamos acostumbrados a hacer todo juntos.

            Después de casi dos meses volvió pero estaba más delgado aún, pálido, ojeroso y muy, muy callado. Su alegre sonrisa estaba muerta y se sentaba lejos de todos nosotros, cuando nos acercábamos se paraba y se iba a algún rincón gris del colegio.

            La maestra lo hablaba de otra manera y cuando la profesora de gimnasia tomó licencia para tener a su bebé, sucedió algo inesplicable. Vino un profesor nuevo, joven , atlético y muy simpático, que nos hacía reir mucho. Pues bien en un momento que lo tomó a Héctor de la cintura y quiso hacerle hacer una palomita, éste pegó un grito desgarrador y soltándose salió corriendo. Nunca más volvió.

            ¡ Ningún adulto nos dijo nada y quiero olvidar el resto por ahora!

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            Cuando Agustina recibió la beca para ir a estudiar danza en Boston de alguna manera supimos que partía para siempre y quisimos estar todo el pequeño grupo juntos para despedirla. Ya teníamos catorce  años y se me ocurrió buscar en la guía telefónica por el nombre de su padre el teléfono de Héctor. Logré  encontrar a su madre que quedó muda de asombro al escuchar mi voz.

            -¡Querida...no sabes que nuestro hijo escapó a un país limítrofe ...hace como tres años y no lo podemos encontrar! - dijo casi sollosando la mujer.

            - Realmente siento mucho pero nunca supimos más de él después que escapó de la clase de gimnasia- dije de un sólo tirón- nos gustaría saber de su vida, ya que ahora estamos haciendo bailes y fiestas para irnos de viaje  de egresados. ¿Cómo podemos hacer?- casi suspiré en lugar de hablar.

            - ¡Lo siento pero estamos desorientados y muy, muy tristes por su vida!- y cortó rápidamente y yo me quedé con las palabras en la boca...

            El aeropuerto era un verdadero loquero, gente que llegaba de todos los países y otros que salían en busca de una aventura. El grupo que estaba con Agustina era alegre y ruidoso, imaginen a más de treinta adolescentes en caravana. En un momento que fui a buscar unas pastillas de menta para la viajera tropecé con una persona muy extraña que me miró con desprecio. Era un raro personaje vestido con ropas casi femeninas por el color y los detalles y junto a él estaba un Héctor irreconocible. Tenía el cabello muy largo, con rulos, de un extraño color cobrizo. Sus ojos se posaron brevemente en mí y salió como picado por una serpiente venenosa. Lo perdí entre la muchedumbre y cuando les conté a los otros amigos me conformaron diciendo: - ¡Debes haberte confundido, si los padres hace años que lo buscan y no lo pueden encontrar! - dejé  de pensar en él por la montaña de cosas interesantes en las que me zambullí.

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             Acaba de venir  un joven médico y junto a mí se apoya en la pared del balcón. Mira con desgano hacia el parque  y sonríe...

            -¡ Estás muy cansada y necesitas dormir, por qué no te recuestas en la cama de mi oficina!- dice mientras mira mis pies hinchados y mi ropa arrugada y nada impecable.

            -Gracias pero me necesita acá no tiene a nadie más. Su gran amor desapareció junto con su auto nuevo y todo su dinero. ¡Tú sabes lo que son estas personas, tal vez más que yo!.- murmuré mientras tomaba de su mano una taza de un café áspero y super recalentado. Él, su enamorado parece que se fue del país apenas supo que había tratado de suicidarse.- dije tomando a pequeños sorbos el líquido agrio.

            - ¡Si no fuera por tí tu amiga no se salva, lo entiendes ¿verdad?..., pero no sabemos cómo responderá al estímulo de los medicamentos .- me miró con mucha dulzura y subrayó- ¡ Está aún gravísima!. Tienes que irte y dormir.- me tomó suavemente las manos y casi me arrastró hasta el pasillo donde un ascensor prometedor de paz me indicaba por donde salir.

            -¿ Quién la cuidará si me voy?- dije.

            - Estoy de guardia hasta mañana prometo hacerlo.- así partí para casa.

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            En el verano en que cumplí los dieciocho años, papá y mamá quisieron que fuera de vacaciones a Italia, por supuesto partimos con Federica y Renato y Agustina se nos unió allá, pues estaba en Londres con una compañía de balet importante. Fueron unas vacaciones inolvidables. Cuando regresábamos exhaustos de caminar por todos los museos , galerías comerciales y teatros, nos acomodábamos para charlar y siempre Renato recordaba que nos faltaba un brazo. ¡Siempre estaba Héctor en nuestras conversaciones!.

            En Roma encontramos a otros dos compañeros del colegio y dispusieron unírsenos. Así luego de alquilar una camioneta seguimos con Lucio y Martín. Realmente eramos como hermanos después de tantos años de amistad. A veces ellos daban un paso atrás cuando algún muchacho se nos acercaba para flirtear y nosotros hacíamos algo semejante cuando veían chicas a quien decirle alguna palabra de amor. Luego nos contábamos todo y reíamos como en el liceo.

            Desidimos ir a París, juntos en un pequeño hotel para estudiantes a bajos precios y lleno de juventud pasamos unos días extraordinarios. ¡Por supuesto fuimos a ver el famoso "Molino Rojo" y allí nos sorprendió ver tantos travestis, homosexuales y transexuales, pero claro que todo era nuevo para ese puñado de chicos de provincia.

            Los muchachos salían solos de noche a ver las calles de burdeles y nosotras quedábamos a mostrarnos las compras y regalos. Una noche llegaron desusadamente alterados... ¡ Hemos visto a Héctor en un burdel! ...pero no sabemos si realmente es él por lo extraño de su presencia y mirándose con los ojos muy aguzados callaron. Ya el viaje no fue igual porque comenzamos a discutir entre todos si debíamos ir en busca de viejo amigo o nó.

 

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            Cuando llegué a mi departamento, tiré mis zapatos por el camino y enfilé hacia el baño abrí los grifos y fui al contestador del teléfono para escuchar a quién había llamado en esa prolongada ausencia.¡ Por supuesto varios llamados de mamá y de mi hermana Celeste, también mi cuñado que necesitaba algunos datos del diario...y me emocionó el sonido de la voz de Agustina que desde Estocolmo me preguntaba preocupada ¿Dónde diablos estás?...y una risa y de inmediato  respondió..¡Con algún macho espectacular, periodista, como tú! . Yo comencé a llorar por la simple cuestión...¡cuánto hubiera necesitado la presencia de Federica y Agustina!

            También lloré por el dolor de haber visto a Renato casarse con la arpía de Nenuca Pisterinni, una tonta muchacha que lo redujo a nada con su mente de nueva rica. Lloré como veinte minutos hasta que casi se enfrió el agua de mi baño. Me abracé con una salida de baño, comí pollo frío que tenía en la heladera y me quedé dormida. ¡Por supuesto soñé con nuestro viejo grupo y disfruté en mi sueño!

            Al atardecer casi de noche me despertó el sonido insistente del timbre, me incorporé y salí así como estaba a responder pero no era el portero eléctrico sino el de la puerta del departamento. Con temor y curiosidad espié por el visor y vi deformada la figura de Federica. Cuando entró me abrazó y me depositó en un sillón del estar.

            -¿Cómo pudiste quedarte tan callada con semejante problema?- dijo algo ofuscada.

            -No podía decirle nada a nadie por pedido expreso de...- me interrumpió con su aparatosa figura de futura madre...

            -¡Nada era lo suficientemente grave para que no lo compartieras conmigo!- se paró con dificultad y fue hacia la heladera y se sirvió un jugo del cartón directamente. - La verdad es que me siento terrible ya que no confiastes en mí.- se volvió a sentar.

            -Federica compréndeme no era fácil explicar todo lo que pasaba. Piensa en todos estos años en que nadie supo qué había pasado y en esa pobre familia...además , aún me cuesta  a mí, entender y aceptar este desastre.

            -Tú deberías habernos llamado de inmediato y hablar con nosotros.- se volvió sobre su enorme cuerpo para apoyar su espalda dolorida.

            -No Federica, él me lo prohibió. Era demasiado difícil de comprender, incluso para mí, hasta que me pudo contar toda su historia.

            -¿Y por qué a tí y no a alguno de nosotros?- siguió insistiendo.

            -Tal vez porque soy periodista y tú sabes que estoy más acostumbrada a este tipo de cosas.

            -Ahora podrás contarme con detalle ya que yo te acompañaré mientras me lo permita mi estado. ¡No pienso dejarte sóla y menos a...bueno , no se como expresarme.

            Comencé a rememorar cuando dos años atrás...

 

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            Había mucho trabajo en el diario y Mauricio mi compañero de redacción me había tirado sobre la computadora un sinnumero de papeles. Unas fotos y faxs, junto con un material importantísimo había llegado de las agencias extranjeras. Yo tenía destruida la sepalda cuando acabé con todo y bajé al despacho de Arturo, mi jefe y se sorprendió por la calidad del trabajo. Me permitió volver a casa y me pagó el remise. Cuando llegué al departamento con miscostumbres arraigadas me fui derecho al contestador del teléfono. Llamada de mamá y de Mauricio pidiendo unas direcciones y luego varios ruidos propios de quien llama y no deja mensaje; de pronto una extraña voz preguntando por mí:- Hola, necesito hablar contigo , te espero mañana en mi piso en calle Rosales y Chacabuco, es un edificio muy grande , vivo en el piso veinte. Te necesito ...Héctor  Roseaude.¿Vendrás?. Dí que sí, por favor.

            Mil conjeturas y mi indesición de ir a un lugar tan a ciegas. Soy periodista pero tengo lógicos temores. Dormí muy agitada , pero el cansancio pudo con mis pensamientos. El despertador me trituró los oídos. El teléfono sonaba y era mis jefe que me exigía fuera al diario urgente,el trabajo era intenso y cuando quise acordar eran casi las nueve de la noche. Salí con mi ropa arruagada y despeinada, ni rastro de maquillaje, pero no me importó. Tomé un taxi en la puerta del diario y di la memorizada dirección.

            Es acá me dijo el chofer mirándome con el rabillo del ojo mientras me daba el vuelto de un billete grande.¿ Sabe qué barrio es este?. Y sin esperar respuesta partió por la ancha avenida.

            El edificio tenía un lujo espectacular. Un hombre de aspecto serio me abrió la gran puerta y me preguntó adónde me dirigía: - Busco al señor Héctor Roseaude,- dije muy disgustada. Al piso veinte. El guardia me miró algo sorprendido y tomó un teléfono interno y habló con alguien, ...pase y me dejó ingresar al ascensor más grande que conozco.En un segundo estaba frente a una puerta decorada con espejos multicolores. Alguien abrió y tomándome del brazo me metió casi de golpe en una sala de refinado y exquisito buen gusto.

            -¡Perdón , busco a Héctor! - dije a la mujer espectacular que ya me había soltado el brazo.

            - ¡No me reconoces¿verdad?, querida !. Han pasado muchos años y nadie me ha visto. Yo era Héctor. Ahora me llamo  Aylén y ven, sentadas será más fácil.- y me hizo sentar en un inmenso sofá tapizado en terciopelo negro donde su bella cabellera rubia y su lánguida figura se recortaba como una diosa del Olimpo. Yo me observé las manos cuando vi sus impecables uñas largas esmaltadas de un suave tono durazno que me pasaba una copa de vino tinto de marca renombrada..., mi aspecto era deplorable. Me dio vergüenza y escondí mis pies, ya que ella usaba unas sandalias de cuero finísimas y su vestido de una hechura perfecta hablaba de modistos europeos desde lejos. Tomé con gusto el riquísimo vino y luego traté de reponerme de mi estupor.

            -¿ Qué es ésto Héctor, no puedo entender nada..., dime qué me está pasando, acaso es un chiste del viejo Renato?- y se me quebró la voz.

            -Mira pequeña he recurrido a tí por razones a mi voluntad, tengo un grave problema de sucesión por mi nueva identidad y creo que sólo tú puedes ayudarme.

            -Perdona pero primero necesito una explicasión a todo lo que veo.- dije tratando de escapar de allí.

            -Bien escucha mi verdadera historia. ...Recuerdas cuando estuve tanto tiempo sin ir a la escuela...bien sucedió que el chofer de mamá el viejo y querido Juancito, murió repentinamente de un infarto. El socio de papá le trajo recomendado a un sobrino lejano de su esposa y papá lo tomó. Era joven, alegre y siempre hacía lo que yo le pedía. Como mis padres siempre estaban ocupados por sus obligaciones, yo le pedí un día a mi madre que me llevara al zoológico pues habían nacido crías de varios animales que yo adoraba. Mamá tenía un importante congreso y le pidió al chofer que me llevara. ¡Y me llevó! y cuando terminamos el hermoso recorrido, me invitó a comer en un pequeño lugar cerca de allí. Yo nunca había vivido una cosa así y me sentí muy importante. ¡Nunca voy a olvidar ese día , te lo puedo asegurar...-dijo y comenzó a hacerme masajes en los tobillos hinchados- Luego de comer me pidió que lo acompañara a su departamento para cambiarse y yo ingenuamente fui. ¡Allí me violó varias veces y me aseguró que si yo decía algo, me mataría, ojalá lo hubiera hecho!. Esa noche mientras cenabamos con mis padres me desmayé  sobre la silla junto a la mesa. Cuando mi padre me alzó, el grito de horror de mi madre me despertó y vi asustado mi pantalón, la silla y la alfombra llena de mi sangre que goteaba de mis músculos desgarrados. Una ambulancia llegó inmediatamente y me llevaron a la clínica de mi tío, donde un equipo de excelentes médicos me reconstituyó, me hicieron cinco cirugías restauradoras. Nadie me podía sacar el nombre del violador. Yo tenía terror. Así se escapó el canalla y yo comencé un tratamiento psiquiatríco que trató de ayudarme. Pero comencé a tener una conducta fóbica. ¿Te acuerdas lo que me pasó con el pobre maestro de gimnasia en la escuela?. Nunca me pude sacar de mi mente la culpa.

            -¡Pero no tenías ninguna culpa, al contrario, yo creo que eras una víctima!-dije con verdaderas lágrimas en mis ojos.

            -¡Ay mi querida Chiquita, qué poco conoces a la gente!- me dijo con una suave caricia en la frente. -Te serviré algo de comer, ven - dijo y me llevó a una mesa que parecía de las de televisión. -Come algo que debes estar exhausta y me sirvió una crep de langostinos y champignones. Ella o él, tomó unos bocaditos de jamón y sonriendo me explicó:-¡Debo cuidarme mucho, con tantas cirugías no me debo descuidar, sino no tengo trabajo! . El buen vino tinto fue dejando mis resistencias y más segura le pregunté :- ¿ Pero tú desapareciste de la casa de tus padres con casi catorce años si no recuerdo mal, yo hablé con tu madre cuando Agustina consiguió la beca y ella no te podía encontrar,tu padre hasta pagó a varios detectives privados aparte de toda la policía...?

            - Sí y yo les pagaba aún más que él para que no me delataran. ¿ Tienes idea cuanto dinero se gana en la prostitución masculina?..., millones de dólares que nadie declara porque es ¡tan reprobable! y además hay muchos hipócritas que desde sus hermosos hogares la fomentan en escondidas.¡ No sufras la verdad es peor de lo que te puedas imaginar!. Yo tenía trece años y me buscaban hombres muy conocidos y los cínicos, algunos eran amigos "¡fieles!" de mis padres. Piensa que cuando en la escuela supieron lo que me había pasado muchísimos padres de nuestros compañeros le pidieron a los directivos del colegio que me echaran, pero no lo hicieron y yo escapé.- sus largas manos jugaban con unos anillos carísimos.

            -¡No creo que mis padres y los padres de Agustina, Federica y Renato pidieran eso!- respòndí esperanzada en el buen comportamiento de mis progenitores.

            -Lo siento , pero sí, tus padres también. Yo no soportaba la mirada de asco de mis padres y de todos los que me conocían, por eso escapé.¿ Recuerdas cuando me viste en el aeropuerto?, yo tenía pasaporte falso con otro nombre y adulterada la edad y viajaba con mis amantes , me lo había conseguido un alto funcionario que me adoraba...y fue tanta la vergüenza que sentí y el miedo que me escapé de tu presencia. Cuando en Francia me encontraron los chicos del grupo, me hice humo y me drogué como un animal enjaulado, sabes, fue terrorífico verlos y no poder abrazarlos y decirles cuánto los extrañaba y los quería. Ahora ya soy Aylén una mujer sofisticada, llena de seguridad y ya no me avergüenza mi cambio rotundo. ...Pero nada es perfecto por eso estás acá conmigo ahora...necesito que hagas una serie de artículos sobre la vida que llevamos los que hemos sido violados de niños. ¡Hay muchísimos que andan tirados, drogándose y matándose de a poco por falta de una ley que tome el tema en serio. Hablamos mucho, me entregó un material precioso y me metí en el infierno más terrible del que no voy a salir nunca.

 

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            -¡Estás loca Chiquita si piensan con Mauricio y Jorge, que voy a autorizar esos artículos me dijo Arturo mi jefe de sección en el diario. Las fotos que me diste están plagadas de personajes reconocidos en la política, en el foro, en el arte y hasta hay comerciantes e industriales que mantienen la tirada del periódico!.- dejó, casi tiró los sobres sobre mi escritorio.

            -¡Pero sería una obra de bien tomar esta causa...y creo que la respetabilidad nuestra se elevaría con nuestra investigación !- dije alterada y casi a a los gritos.

            - De ninguna manera yo voy a enfrentar a toda esa gente, como que me llamo Arturo Saldaño Iriarte, saldré con una bala en la nuca.

            -Eres un cobarde y  un cómplice de esa inmundicia...salí golpeando la puerta y me fui a la casa de mi novio. Allí sin darle nombres le conté todo lo sucedido y por supuesto felicitó la negativa de mi jefe. Me repitió ...terminarás con una bomba en el auto o un balazo en la cabeza...y yo le dije que estaba mirando mucho cine y T.V., pero entendí cuan difícil sería lograr hacer algo por mi viejo amigo Héctor, hoy la bellísima Aylén.

            -Ahora comprendo tu silencio - dijo Federica y me acercó un pañuelo ya que yo había logrado llorar como hacía mucho no podía.

            -¡ Creo Chiquita, que esto es una cruzada para mujeres, según mi ecografía voy a parir un"machito" y no me perdonaría que sabiendo todo lo que vivió nuestro amigo, amiga ahora, yo no me involucrara , según veo el miedo paraliza a los hombres!. debemos ir al hospital, se está haciendo muy tarde.

            - Saco el auto y vamos , dije mientras me maquillaba como me había enseñado Aylén después de ese penoso primer encuentro.

            El viaje hasta el viejo hospital fue difícil por el gran congestionamiento de tránsito. La ciudad ha crecido demasiado me recordó Federica , mientras maniobraba entre ese pandemonio, yo no me atrevo a manejar ahora que estoy tan atérmino de mi embarazo. Yo casi no hablo cuando manejo y tengo que reconocer que soy muy mal hablada cuando estoy al volante. Llegamos y ya estaban prendidas todas las luminarias del nosocomio. Allí parado el buen médico joven me esperaba. No noté ninguna diferencia con la vez anterior. Todo estaba igual, ni peor ni mejor.

            -¡Gracias a Dios llegó, ha preguntado toda la bendita tarde por usted!- me señáló le habitación y se despidió mirando con ojos profesionales a mi gorda embarazada.¡Cuídese!. Y partió perdiéndose en el ascensor.

            - Mira como está dormida...parece un ángel...recuerdo a nuestro pequeño Héctor nos hacía reir con sus inocentadas. Me muero por darle un beso ¿se despertará, qué crees?. me miró con unos ojos pícaros.

            - Ven Federica dámelo, que yo muero por recibirlo, y tú mi pequeña Chiquita también acércate. La besaron dulcemente, Aylén con sus manos llenas de tubos y agujas acarició el vientre de su vieja amiga. Muero de amor por las dos.

 

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            Los periodistas la rodearon con sus micrófonos y sus cámaras. Había comenzado una campaña con consignas que muchas madres apoyaban y algunos hombres también. Los teléfonos de una pequeña oficina que habían alquilado estaban al rojo vivo con personas de ambos sexos que llamaban para contar sus experiencias y tristes historias de la niñez. No sólo eran varones pewqueños sino que había pequeñitas de toda edad que venían de la mano de abuelas, maestros, amigas y así comenzó a provocarse un caos que la ciudad parecía un infierno.

            Faltaban cámaras y cintas a tantas declaraciones de gente que hacía años y años escondía en su pobre dolorido corazón esas experiencias traumáticas. Habían llegado de otros lugares y los llamados de más lejos.

            El jefe de Chiquita se resistía a aceptar la verdad de que el mejor reportaje del año estaba allí en manos de su equipo. Llamadas de personajes muy conocidos, algunos de ellos personajes premiados por instituciones internacionales. El diario tenía la tirada más grande del año y cada día anunciaban más empresas .

            Luego de unas semanas ya el grupo tenía material para hacer una película, pero comenzaron a llegar al diario amenazas y anónimos dando a entender que algo muy grave iba a suceder...Esa mañana la llamaron al departamento y le avisaron que Aylén se había ahorcado en el lujoso departamento.

            Cuando fue a poner el auto en marcha, explotó dejando pequeñísimos trozos del pequeño cuerpo de "Chiquita" por toda la cochera. La sangre de ambos no era suficiente, Federica fue atropellada cuando salía del supermercado.

            La mafia una vez más había ganado.

PARAGUAS VIEJOS


            Nino comenzó a escudriñar entre los trastos del abuelo Ángel. Encontró el viejo sombrero de fieltro, la pipa fiel amiga de los labios de anciano y la chaqueta raída de lana y se la puso. El olor lo confundió y cerró un minuto los ojos y su mano tropezó con un objeto de madera suave y pulida. Sus dedos lo recorrieron y sintió el frío del metal que por su redondez le recordó la antigua escopeta del "nonno". Sonrió rememorando cuando lo seguía y volvió a tocar la curva del gélido metal que se alargaba con su fina estructura, pensó en las innumerables veces que juntos atravesaron el bosque tras un conejo o una liebre asustada. Recordó la pícara mirada del anciano y volvió a sonreir.¡ Siempre conseguía que el pequeño animal escapara!. Cuando abrió los ojos en la semipenumbra comprendió que sus de dos acariciaban el paraguas roto y ya sin la negra seda que usaba el abuelo Ángel cuando lo buscaba en la escuela y una lágrima cayó sobre el arcón antiguo. Lo cerró y se despidió de viejo y amado amigo...su abuelo.

                                                                       

LA MOMIA INDÍGENA

 

Los recuerdos embellecen mi vida pero sólo el olvido me la hace posible.

                                                          

                                       

                     La ciudad parecía una hornalla encendida. Mis pies se pegaban al piso al transponer los adoquines. Cada edificio era un gigante hambriento devorando seres humanos casi muertos por calor y cansancio. El portal del museo me pareció un refugio.            Allí el calor estaba erradicado tras los enormes refrigeradores que mantenían un clima fresco. Todo el material debía ser protegido para su preservación. Ingresé como sonámbula. Sentí que un fresco restaurador me ingresaba por la piel y me reconfortaba. El elevador me llevó hasta la sala de las momias. Aún estaba en acondicionamiento la recién encontrada en Inti Nasta. Me detuve a mirar el prieto color tabaco de la piel reseca. Era una mujer muy joven. Casi una niña. Vendada con fina tiras de lana de vicuña y alpaca. Su rostro tenía el rictus amargo del sufrimiento. Me coloqué la ropa especial reglamentaria y los guantes de latex y comencé a levantar con delicado esfuerzo una a una las capas de vendas. Encontré una pequeña llama de oro. ¡Era hermosa en su simpleza! Seguí hurgando entre hiervas resecas que se desintegraban para mi horror. También encontré semillas milenarias. Las coloqué en pequeñas vasijas de barro que rodearon durante tiempo inmemorial a la doncella. Llegué hasta su cabello. Una larga trenza de pelo renegrido coronado de plumitas carmesíes, y de oro. Era primoroso el collar de turquesa y malaquita. Me quedé contemplando su rostro triste. ¡Cuánto dolor había en su cara ennegrecida por la muerte! No pude continuar. Me detuve y le hablé sin palabras. Mi mente vagó por su mundo misterioso... ¡ Pequeña reina...por qué tú, por qué los hombres dispusieron esta muerte tan trágica y maligna? ¿ Quién dispuso tu destino tan aciago? ¿ Dónde estará hoy tu alma intangible? Una lágrima cayó desde mis ojos y rodó sobre el rostro tumefacto. Parecía llorar la pobre niña...Tal vez en mis lágrimas su rostro repetía su letanía de penas olvidadas.

            Me quedé un rato quieta y volví al trabajo. Con amor infinito llegué a su cuerpo y a su manta. Allí entre sus brazos aquietados... había un niño. Tal vez un feto. ¿ Sería su bebé? Tal vez, sólo tal vez ese era el castigo por alguna falta cometida a sus dioses ancestrales.

            ¡ Comenzó una tormenta veraniega! Rugía el cielo y restallaba en fuegos maléficos, desfigurando el espacio. Ráfagas de viento frío hacía trepidar los enormes ventanales. Ramas de árboles caían en el parque del museo. Nadie se acercaba al lugar. Parecía que el infierno se había despertado con todos sus demonios. Yo no pude sustraerme al insólito murmullo que llenaba el recinto.¡ Miedo, sentí miedo ! Me saqué los guantes y huí de la sala. La momia estaba allí con un raro reflejo y un brillo extraño en su piel apergaminada. Brillaba el oro de sus dientes. Sus joyas de piedras semi nobles parecían revivir con los rayos y centellas. El dolor parecía provocar un súbito resucitamiento. Salí corriendo de allí. Me refugié en el automóvil. En el camino un trueno con el restallar del fuego alumbró una extraña figura junto a mí. Era ella y el niño. Cerré los ojos y detuve el auto. Casi me estrello junto a unos árboles caídos en la tormenta. Tal vez la joven mujer salvó mi vida. Los recuerdos embellecen la vida pero sólo el olvido la hace posible. Hoy después de todo he descubierto que fue ese ángel protector que evitó mi muerte.

 

EL AMIGO INCONDICIONAL


            Yo creí en mi padre hasta los siete años, también entonces creía en los Reyes Magos, en Papá Noel y en el Ratón Pérez. La cigüeña me duró algo más, porque me crié con mis abuelos.

                        Yo era la hija prematura de una pareja unida por ideas muy locas. La que me cuidaba era mi abuela paterna. Se llamaba Belisaria. Era modesta, trabajadora y su cabello blanco. Me contaba cuentos. Me hacía comidas especiales, caseras y sabrosas. En realidad como papá y mamá estudiaban. Además me explicó el abuelo que militaban en política, yo no los veía mucho. Todos eran muy buenos conmigo en la familia. No conocí a los padres de mi mamá hasta después de los sucesos.

                        Crecí jugando, leyendo cuentos, disfrazándome y siempre hablando con mi abuela. Pasé, del jardín de infantes a primer año, en la escuela del barrio. Era buena con mis tareas. Todos me acariciaban y me miraban con ternura. Yo no conocía  a los amigos de mi mamá ni de mi papá. ÉL era alto. Moreno. De ojos grandes, así lo recuerdo. Algunas veces venía a verme con barba larga. Yo lo abrazaba y le decía: - ¿Juguemos a que sos Jesucristo? Y él se reía o protestaba porque la abuela me metía cosas tontas en la cabeza. Tenía dientes blancos. Grandes y brillantes. Otra vez vino con el pelo de color rubio y con bigotes. Le faltaba un diente. Esa vez estaba triste y apenas me tuvo paciencia para jugar. La abuela lloró. Mamá se vivía disfrazando. Bueno yo creo que se disfrazaba porque era actriz de teatro. A veces era como una secretaria de las novelas que ve la abuela en la tele. Otra vez parecía más vieja, pero, ¡ fue muy divertido verla un día vestida de soldado! Ese día me abrazó con mucha fuerza y me besó largamente. Mucho, mucho, muchísimo. Dormimos juntas. Yo, la oí llorar en la noche. Pensé que estaría peleada con la abuela o con mi papá. Yo la escuché discutir mucho por teléfono con su mamá. Cuando se fue a la madrugada, me despertó. Me dijo que me " amaría siempre". Se fue. Era casi de noche. Papá vino a los pocos días. También era de noche y estaba muy enojado y nervioso. Se encerró en la piecita del fondo con el abuelo. Allí el abuelo Pedro, tiene mil cachivaches que adoro. Juego siempre con todos los objetos viejos y en desuso. Allí está mi castillo mágico lleno de sorpresas. A los pocos días vino un hombre y dejó un cajón con "algo" en el rincón de mis juegos. Yo no lo conocía y el abuelo parece que tampoco, pero dijo que era el amigo " incondicional" de papá y mamá. Estaba muy serio. Mañana igual voy a ir a curiosear. ¡Adoro ese lugar!

 

                        El barrio está conmocionado. Las ambulancias rugen con sirenas insistentes. Una terrible explosión ha destruido media manzana en el tranquilo barrio obrero. La policía, los bomberos, los militares y los periodistas van y vienen. De los escombros extraen los cuerpos destrozados de dos ancianos. De las casas colindantes sacan cuerpos ensangrentados y mutilados de una docena de vecinos. La investigación lleva a los peritos a la pequeña habitación de las herramientas. Nadie imaginó lo que había en el cajón de aquel armario. Sacan restos de una sustancia extraña, un explosivo plástico nuevo. No se fabrica en el país. Alguien lo puso allí para esconderlo.

 

                         Por la calle, vengo saltando por la vereda, de la mano de una amiga de mi abuela Belisaria. Me fue a buscar al colegio. Yo no comprendo qué está pasando. De un hermoso auto nuevo baja un señor con una gorra gris y abre la puerta de atrás. Baja una señora hermosa llorando y un señor de traje negro. Se acercan a mí y me abrazan. Yo no los conozco. Me dicen -¡Pobre nietita mía! Lloran con tanta tristeza que me dan pena. Yo trato de consolarlos. Algunos hombres se acercan y comienzan las preguntas. Mi abuelo, ese que acaba de llegar, me toma de la mano y me aleja de esa gente que me asusta. ¿Qué pasó con mis abuelos, dónde estarán mi papá y mi mamá? ¡ Cuántas preguntas que nadie me quiere responder! Sólo escucho la palabra" bastados".

                                  

AMANCIO...PADRE POR AMOR

                                               Amancio Urtubia había nacido junto a los surcos de la viña. Su piel salobre tenía el color del sudor agrio del sol siestero. Fue engendrado a deshora y por un macho bravucón y curdado que desapareció ahí mismo. La Amalia lo parió como pudo, sola y triste, casi como a un malquerido y expulsado por una brujería hecha atrás de su conciencia india. Vino el tiempo de criarlo y lo hizo sin caricias ni besos, simplemente lo crió. Un día de esos, ella, encontró al Zahir Mussaza, un vendedor de fantasías, chucherías, pócimas y mil objetos llamativos que vendía por las fincas. Se aquerenció en su caserón grisáceo, maloliente y sucio. Fregó paredes, pisos y un fogón tiznado como el mismo infierno. Limpió vidrios y puertas y le dio al hombre, un lugar de macho y alegrías. Zahir la aquerenció como premio a sus desvelos. Amancio había quedado afuera. Zahir sólo impuso "eso"...Amancio en un cuchitril en la parte de atrás...y cerca de la letrina. Nunca a la escuela, es cierto, pero sí a trabajar la chacra y con sus añitos frescos a estrenar coraje de agua helada en invierno; en esa palangana donde podía higienizarse, rompiendo primero una capa de hielo. A bañarse en el tanque de cemento en la finca de don Tito, en esos días calientes de enero y febrero.

            Trabajo le sobró siempre. Aprendió a podar, a aporcar y hacer bien toda clase de injertos. Los vecinos lo buscaban, a pesar de sus años, para que los hiciera en durazneros, perales, ciruelos...y las mujeres en los rosales...todos le daban algo, menos plata que recibía el padrastro. Siempre vistió ropa usada y gastada, que su madre remendaba. Alegre y obediente, nunca se quejó y su madre se fue haciendo más suave. Él, sólo, se fue haciendo grande. Ya tenía trece años. Una tarde de invierno, a la oración, don Zahir lo llamó a voces, asustado y nervioso...-¡Amancio, vení muchacho...tu madre...no se ve bien,... la pobre! De pronto una bocanada de sangre y un grito. Los ojos se quedaron quietos y así se murió, sin ayuda de un médico que llegó tarde. Cáncer, - dijo – Lo tenía hace rato ella ¿Cómo hizo para pasarlo parada? ¡Debe haber sufrido dolores muy crueles! Silencio.

            - Amancio quédate cuidando todo...no podés dejar la casa. - fue la orden del padrastro.

            -¡Don Zahir...no le parece que el chico tiene que despedir a su madre!- opinan los meteretes de las fincas aledañas.

            - No puede dejar la casa...y punto. Tiene que hacer mil cosas que no esperan. - el hombre sale ofuscado y casi tropieza con el niño viejo. No pudo acompañarla.

            Las cosas siguen su tiempo de reloj sin cuerda, la primavera regresa y los árboles frutales le regalan sus primicias. Este año la cosecha va a ser un espectáculo, muy buena... Amancio comienza su nueva tarea... ser ama de casa. Cocina, friega, plancha, y más le falta tiempo a su poco tiempo. Zahir le ordena que entre..."Dormí en la cama de tu vieja", sus cosas son tuyas ahora. Busca de su pocilga unos pequeños tesoros. En una cajita de lata tiene unas figuritas nuevas, unas piedras que encontró en el lecho del zanjón y parecen objetos preciosos, una cucharita labrada en plata que encontró en la calle el día que fue a la iglesia por primera vez. Como no sabe leer tiene un libro sin abrir y apenas lo toca para no desparramarlo! Entra en la casa y penetra en ese santuario donde dormía su madre. Un terror quieto lo abruma. Es de noche y se tira sobre la cama. Siente el perfume a romero del cabello de la desposeída, tiene miedo. En la oscuridad cree ver los ojos negros y brillantes la difunta. Por primera vez la llora. Así acepta la suerte de infelicidad y penas que le ha tocado.

            Grande ya, es tan bueno que todos lo quieren. Zahir ya está viejo. No sale todos los días con su carretela llena de trastos milagreros. Le pesan los años y siente que ya no puede. El chico lo ayuda y por primera vez, se avergüenza del mal trato. Sale un día a la ciudad. Nada le dice al Amancio, como siempre. Cuando regresa le explica que si él muere, en un cajón de su ropero hay una llave, con algo que será para él. No se la da, pero en eso queda todo. Pasa el tiempo. Una mañana temprano Amancio siente un golpe extraño, fuerte, corre a ver. ¿Qué sucede? Encuentra al viejo caído, con medio cuerpo en la cama y el resto en el piso. Sale corriendo a llamar a Don Tito...alguien que escucha los gritos llama a una ambulancia. Cuando llega está muy mal y lo trasladan al hospital. Don Tito se va con Zahir y a la tardecita regresa buscando los papeles del hombre. El viejo ha muerto. 

            ¡De nuevo solo en ese caserón que él ve un poco amigo y otro poco como enemigo! Camina y retumban sus pasos por la casa vacía. Tiene mucho miedo y se duerme vestido como quien puede ser echado del lugar. Don Tito viene a buscarlo y lo lleva al cementerio...ve como una a una echan cucharadas de tierra sobre un humilde cajón de madera. Todos lo abrazan y algunos le ofrecen ayuda. ¿Ayuda para qué? Si él siempre se arregló solito...y comienza a andar su territorio de descubrimientos.

            Llega a la casa y toma todo lo que queda del viejo, hace un atado y lo lleva a su antigua habitación. De pronto recuerda el tema de la llave. Obediente la busca y comienza a desandar habitaciones. Frente al ropero tiembla, retrocede, siente vergüenza y terror del difunto. Pero sabiendo que tiene la orden aquella vez, abre el cajón y da un paso atrás sorprendido, un montón de fajos de billetes atados con piolines le sonríen. También papeles envueltos en plástico arrugado. ¡No sabe leer...tendrá que pedirle a don Tito ayuda! Esa noche no puede dormirse rápido, pero el cansancio lo arremete. Se duerme y sueña. Éstos lo llevan a su más tierna infancia, a su dolor de desamor y desamado. Sueña el frío de sus noches y de las miradas indiferentes de su triste madre y de Zahir. Un escalofrío le recorre el alma y su cuerpo quieto y se despierta. Gracias a Dios está solo.

            Pasan unos días y una mañana llega un hombre joven con otro no tanto, en un coche nuevo. Lo buscan a él...y allí se presentan  abogados de una firma antigua. Vienen a decirle que el viejo padrastro le ha dejado una pequeña fortuna en bonos y oro. ¡Sonríe y su perfil de niño...tiene diecisiete años impresiona a los profesionales! Está lleno de sorpresa. ¿A él, don Zahir le ha dejado algo?

            - No poco, no algo...te ha dejado mucho. Tres fincas, doce casas de alquiler, joyas y papeles que cotizan en la Bolsa. ¡No puede ser, no entiende nada, si apenas le hablaba, si nunca lo quiso!

            - Señor yo no sé leer. Nunca fui a la escuela y ¿qué voy a hacer si de acá no he salido nunca? No he ido nunca a la ciudad...nunca jamás.

            Los hombres lo miran curiosos y opinan: “Es mejor ellos le ayudan y que le manejan todo...” Mas el muchacho recuerda palabras del padrastro. ¡Nunca confíes en nadie y menos si es estudiado y de la ciudad! ¡Los señoritos son todos unos sinvergüenzas no hay que creerle! Les dice que hablará con su tío Tito y que ya hablará con ellos. Los abogados se van refunfuñando. Él, sueña despierto. Don Tito, Don Cosme y Don Nerio lo ayudan, le enseñan a firmar y le leen los papeles y aprende de a poco... ¡es tan joven! Al tiempo ya sabe manejar las cuentas y muy bien las fincas.

             Ya tiene veinte años, y es un patrón generoso. En medio de las hileras un tractor sacrifica a una muchacha cosechadora, que queda destrozada tras los enormes neumáticos. Policías y jueces van y vienen. Pero nadie observa que a la orilla del cuadro hay un bebé llorando. Nadie lo alza ni lo lleva. Tampoco es reclamado y así le llega el Pedro, por olvido e indiferencia, también burocracia. Al tiempo le llega la Rosa de mano de la Romina, hija del contratista de La Pedrera, viudo y alcohólico, es madre-niña, que enamorada de un joven se va y la deja..." Por sólo unas horitas... usted es tan bueno". Nunca regresa. Rosa es  miedo e ignorancia. Después llega el Julio (indiferencia paterna) y la Claudia con soledad y pena que le recuerda a su madre.

            Y así se le llena la casa de niños que nadie quiere. Sólo él siente amor, los manda a la escuela. Un día llega el primer título de técnico electricista, el Pedro; después una maestra, la Rosita y una dentista y un aviador, la Claudia y el Julio y pasa el tiempo y vienen los casamientos y fiestas de bautismo. Y el Amancio solitario, que no tuvo casi madre, nunca conoció a su padre, sufrió mucho a su padrastro...hoy rodeado del amor de esos "hijos" que son su familia vive en un cielo de estrellas. Es abuelo.

            En un otoño de cosecha...a las once de la noche cierra los ojos a un sueño de tiempo inmemorial...Amancio Urtubia ha muerto. Ha dejado una familia enorme...él que no conoció mujer en su lecho, para criar a los chicos...de la calle. Amancio Urtubia recorre la ruta de amor más grande...la que lo lleva  a Dios.