¡HOY CUBA PIDE LIBERTAD Y VIDA!!!
AYER...
Mi tarea literaria estaba compartida con una prima Cristina, que más que
narradora, era una gran poeta. Ya no me acompaña en esta vida y la extraño. En
ese momento, cuando tenía que llevar uno de mis libros a Panamá, la invité y
ella aceptó. ¡Gracias a Dios, pudimos hacer un viaje mítico!
Ya que íbamos a Panamá decidimos quedarnos unos días en Cuba. Conocer
esa leyenda de centro América. La
Cuba de Castro y del “Ché”. Ella preparó un buen estudio
sobre una gran poeta y compositora argentina: Eladia Blázquez. ¡Una grande! Yo
aportaba al encuentro de poetas y narradores uno de mis libros de cuentos:
“Trasegando Historias en Ritmo de Vino”.
Como muchos de mis colegas escritores no podían viajar, me acercaron sus
libros para llevar a mostrar a los narradores y poetas que nos vemos cada dos
años en países del mundo. Llevaba un bolso de libros, míos y ajenos.
Al llegar a La Habana,
me detuvieron para indagar sobre los libros. Abrí el bolso y un grupo de
oficiales me hizo leer los nombres y trozos de algunos. Mientras unas señoritas
abrían otros y leían sin hacer mucho ruido. Me dejaron pasar sin problemas, ya
que ninguno tenía nada de política.
En La Habana,
paseamos en mateo, en unos pequeños móviles que parecen cocos con rueda.
Parecidos a los móviles de los países asiáticos que son bicicletas con un
carrito atrás que te mueven de un lugar a otro entre calles que son verdaderos
laberintos. Fuimos a escuchar una famosa orquesta de música de jazz y comimos
exquisitas frituras de pescado y langostas.
Las playas imposible de olvidar, su belleza deja boquiabierta. En un
paseo el auto que contratamos en el hotel, tuvo que atravesar la migración de
un sin fin de cangrejos. En los jardines del hotel, había una suerte de
“lagartijas” de colores que les llaman “perritos” comimos bien, paseamos bien y
al salir, cuando ya nos llamaban para subir al avión que nos trasladaría a
Panamá, siento que me llaman por el altavoz de la aduana. Debí dejar mi café
sin beber, para abrir nuevamente mi bolso por los libros. Otra vez me obligaron
a demostrar que no llevaba propagandas políticas. Con cierta rabia le dejé uno
de mis libros al oficial sugiriéndole que lo leyera y luego lo prestara a
muchos colegas para que vieran cómo escribe una persona en mi tierra.
Llegar a Panamá, fue la Gloria. Es
hermosa la Libertad.
La llegada a Panamá fue de un movimiento increíble. Nos esperaba un
puñado de poetas y escritores cariñosos y expresivos. Me pasaron un programa de
visitas, conversatorios, entrevistas y recitales para correr por lo numeroso.
La capital es moderna y lo que llama la atención es el famoso edificio
el “Tornillo”, una suerte de construcción de cristal que emerge en el cielo con
forma de un tornillo. Luego he visto edificios raros en Dubai. Pero era mi
primera vez y me asombró.
Finalmente, ya en el hotel me avisaron que me esperaban para llevarme a
la radio y a la televisión. Me sentía una “Liz Taylor”, es decir una diva.
Apenas me pude arreglar para salír corriendo. La entrevista era en un canal
nacional y salía junto a otras personas del medio, que realmente eran
importantes y para mí, desconocidas. Me preguntaron de los grandes poetas de mi
país y en especial de Jorge Luis Borges, que he leído y disfrutado entre otros:
Julio Cortazar, Manuel Mujica Lainez, Olga Orozco, María Rosa Lojo y muchos
más. Cuando llegué a la conferencia que
tenía que dar en la
Universidad, me trajo un joven el C.D. con la grabación de la
entrevista. ¡Qué organización!
Entre los momentos más simpáticos, fue el conversatorio en la Alcaldía de Panamá una
institución sin fines de lucro, con una orquesta que hizo un breve concierto
mientras nos moríamos de frío, ya que el aire acondicionado estaba a 16º C y
vestía una prenda para el húmedo y caluroso clima tropical de centro América.
Las cuatro entrevistadas, tiritábamos. A raíz de este hecho preguntamos la
causa de poner tan baja la temperatura… la respuesta nos fue dada en Off: “Para
poder usar ropa de invierno”.
No sabía si llorar o reírme, ya que en mi zona el frío es natural y bien
gélido en invierno, pero jamás se nos ocurriría poner estufas en verano para
tener más calor.
Bello fue cuando luego de tener varios coloquios nos llevaron a
distintas zonas de Panamá. Ya, al finalizar el encuentro con poetas, nos
llevaron a las comunidades indígenas. ¿Qué hermoso! Los niños habían preparado
bailes típicos y nos sentamos sobre esteras y en pequeños grupos contamos
leyendas de nuestros pueblos. Yo relaté la leyenda “Del Puente de Inca” un
lugar muy buscado por turistas y especialistas en geología y espeleología, que
ha permitido crear ciento de historias y leyendas sobre su increíble belleza
natural. (Se puede buscar en Internet).
Mi querida Cristina, dio una charla magnífica sobre Eladia Blazquez en la Universidad y cantó su
famosa canción:” Honrar la Vida”.
Que fue luego recitada por los poetas presentes. Un lujo.
Despedirnos de las miles de orquídeas de de Panamá, de su música que
bailaban con bellísimos trajes llenos de abalorios y tembleque, unas mujeres
hermosas; comer exquisitos platos típicos y escaparnos para conocer el “Famoso Canal
en el Estrecho de Panamá” que se había construido por norteamericanos, para
comunicar el océano Pacífico con el Atlántico y que supimos estaban haciendo
otro más amplio para dejar pasar a barcos enormes con mercaderías de todo el
mundo, en especial de China. Cosa que nos dejó pensando como el hombre trata a la Madre Tierra, como si fuera una
fuerza sin Límites. Dejamos la bella Panamá con una lágrima de agradecimiento y
pena. Son muy buenas personas y nos sentimos bendecidos de conocer Chiriquí,
Santa Ana y otros lugares históricos que recuerdan a los piratas que asolaron
el Mar Caribe.