jueves, 14 de octubre de 2021

UNA INSÓLITA SOLUCIÓN

             Desde el automóvil alquilado, Ivanna, observa el frente del caserón. Bello lugar. El coche de su amado Rafael, es el aguijón que se le clava en los ojos. Allí está detenido desde las diez horas, y no se ve movimientos en el interior. Se le nubla la vista que tiene incrustada en los ventanales y el gran portal, por donde espera verlo salir.

            Ya es la hora en que los árboles comienzan a transformarse en matorrales, verde oscuro o negro, cuando comienzan unas leves luces a asomarse por los vidrios. Se abre el portón de hierro y aparece un pequeño coche deportivo. Antes, en el vestíbulo, Ivanna observa asombrada, como su marido, besa apasionadamente a un atlético joven moreno.

            Un estilete invisible le atraviesa la garganta reseca. En su retina se incrusta la imagen. Luego parte el coche de Rafael, rumbo a la ciudad. Suena en su cartera el celular. Amor, me voy a demorar unos veinte o treinta minutos, acá en el club. Siempre que no me llamen por teléfono unos clientes. Te amo, espérame para cenar. Y ella lo sigue, para verlo ingresar en el club. Se detiene y espera. Lo ve salir bañado y cambiado de ropa. Un estilo informal que traía y sale con el típico traje de oficina. Los ojos de la mujer, tienen un raro color resinoso. Se aleja apurada por la autopista y corta camino por calles extrañas para llegar antes que él, a la casa.

            Intenta tranquilizarse. No sabe cómo actuar. No debe demostrar sentimientos. ¡Comprende por qué causa no quiere tener hijos! Su reloj biológico ya está en rojo y él, siempre inventa pretextos para evitar la paternidad. Resiste pensar en “su” hombre en brazos de otro, si fuera mujer, su alma no estaría tan destrozada. Cuando siente la llave en la puerta de entrada, se ve reflejada en el gran espejo de su dormitorio y una extraña pátina se desliza por sus ojos, en forma inoportuna cual párpado transparente. Se refleja nuevamente su piel tersa y su cabello corto tiene un suave reflejo verdoso. ¡Es mi imaginación! Mi odio me hace ver cosas insólitas, piensa. Desciende por las enormes escaleras de mármol y se desliza como una sombra. Él, en el comedor ha tomado un vaso de güisqui y tintinea el hielo festivo en el cristal. Le acerca uno igual y la besa ligeramente en los labios. Ella retira precipitadamente la boca. Que siente levemente dura. Su lengua parece de plástico. Se aleja hacia la mesa donde la mucama ha preparado la cena. En silencio, se sientan y comienzan a comer. Un breve comentario sobre la exquisita carne a la provenzal, al buen vino boyarda y al clima. Luego se instala una pared invisible entre ambos. Cuando están por finalizar y se acerca la joven mucama, se miran sorprendidos por el rugido de una moto que ingresa en el camino a la casa. Rafael, salta en la silla y se precipita al palier de ingreso. La alfombra persa sabotea los pasos y la voz en cuello de ambos hombres, es un siseo terroso que llega apagado a oídos de Ivanna. ¿Qué haces acá? Te he dicho que aquí jamás vengas. Vete. Mi esposa …El ingreso inopinado de la mujer transforma la situación. Lame con su mirada extrañada el cuerpo y rostro de su enemigo. Una cara infantil, rubicunda de ira y sospechosa de venganza, se detiene en ambos rostros. ¿Quién viene a visitarnos a esta hora? ¿Acaso lo invitaste a cenar y no sabía nadie nada? Pase. Tome un aperitivo con nosotros, dice ligera para conocer la causa de ese exabrupto.

            Rafael, palidece y apenas puede balbucear palabras. Mi compañero de tenis, el joven Belisario Verón. ¿Te acuerdas que yo te comentaba, querida de un nuevo socio al que hay que temer por lo bien que juega? Bueno ha venido y me encantaría saber qué lo trae a esta hora.

            No vengo como socio a jugar tenis, sino a buscarte para ir a “Soho Gay”. No es tu fuerte mentir. Cambiate que nos esperan para el nuevo show. Y te retiras de nuestra casa que crees que estás haciendo, atrevete a molestar a mi señora. Sal ya mismo. De ninguna manera. Tú, refinada estúpida, debes saber que hemos estado todo el día juntos en un lecho de amor. Te engaña. Es mi amante. Déjalo ir. Sé inteligente por una vez y comprende que yo he ganado esta contienda. Eres un verdadero cretino. ¿Qué necesidad tienes de insultar en mi casa a esta pobre mujer?

            Atónita, Ivanna y la mucama, miran a la pareja. Salen y el estruendo del escape rompe el trágico silencio de las gargantas de las mujeres. Sorprendidas, se alejan para reponerse del momento sufrido. La mucama, toma su ropa y sale, dejando la llave sobre el mármol rosado de una cómoda, en el ingreso a la casa. No atina ni a saludar. Su mente tiembla. No comprende nada. Su patrón es… no puede ser. La señora tan fina y bella… eran tan felices, o lo parecían. En la soledad del barrio pasa junto a los guardias de seguridad como aislada del mundo.

            La joven ama, despechada, comienza a recorrer cada rincón de su bello dormitorio. Abre el vestidor y con una navaja corta y deshilacha la ropa de su ex marido. Su vientre es un volcán en erupción. No llora. Tiemble de ira y sueña diferentes venganzas. De pronto se mira frente al espejo de su vestidor. Allí, observa que sus ojos, tienen un extraño proceso de cambio. El iris, se alarga verticalmente. Una suave membrana cubre su globo ocular en forma de párpado extra. Su rostro, totalmente endurecido por la furia, se va cambiando y la nariz, se eleva achatándose sobre una faz angulosa. La lengua es larga y se mueve a latigazos con una incisión en medio. Una serpiente envidiaría su lengua. La piel va tornándose escamada y verdosa. Mira sus manos y las ve atrofiadas en garras con afiladas púas negras. Se encorva. Crece una inesperada cola con espinas de colores que se elevan hasta la cabeza donde el hermoso cabello ya se ha transformado en aguijones venenosos. Se desliza sobre su vientre húmedo y frío. Siente un grito interior que la empuja hacia el parque. Sale por el enorme ventanal. Sale en búsqueda de un apareamiento para desovar sus crías.

            Sobre el brillante piso de mármol blanco quedan derrotados, un par de zapatos de tacones rojos, un vestido de seda negro y un collar de perlas con broche de zafiros.

           

ESE ALTILLO LLENO DE SORPRESAS

             Mamá nos ordenó “ nunca entrarán en el altillo”. Ese fue el peor error que pudo cometer. No dormíamos la siesta ni podíamos concentrarnos en las tareas de la escuela pensando en lo que guardaban en ese altillo misterioso.

            La corta escalera tenía ocho, sólo ocho escalones y se encontraba detrás de ellos una puerta de madera oscura con una vieja cerradura metálica. Solamente mamá y el tío Eugenio tenían la llave. Siempre la limpiaban cuando estábamos en la escuela. Nunca pudimos ver qué había ocultado el viejo gruñón, del tío, en ese rincón famoso.

            El viejo llegó un día de otoño. Era soltero y había vendido su casa en la capital para venir a vivir con nosotros. Mi hermana Chachi, tuvo que dejar su habitación y cederle su cama, su ropero y su paz. Vino a dormir con Luciana y conmigo. Estábamos apretadas en el dormitorio que daba  al sur, era frío y el baño quedaba a cierta distancia. Siempre había que esperar que el hermano de papá terminara de vestirse, peinar su larga cabellera que pasaba de un lado a otro haciendo un enrejado parecido a una cesta de mimbre, en su calva reluciente.

            La primera semana fue muy agradable contándonos chistes y anécdotas, de su juventud. Luego habló de sus viajes y finalmente nos hablaba de sus maravillosas compras de anticuario. Nos veíamos obligadas a buscar en el diccionario la mayoría de las palabras que decía porque no sabíamos qué querían decir. Mamá nos retaba diciendo que para eso papá pagaba una escuela tan cara. ¡ Es que el tío es tan antiguo, que nos se le entiende de qué habla! Le contestábamos nosotras.

            Comenzamos a imaginar que en el altillo había un tesoro robado en algún lejano país exótico. Luego decidimos que había una momia de Egipto, donde según él, había vivido entre traficantes de tesoros perdidos. A partir de las tres o cuatro semanas, ya habíamos llegado a la conclusión que había un cadáver de alguna mujer, a la que había comprado a los beduinos del África y luego de matarla, la había descuartizado para no estar preso en Devoto. Así, en las interminables noches desveladas, hablábamos tantas tonterías, que mamá terminó por prohibirnos dejar la luz encendida hasta que las campanadas daban doce golpes de bronce. El reloj, es verdad, era del tío. Era hermoso y tenía además unas bailarinas que salían de una especie de teatrito de terciopelo rojo. Lo había comprado en Italia, en Venecia. Con eso habían llegado dos sillones color azul y plata, de forma exótica; una vitrina repleta de miniaturas de cristal de colores, hechas muchas de ellas en países con nombre difíciles. En fin nuestra vida de niñas tranquilas había terminado con el famoso altillo prohibido.

            Descubrimos que el tío, estaba muy enfermo. Una extraña fiebre tropical, que había contraído en África o en Australia. Eso creaba mayor curiosidad entre nosotros. Esa llave... era un imán perfecto a nuestra imaginación. La cerradura herméticamente cerrada, ponía un murallón entre los ojos despabilados y el corazón palpitante. Mamá también escondía algo. Y para los chicos todo lo que es prohibido es la invitación a transgredir.

            Pero, un día, salieron los tres, papá, mamá y el tío Eugenio en busca de un médico especialista. Luciana encontró la llave y allá fuimos. Subir los escalones fue una aventura indescriptible. El olor a humedad y el polvo, golpeó nuestras narices. Un sin fin de cajas, baúles y arcones con maravillas se abrió a nuestras pupilas dilatadas por el asombro.

            Había un sin número de trenes eléctricos, a cuerda, muñecas con brazos y piernas articuladas cuyos ojitos de porcelana brillaban con el suave movimiento de sus cabezas. Se abrían y cerraban rítmicamente , mientras de sus vientres salía un sonido semejante al llanto o a la palabra: mamá.  Quedamos boquiabiertas. Un cajón contenía cajas de música. Las había de madera, de madre perla, de carey, de vidrio...; algunas tenían pequeñas muñecas que danzaban otras, una cascada de nieve que caía sobre un trineo. Había soldaditos de plomo vestidos con sus perfectos atuendos de época. Nos distrajimos tanto que cuando quisimos salir, descubrimos, ya tarde, que la puerta se había cerrado y no teníamos forma de abrirla desde adentro. Yo comencé a llorar y Luciana me trataba de consolar, pero sabíamos lo que se venía. Pasó un tiempo, para mi, interminable y escuchamos las voces familiares. Papá discutía con el ¡famoso! Tío Eusebio. Estaba tan enojado, que gritaba. –Han entrado sin mi autorización.-  La ira lo hacía temblar, dijo luego mamá, relatando la discusión. Chachi, por celos nos había encerrado y cuando mamá abrió la puerta... la abrazamos, pidiéndole perdón y que nos protegiera. Todos estaban muy serios. Papá nos habló con serenidad, pero con la formalidad de los momentos difíciles.

            La cara del tío era una estatua de madera, pero, luego del susto, al final, nos regaló uno de sus tesoros. Yo recibí una muñeca alemana, de cabellos rubios naturales, que hablaba con un extraño mecanismo dentro de su cuerpo. Fui la más feliz de las muchachas de mi barrio. Luciana recibió una cajita de música siciliana con una arlequín que tocaba una pequeñísima guitarra y Chachi un tren a cuerda que giraba y giraba alrededor de vías que pasaban por una ciudad en miniatura. ¡Ah, mi muñeca tenía un precioso vestido de color azul! Aun la conservo a pesar de mis ochenta años.

           

UNO ES?

 

“UNO ES MÁS AUTÉNTICO, CUANDO MÁS SE PARECE A LO QUE HA SOÑADO DE SÍ MISMO” ALMODÓVAR

 

            ¿Cómo puedo tener las manos tan sarmentosas?

Tan vacías de lamentos. Secas.

Si tengo el corazón lleno de fantasmas.

Amor

Penas y silencios

Allá, nuestra piedra mágica

Loca, como ave que emigra

Oscuro el infinito acecha

Allí, tal vez, habita el movimiento

El silencio

La lengua

La memoria

Aquella alfarería de greda ahumada

Privilegio de algunos

Cámaras de incienso

Derrame de sonido sin eco

Mar desperdiciada

Sabor a tinto nuevo

Nuez crocante

Profundidad

Manos llagadas

Inertes, sueñan sin permiso

las primicias de la noche

luna llena, dorada.

 

 

ANÉCDOTAS DE MIS VIAJES, narración

 

LA FRÍA GRAN BRETAÑA

 

Llegar una Argentina a Londres es toda una experiencia. La primera vez que fui, no había existido aun, la Guerra por las Islas del Atlántico Sur con Inglaterra. Nosotros queremos recuperar las llamadas Islas Malvinas, Georgias del Sur y Orcadas, a lo que los británicos llaman “Falkland”. Es un tema sensible para nosotros y enojoso para ellos. Sin embargo como personas de bien, fuimos a conocer esa enorme Isla Británica.

Londres es una hermosa ciudad que a pesar de los miles de bombas que la destruyó en la segunda guerra mundial, se ha levantado como Ave Fénix de sus cenizas.

Hicimos el itinerario de todo turista: Conocer el palacio Real, castillos antiguos, la Catedral donde se corona a la Reina o Rey, el maravilloso Museo en donde hay obras “prestadas” sin voluntad de ser devueltas de varios tiempos y países.

Junto al Palacio donde dicen que habita la Reina, está el museo con las joyas de la corona; luego de hacer una cola bastante larga, ingresamos y comenzamos a ver alhajas hechas en India, Pakistán, Francia, España y por supuesto América toda: Brasil, México y hasta de mi país.

Cuando en un momento me acerco a una de las vitrinas para ver mejor, me dieron un grito que me paralizó. ¡Qué atrevida esta mujer! ¿Cómo se atreve a estar tan cerca de una joya como la Corona que tiene nada menos que el famoso Diamante “Koinor” y piedras enormes engastadas en oro, platino y quién sabe qué otro metal preciosos?

Aprendí, que hay que serenarse y no decir nada, pedir disculpas y seguir, no vayan a creer que soy una indígena sin educación o quiera robar la corona de la Reina

Nos mostraron en el jardín los cuervos que cuidan y alimenta una persona del palacio porque existe la leyenda que si no queda uno sólo, cae la Corona y se termina el reinado de Gran Bretaña. También, amorosos ellos, nos llevaron a ver el lugar donde el Rey Enrique VIII, hizo decapitar a varias esposas y enemigos que parece que no lo amaban mucho. ¡Dios, qué horror! También nos mostraron una pared donde según explicaba el guía, hacía muchos años, habían encontrado en un doble muro, los cuerpos de dos adolescentes, hijos de un rey que habían amurallado y desaparecido para que otro hermano o pariente tomara el trono. ¡Una belleza de familia!

Pero reconozco que la ciudad de Londres es hermosa.

La ciudad tiene un aire moderno, clásica y llena de vida. Fuimos al lugar donde en un sótano cantaron por vez primera los amados “Beatles”, hoy siguen debutando grupos de música y uno puede beber un “Ale” cerveza negra en una enorme copa de vidrio con esa espuma frágil y deliciosa para el sediento. Fuimos a “Harrods” a tomar el té. Fue un éxtasis. ¡Muy caro pero tan paquete! Luego recorrimos los pisos de la tienda más antigua y famosa, creo, de la ciudad. Allí vimos el homenaje que le han hecho a Diana la Princesa Triste y a su prometido. Nos cruzamos con numerosas mujeres musulmanas, que vestían sus túnicas negras y cubrían sus bellos rostros. Creo que eran las únicas que podían comprarse las piezas de ropa o cuero en zapatos y carteras, ya que para nosotros eran inalcanzables. ¡Es un lugar de la Mil y una Noche!

En Picadilly hicimos lo increíble, ver pasar en auto a la reina Isabel que me pareció una mujer solitaria y triste. Autos adelante con sirenas y atrás, la seguían a pasos para que nadie se acerque. ¡En verdad, me dio pena! Ha tenido una vida muy larga y difícil.

El museo Británico es una maravilla. Al ingresar está la “Piedra Roseta” que un joven de catorce años, llamado Champollion descifró los jeroglíficos egipcios. Había una multitud, por lo que seguimos a las salas donde había parte de los frontis del Partenón. ¡Justo ese día nos enteramos que en Afganistán habían dinamitado unos antiquísimos budas de piedra los Yihad! Por lo que yo pensé, por lo menos, los frisos no están perdidos ya que en Grecia, al Partenón, lo habían usado para guardar explosivos en una guerra.

Luego pasamos por varias salas de pintores famosos donde la vista se embeleza con tanto arte. Cansadas regresamos al hotel, donde como todos los días comimos pescado con papas. ¿Pensar que antes que Cristóbal Colón, llegara a las costas de América; no conocían ese tubérculo comestible y rico?

En una de las tantas excursiones nos llevan sin decir claramente qué había allí. Bajamos del vehículo y caminé por un estrecho sendero y de pronto… ¡OH, sorpresa! Mi corazón dio un salto gigante. Frente a mis ojos estaba “Stone-Age”  Stonehen el monumento paleolítico más estudiado en la escuela y estaba allí, ante mis ojos asombrados y temblaba de ternura. Es una de las situaciones más hermosas de mi existencia. Las había visto en todos los libros desde mi escuela primaria, hasta el secundario y simplemente millones de  años estaban así, como un lugar familiar en mi camino. Sólo el frío y el viento me sacudieron y caminé alrededor imaginando los seres humanos que habían levantado semejantes piedras sin herramientas modernas, sin ayuda tecnológica y eran hermosas y cumplían su espacio para recordarnos cuánto de humanos somos y cuánto le ha dado Dios a los hombres para que elevaran ese círculo mágico de enormes piedras. ¡No voy a olvidarme nunca mientras viva lo que sentí en ese momento!

Cuando partimos para Escocia, supe que iba a un país de ensueño. El sonido de las gaitas, las faldas Kil, las leyendas y cuentos de la época de los celtas, me dieron un regalo precioso. Conocí varios castillos y también viejas catedrales e iglesias que se han transformado en templos Anglicanos. Respetaron mucho, en algunos, antiguas reliquias de santos católicos y estatuas de la Virgen María. Igual Escocia es muy parecida a Irlanda. Luego conocimos Gales, es una región muy verde, con ríos y riachos por doquier, con pequeñas casas típicas en las ciudadelas y otras con techos de paja (creo yo)  que se ven en la campiña. Me quedé encantada y muy cansada físicamente en ese viaje. El clima me resultó muy duro. La gente amable y educada, nos miraba raro a veces cuando nos preguntaban de dónde veníamos y decíamos: Argentina. Muchos de ellos habían dejado algún familiar en las islas del sur.

 

ANÉCDOTAS DE MIS VIAJES, narración

 

DE CASUALIDAD EN BRUJAS, BÉLGICA

 

Estando en París en mi último viaje, me invitaron Carolina y Tony a ir a Bélgica a conocer Brujas, esa antiquísima ciudad medieval. ¿Yo saltaba dentro de mí de estupor y alegría! Imaginaba que sería un viaje largo y que nos tendríamos que quedar en un hotel a pasar la noche. ¡En mi país, todo queda lejos y hay que andar muchas carreteras para llegar a las ciudades!

En el trayecto, me hicieron descender del coche en un enorme cartel, BÉLGICA, rezaba. ¡Ya estábamos en otro país! Ni aduana, ni pasaporte, ni policía…estábamos en un territorio del Mercado Común europeo!

Acá para cruzar la frontera con Chile a unos cien kilómetros de mi ciudad, hay que hacer dos aduanas y esperar a veces ocho, a diez horas. No lo podía creer. Entusiasmada me faltaban ojos para ver los campos cultivados y las viviendas a orillas de la carretera. De pronto una flecha roja dejó su estela junto a nosotros: el tren bala que como saeta atravesó el terreno. Imaginaba mi país que de norte a sur tiene cuatro mil kilómetros y de este a oeste mil doscientos y no tenemos ferrocarril, ni de los de antes… ¡Qué triste diferencia!

Llegamos a Brujas. Un sueño hecho realidad. De mis lecturas y estudios, fui avizorando las preciosas joyas arquitectónicas que cruzan la ciudad. La plaza tan de ciudades viejas, con esos colores ocres y rojizos que me llenaban de amor. Almorzamos en un parador redecorado con antiguas piezas de arte y objetos artesanales bellísimos.

Como veía en los ventanales pequeñas obritas de encaje que cubrían los vidrios, pregunté por qué no había cortinas en lugar de esos bellos objetos. ¡En épocas muy distantes en el tiempo, cuando se hablaba de las “Brujas”, para demostrar que en las viviendas no había ni se hacía hechicería, tenían la obligación de tener toda la vida a la vista del público! Creo que por eso se llamará Brujas esa ciudad.

En un edificio algo escondido, en plena plaza principal, vi que ingresaba mucha gente y entraba por una puerta estrecha y salía por otra que daba a otra calle atrás. Pregunté qué era ese lugar. ¡Una iglesia Católica! Allá fui. Cuando me acerqué vi a un sacerdote que tenía en sus manos una ampolla de cristal que la gente miraba y seguía de largo, Yo me incliné y al mirar vi en latín “Sangre de Cristo”. ¡Dios, mi corazón pegó un salto! ¿Será cierto? En Europa todo puede ser. Me hinqué y me santigüé y el cura, me miró extrañado, me la acercó la ampolleta y vi una masa mínima de coágulos de sangre; le pasó un paño impecable y me la dio a besar. Yo con fervor, la besé y él, descartó el paño y la limpió con otro nuevo. Me entregó un libro que tenía la historia de la ampolleta y estaba en varios idiomas. No sabré nunca si es realmente Sangre de Cristo, pero me produjo una gran emoción ya que ha habido tantos milagros en ese lugar que creo que Sí, lo es.

Luego al salir subimos a un bote de remo que nos llevó por los canales que atraviesan Brujas. Comenzó a llover, los patos y gansos que nos rodeaban pedían migas de pan que la gente les daba, y era muy bello ver a las pequeñas crías acompañar a la pata o la gansa por el rumbo de la barca.

Alrededor de las siete de la tarde cuando la lluvia cesó regresamos a Francia y a París, que era un hervidero de autos que retornaban del fin de semana. Ellos salen de la ciudad buscando sol y buen clima en el sur. Ya que París tiene casi todo el año el cielo gris y poco sol.

¡Por supuesto no pude dejar de traer esos preciosos encajes para mis ventanas! Aunque estoy segura que en mi tierra no existe la Inquisición y no hay brujas. ¿O sí?

El viejo dicho de mi tierra es: Brujas…que las hay, las hay, pero no usan escobas…ahora usan Internet, Televisión y You Tube. Los aquelarres son en los “boliches” donde bailan con la ruidosa música metálica.

 

lunes, 11 de octubre de 2021

ESPERO SACIARME

  

Espero contagiarme la noche de tus ojos

para encontrar el rastro de mí nombre.

espero disipas tu aliento en el olvido

como las aspas gigantes de un molino.

Espero cabalgar tu cuello con mis manos

apretando en el viento los insomnios

espero desfogarme en cada giro del sol

de las desnuca insolencia de tu boca.

espero inclinarme  sobre tu píen infantil

para desnudar y recibir la marca de la muerte

espero esperarte quiera en la alcoba cambiante

donde se esconde el brillo de la luna

espero beberte con besos desprolijos y

reprochar en cada uno lo inquiero de tu mente.

espero curarme de ti en unos días

para eso dejar de beberte y soñar

 

DE ANÉCDOTAS DE VIAJES

 

¡MÉXICO LINDO Y QUERIDO…!

 

Para llegar a las pirámides del Sol y de la Luna hay que ser un atleta y yo no lo soy. Son miles de escalones para trepar y el calor húmedo te quita la respiración. Tendría que tener veinte años para hacer esa maratón arqueológica. Pero es tan bello ese México, que en cupo en mi corazón un rincón especial sus diferentes paisajes.

Son tantos los lugares mágicos del territorio que pude transitar; que falta tiempo en los paseos propuestos para gozarlos a todos.

Mi tierra mendocina tiene un especial cariño por ese terruño. De pequeñas cantábamos las canciones de mariachis como parte de los juegos infantiles, aun recuerdo cómo lloraba cuando me hacían repetir varias veces “El Pajarillo Pecho Amarillo” y se reían porque no entendían que me daba vergüenza cantar frente a los mayores de mi familia.

Ya mayor, yo, pude viajar a México. Un país enorme, lleno de historia y de pinturas murales de grandes y admirados artistas. Llena de antiguas ermitas y catedrales que otrora fueron palacios de aztecas o mayas.

Por supuesto ir a la casa Azul de Frida Kahlo y recorrer los museos con joyas prehispánicas, es un lujo.

La pintora Frida Kahlo se pintaba muy fea…y era muy bella. Las fotos que la muestran en los muros multicolores de su casa dan luz a una mujer hermosa. Su vida fue un infierno de dolores físicos y amorosos. ¡Era frágil como las aves y fuerte como una leona! Su corsete de hierro y su silla en la que paso parte de la vida, parecen fabricadas por un inquisidor. ¡Como he podido conocer, ella como otros artistas coleccionaba miniaturas! En su alcoba hay una vitrina con pequeños objetos que hacían su deleite. Tenía el alma de un niño. Y la alegría de una diosa pagana. Tal vez por eso el color juega con los sentidos en esa casa exquisita.

Una de las cosas más serias que viví en ese país precioso, fue la comida con sus terribles picantes. Los mexicanos le ponen “Chile o ajíes” a todo. Creo que hasta crían a las gallinas con ají, ya que hasta los huevos fritos son picantísimos. Mi boca era fuego, llena de llagas y los labios parecían una granada madura. ¡Cómo sufrí, Dios mío!

Al llegar al distrito federal o capital, de acuerdo a mi curiosidad, pedí conocer la Catedral que se va hundiendo año a año y el zócalo y me quedé con la frustración de no poder entrar en ningún lugar de los tan soñados. ¡Había una huelga de hombres que se habían acantonado en ese lugar y sólo usaban: “Pañales”; sí, pañales! 

Salimos de Distrito Federal rumbo a Taxco. ¡Un lugar lleno de magia! Entre callecitas ondulantes y recodos amigables. Descubrí un mercadillo de nativos en una escalera que llegaba a una plaza, en cada escalón una mujer vendía hongos color violeta comestibles, zapallos, maíz, frutas varias, en el otro escalón un campesino con su costalito lleno de harina de maíz y verduras; me detuve en cada escalón compré lo que necesitaba y saqué todas las fotos inimaginables. ¡Un placer! Es verdad que en cada ciudad o país que visito quiero conocer los mercados. ¡Son el alma del pueblo que piso!

La antigua iglesia estaba dedicada a Santa Prisca o Priscila y me sorprendió encontrar confesionarios para mujeres separados de los de los hombres y otro para “Indígenas”. Si México está poblado de nativos, es que es muy vieja, me dijo una señora y en la época colonial había ese tipo de separación. ¡Gracias a Dios todo eso se ha perdido, digo, la vida humana sobre los sexos u orígenes!  

En el distrito federal, cuando regresamos, conocí la iglesia que le construyeron a la Virgen de Guadalupe en el cerro y que también se está hundiendo. A un costado han hecho otra donde está muy organizada la visita al cuadro donde se manifestó la Virgen; es pequeño en tamaño pero muy importante por lo que implica para el mundo Cristiano, en especial para los Católicos. La han puesto en una pared bien lejos de los posibles atentados. Ya le pusieron una bomba en un atentado y no se quemó, sólo una “chamuscadita” en una orilla; abrazada por una enorme bandera de México y tiene una especie de pasarela como las que se usan en los aeropuertos que son para no detenerse. Sobre el retrato el famoso actor Mario Moreno “Cantinflas” le ha ofrendado una corona de oro con piedras preciosas que apenas se puede ver. ¿Miedo a los robos? Puede ser. La verdad es que la cantidad de peregrinos es incalculable. Es muy querida y venerada y el gobierno, que es bastante socialista y ateo, hace concursos permanentes de arte, por retratos y cuadros a la Guadalupana. ¡Es increíble ver la cantidad de versiones que hay de ella! Con respecto a “Cantinflas” no se conoce la cantidad de obras de amor y caridad que dejó al pueblo de México: asilos, hospitales, escuelas, hogares para ancianos y ayudó a los actores para su vejez. ¡Era un filántropo, generoso y amante de la gente!

¡Dejé México con el deseo de conocer más, pero me lo impide la comida tan picante que sirven creyendo que todos comemos así, con fuego en el sabor de los menúes! Es una pena.