lunes, 5 de mayo de 2025

ISAURA

 

                               "Estiletes de obsidiana... tus mentiras, que rasgan el corazón poco a poco con heridas que derraman sangre oscura"

 

 Lo conoció en la facultad. Era el ganador de premios por su excelente desempeño como alumno. Los profesores se asombraban por la seguridad que tenía en cada cátedra y en cada examen. Los alumnos lo envidiaban. Era alto, atlético, simpático y derrochaba frescura. Las muchachas se peleaban para sentarse cerca de él, en las clases semanales.

La única que ni lo miraba era Isaura. La chica seria y solitaria que siempre buscaba el lugar más apartado de los hilarantes grupos de alumnos.

Venía de un pueblo lejano, de la provincia del sur, donde el frío hace tiritar al más macho... el viento arrastra a los que intentan caminar por las calle empedradas y terrosas. No hablaba con nadie. Nunca sonreía y simplemente daba sus opiniones si se las pedían los profesores. Siempre acertada, se notaba que estudiaba con esfuerzo.

A la hora del descanso, se sentaba lejos de los grupos bullangueros. Sacaba una fruta de su mochila y comía despaciosamente como si estuviera degustando una comida exquisita. Usaba ropa vulgar y siempre la misma. Limpia, sí, muy limpia. El cabello negro azabache, en una larga trenza caía por su espalda hasta las nalgas. Sus ojos grises parecían un cielo nublado en días de tormenta.

A él, eso lo atrajo. ¡Una mujer que se volviera loca por él, lo ponía nervioso! Se acercó una mañana que tenían exámenes muy difíciles. Le ofreció si quería alguna ayuda y ella, apenas lo miró. Agradeció por cortesía, se irguió y lo dejó solo hablando con las aves que revoloteaban a su alrededor.

¡Fue un perfecto traspiés! Estaba de boca en boca de los estudiantes y ese día reprobó la prueba. Ella consiguió un diez y felicitado. Caminó tranquila, sin darle importancia al hecho.

Pasaron varios días y él, encaprichado la seguía. Tenía que doblegar esa orgullosa morena provinciana. ¿A él, le iban a decir un No? Jamás. La invitó al cine, nada. Le regaló una rosa, menos, le compró un libro de poesías... no pasó nada.

Isaura, se daba cuenta que crecía la envidia de las muchachas y la burla de los varones. Y un día, ella aceptó un café. ¡Ha claudicado! Después ella comenzó a contestar sus preguntas; que era de lejos, que tenía once hermanos, que su padre era minero y su madre no tenía estudios. Él, se reía por dentro. Le alababa mintiendo, las buenas notas que ella lograba, le tenía envidia y bronca. ¡Ya iba a saber ella quién era él!

Un día sin que el se diera cuenta ella lo vio que robaba los exámenes del escritorio de la cátedra. ¡Por eso daba buenas exposiciones! Ladrón, mentiroso, lleno de fantasías y orgullo. Soberbio.

¿Quién le iba a creer si lo denunciaba? Si todos adoraban a ese joven brillante. Ella con tanto esfuerzo lograba superarse y él, se burlaba de la confianza que le procuraban sus profesores y compañeros. Sólo atinó a decirle que no quería más su compañía. Que ella era feliz como era su vida antes. ¡Él, la llamó idota, fea y "poca cosa"! Los compañeros se reían. Las muchachas la miraban socarronas. ¡Si supieran!

Un día un profesor cambió de repente el texto que debían desarrollar en el examen... ¡Oh, sorpresa! Él, escribió otro tema, el anterior y se descubrió solo ante los superiores.

Ella, que sabía, se reía por dentro. Pero un profundo dolor se le clavó en el alma. Su corazón se había roto por las mentiras que eran como flechas de obsidiana que arrancaban sangre de su corazón de niña; cuando el le decía que la amaba. Todo, todo era mentira

 

 

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