lunes, 31 de marzo de 2025

¡DÓNDE ESTÁN LOS DIOSES!

 


 

                               "Amar y ser amado, es el privilegio de los dioses."

 

Leonardo estaba solo en la fábrica cuando un compañero cayó sobre el frío cemento. La máquina seguía machacando el metal. El capataz corrió y un compañero llamó del celular a la ambulancia.

Rápidamente lo entubaron y lo sacaron del taller. Otro operario lo remplazó y todo parecía que seguía igual, pero el corazón de Leonardo palpitaba con angustia. Conocía al hombre. Era entrado en años y le faltaban unos meses para jubilarse. Tenía a su cargo a su esposa, una hija con un niño y al vecino que no tenía familiares.

¡Demasiado trabajo! ¡Está agotado! Ayer hizo diez horas y se fue agitado. ¿Y alguien se hará cargo de ir a ver qué le pasó? Esas eran las palabras de los que seguían frente a las máquinas. Todos preocupados por el compañero.

Don Jiménez, el patrón, se acercó a decirles que había sido un susto. ¡Gracias a Dios, Elías está bien, ya lo llevaron a la casa! Su familia lo cuidará hasta que pueda volver. Su puesto está seguro. Y saludando amable salió del taller.

Esa tarde al salir de la fábrica, Leonardo lejos de regresar a su departamentito, tomó el tren y se fue a la zona donde vivía Elías, su buen compañero. Golpeó las manos en la orilla de la vereda. Salió el nieto. Era un niño de alrededor de ocho años. Delgado, de ojos vivaces y una sonrisa algo desdentada. ¡Hola? Vení mi abuelo te espera... hace días que te espera.

Leonardo ingresó a la casa que desde el frente parecía una vivienda insignificante. Cuando cruzó el umbral sus ojos no podían creer lo que veía. Era una belleza. Pintada de colores claros, con muebles sobrios pero limpios y bellos. Ventanales de cuyos vidrios ingresaba una luz intensa y amable.

Por los pasillos, todo brillaba. Parecía el hogar de un acaudalado, no por el lujo, sino por la pulcritud y armonía. Entró al dormitorio, donde Elías en su lecho estaba descansando. La esposa, se acercó tendiéndole la mano.- ¡Lo esperaba mi marido, señor Leonardo! Quiere darle las gracias y pedirle algo. Yo me retiro así ustedes pueden hablar tranquilos, dijo la señora.

Él, se acercó una silla. Sentado junto a la espaciosa cama. Sábanas blancas como la nieve con unas iniciales bordadas en las orillas de la funda de la almohada. Una hermosa colcha de hilo hecha a la aguja por una mano hacendosa y perfume a lavanda que en un florero, irradiaba su aroma en toda la estancia. Elías, sonreía. - ¡Creo, Leonardo, que nunca se imaginó como vivíamos! Ser pobres no significa vivir mal, depende de la compañera y de los que te rodean, ah, y de ser muy trabajador.

- En verdad nunca imaginé que usted era tan prolijo, aunque en la fábrica si se notaba su empeño. Es diferente a alguno de los muchachos, que dejan todo tirado y sucio.

- Bueno amigo, yo quiero pedirle un gran favor. Si pudiera, lleve a mi nieto este fin de semana al partido de su equipo favorito. Yo lo suelo llevar. Tengo las entradas compradas y él, tiene el sueño de ver jugar a un muchacho que salió del barrio y llegó a primera.

- ¡Pero sí, con mucho gusto! Dígame a qué hora quiere que lo busque. Yo no soy de ir a la cancha pero por un amigo en apuro lo hago con mucho placer.

- Será el sábado a las diecisiete treinta. Él lo esperará junto a su madre, en la parada del autobús. Y ahora cuénteme como está todo allá en la fábrica.

- Las cosas están bien, nada de volverse locos, pero encontraron un aspirante a metalúrgico de una escuela industrial, que lo remplaza por unos días.

- ¡Menos mal! Estaba preocupado, no podemos perder el contrato de la empresa Ramos. De eso, me dijo el gerente depende mucho el caudal de obreros que puedan sustentar.

- Hábleme de su problema, los médicos... ¿qué le han dicho?

- Por ahora tengo que medicarme y hacer reposo. Demasiado trabajo. Pinté toda la casa con ayuda de mi mujer y mi hija. Además, el jardín hay que cuidarlo y la chacra que nos aliviana el presupuesto.

En ese mismo momento entra la esposa con una limonada y le ofrece unas pastillas. Ella, se nota preocupada. Pero atenta y cariñosa, le acomoda la cama y las almohadas.

- Bueno voy saliendo amigo, se hace tarde y usted debe descansar. Cuente conmigo para lo que necesite y el sábado me llevo al "pibe" a la cancha. - al salir se cruza con la hija del enfermo y su corazón da un golpe imperceptible, su rostro se sonroja. Esa muchacha es hermosa y él, tan solo. Ella lo mira y le sonríe.

- Leonardo, mi papá me ha hablado mucho de usted. Le doy las gracias por lo que hace por mi niño, su papá falleció cuando tenía tres años en un choque del ferrocarril. Y su abuelo es la única figura paterna que tiene.

- Gracias a usted... y le tiende la mano. -tiemblan ambos.

- Me llamo Mariana. Y le ruego que venga a casa cuando quiera, le hace muy bien a papá y seguro a mi niño. - su rostro expresa dulzura.

Leonardo sale con el corazón con timbales sonoros... esa mujer es una maravilla y siente que puede tener un sueño de amor.

 

 

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