viernes, 30 de junio de 2017

TOMERO, PERSONAJE DE MENDOZA, EL QUE CUIDA DEL AGUA EN LA TOMA.

ACEQUIAS           SAUCES Y TIEMPO.


Cuida tu acequia tomero, verde descuento de tiempo
venas de agua transparente que fina cabellera  enreda
color  de raíces blancas y rosas de rojo fuego
se deslizan entre el musgo
delfines de nubes prietas

los sauces, espejan verdes, esterillados de ensueños
hamacando entre las ramas, escamas de su silencio.

Tomero ¿dónde ha quedado el clamor de la alameda?

Ayer cubriendo la espalda del cerro se fue durmiendo
junto a la sobria hojarasca, crujiente de la alameda
la figura esperanzada de hombre de barro y piedras
oro ha sembrado a su paso mezclando sudor y cepas.

Yo he visto el cielo plomizo en sonrisa
demorada de tormenta
he visto cerca al infierno y
la jarilla, derramando flores de amarillos soles quietos.
Entre las setas y los hongos que afloran entre los cielos
el agua pura del cielo, regala viñas de ensueño.

¿Tomero dime tu nombre? Mi nombre es tan sólo ¡Espera!.

Llegará otoño a la tierra y los frutos de las vides
Arrogantes en sus taninos, darán color al racimo, que de los parrales cuelgan.
 Vino nuevo en los barriles  añejándose en silencio.


CUENTO CORTO



             REGALO INESPERADO EN EL AEROPUERTO

                        Firmó los contratos que incluían buena renta para sus inversores. Salió del edificio, cuyas oficinas quedaron solas y frías. Se sacó la chaqueta y comenzó a caminar por el bulevar, sintiéndose un triunfador.
            Toda su vida era un éxito en los negocios, a pesar de los abatares de la economía mundial. Por eso el prestigio lo seguía por los pasos que daba en los mercados de la Bolsa.
            Cuando era joven y recién comenzaba, alguien le había dicho: “Rodrigo, la vida es un negocio y si lo pierdes, el tren pasa y te deja en el andén. Tú pierdes y nunca más tienes otra oportunidad”.
            Y él, obedeció. Buscó una mujer de buenos apellidos y con abundante dote. ¡Por supuesto que sotto voce, investigó como era, costumbres familiares y otras yerbas! Así armó una verdadera corporación familiar comercial. Poco tiempo duró el romance, pero en apariencias, él, era el marido ideal.
            Luego de una noche de casino, donde invirtió dinero a manos llenas y por supuesto perdió, la habitación del “Gran Regyn Hotel” lo cobijó hasta que un suave susurro lo despertó para llevarlo tras el desayuno al aeropuerto.
            Un atolladero de vehículos impidió que llegara en horario y en el mostrador después de discutir, le dieron un billete para el día siguiente. Se alojó en el hotel del aeropuerto y dispuso ir al spa y luego de gimnasio – una hora como mínimo- regresó al comedor. Allí el silencio lo consternó. Regresó a la habitación 2589. en el piso 25. Durmió. Soñó con su infancia. Triste y llena de privaciones. Despertó sudoroso y con la boca seca. Una ducha lo despabiló y luego de vestirse para cenar, subió a la terraza al enorme comedor. Allí gente de infinitas etnias y costumbres se apiñaban en las mesas para servirse los exquisitos platos preparados por un chef internacional. Eligió un buen champagne francés y esperó.
            Una mujer hermosa se acercó buscando una mesa para cenar. Todas estaban llenas de asiáticos y africanos. La única posible era la de Rodrigo Aguirre del Solar. El maître le solicitó si la joven podía compartir un lugar y él, al ver la belleza y simpatía de la muchacha aceptó inmediatamente.
            Charlaron y rieron con anécdotas de ambos hasta que les solicitaron se retiraran. Ella lo invitó a su habitación. Allí con sólo desprenderse un bretel, su ropa se deslizó y quedó desnuda frente a los ojos ávidos del hombre.
            ¡Una noche de pasión inesperada y lujuria, cambiaron la piel y los cuerpos! Gozo y subyugación de la hembra hambrienta de calor lo dejó exhausto. Salió a las cuatro de la madrugada de la habitación con la culpa por haberse olvidado de su mujer e hijas. Olvidó hasta su billetera y el reloj. Cuando iba a salir para tomar el avión el conserje se los entregó. La billetera vacía. Sólo estaban sus tarjetas de crédito y algunas fotografías. El reloj, sin el brillante, símbolo de la marca del mismo. Ella había desaparecido, viajó en un vuelo hacia la India de las cinco y cuarenta. Supo que no la vería nunca más y casi con alivio, recordó que no sabía nombre ni dirección de la mujer.
            Voló tranquilo. Luego ya en su casa, comenzó a sentir cierto malestar por lo ocurrido. Elina, su esposa, comenzó a preguntarle por pequeños detalles que advertía en su conducta. ¡Algo había cambiado en él!
            Tres meses después, comenzó a tener fiebre reiterada en las noches. Primero adujo que tantos cambios de ambientes, unos con calefacción ardiente o aires acondicionados gélidos, le habían provocado algún tipo de trastorno pulmonar hasta el día, que jugando al golf, tuvo un ataque de tos y vomitó sangre.
            Elina, lo había buscado y tuvieron noches de amor apasionadas, donde él, trató de dar a cambio de un perdón imaginario por su infidelidad, todo el gozo que pudo. Una tras otra noche hicieron el amor, como en los primeros años de casados. Elina pronto sintió que estaba embarazada y cuando se lo comunicó, él., se llenó de felicidad. Otro hijo era un regalo de la vida.
            Cuando Elina hace sus primeros estudios, el médico obstetra los reúne para hablar de algo serio. En el lujoso consultorio, les muestra la ecografía de un varón. Se abrazan y besan. El galeno, serio, les indica que ha hecho unos estudios extras y que Elina es HIV positiva. Por lo que urgente tiene que ponerse en tratamiento. Y le exige a Rodrigo un análisis igual.
Quedan perplejos. Él sabe que le fue infiel. Ella lo rechaza y comienza una verdadera guerra. Legalmente pide el divorcio. El resulta HIV positivo.
La bella mujer del aeropuerto le ha dejado un regalo inesperado.



MEDELLÍN, HERMOSA...


JUNTO A UNA VENDEDORA DE FRUTA EN LAS CALLES DE MEDELLÍN.
 LEYENDO POESÍA Y RODEADA DE GRANDE POETAS DEL MUNDO.
UNA CALLE DE LAS AFUERAS DE MEDELLÍN. EL COLOR Y LAS FLORES SON UN REGALO PARA LA VISTA.

POEMA: FUE UNA HISTORIA

Una mañana clara despertamos con urgencia
de besos
y en mi cuerpo dormido se engendró un ovillo
de mariposas que abrieron destellos
de azabache
tu cuerpo erguido en simiente de mandrágora
penetró la penumbra de mi cuerpo

cayó un lago de chispas
quedamos flotando a la deriva
tras la corriente del río de los sueños
que llevan al mar bravío.


Fue una historia distinta

DE "ESTAMOS HECHOS CON LA SUSTANCIA DE LOS SUEÑOS"

Ahora
yo te pido
cortejemos inmensas  muchedumbres con guijarros
de la orilla del río de la vida
continuemos
memoriosos los astros iluminan el camino

son de cuarzo rosado las velas del barco que traslada
nuestro canto. Son de ébano las tablas de la barca.
A lo lejos    allá en el horizonte   tal vez en el poniente
una lámina pintada en el mural del templo nos indica
el rostro de ese dios que nos inquieta
en las noches de amor.


CUENTO

CASI ENFRENTADO

            Galopa en el páramo acercándose al otero para divisar la yegüada. El viento atraviesa la fibra abatanada del poncho helando y la osamenta de Dióscoro Tortajada. La niebla se va abriendo para señalar la tropilla con la madrina al frente. Las pezuñas del “Toruno” quiebran el hielo en los charcos que con la helada se han formado en la madrugada. Está cansado y dolorido. Ha llegado a comer charque con gusanos esa invernada. Logró esconder los animales del ojo inquisidor de los cuatreros, de la requisa y de los maulas. Los indios que merodean saben a dónde ir a buscar. Las patrullas no.
            El hombre tiene que madrugar las ideas de tanto miliquito afiebrado que sigue al Tigre. Se sienten impunes a las lanzas y boleadoras del gauchaje y de los castellanos que aún creen en el rey de España.
Dióscoro Tortajada es hijo natural, su madre es una española maloqueada por  un indio ranquel de la zona de Río Cuarto. Huyó ella de los toldos y cuando la vieron las beatas y su padre, embarazada de indio, la echó como a un perro rabioso. Un jesuita le proveyó asilo en un rancho de la zona del Quinto. Allí vivió evitando los malones y las levas con otras mujeres despojadas y desechadas como animales sarnosos.
Lo bautizaron con el nombre de su abuelo español Dióscoro Tomás. Castellano y de prosapia, pero sin una moneda de oro. El apellido Tortajada se lo dio la abuela materna a quien nunca conoció, porque jamás vino a las Américas. Y se fue del Quinto hacia la tierra del norte. Allí encontró una anciana viuda y sola que le dio trabajo, el cuidado de su casa y su hacienda. Ahora el hijo, con piel clara y fuerza de jaguar, por la mezcla de sangres, se había puesto al frente. Arreaba majadas de chivos y corderos, atendía pariciones y marcaba a fuego en las orejas o en las ancas a los bichos que alimentaba entre los llanos y las aguadas.
De poco hablar y seco; su mirada era profunda y azulada como la del abuelo materno. El odio metía un hierro candente en su pecho y juraba no dejar semilla humana en esta tierra.
La tropa pasaba siempre, y él, lograba esconderse para no ser arrastrado a esa guerra inútil entre criollos, indios y españoles. Veía a su madre secarse como las pencas de los tunales. Se detuvo el pingo cuando una yarará se enroscó en la pata y el muchacho con el puñal la cortó en dos, sin antes poder evitar que los colmillos se hincaran en el músculo del potro. Cayó este, justo cuando la bífida se retorcía en la arena. Los últimos estertores, de los belfos espumosos, se acompasaron con los golpes de la cola de la venenosa. Apeado y silencioso, remató a ambos animales sin olvidar la diferencia. Su caballo era de Dios y la bicha del demonio. La agarró con fuerza y como si fuera un lazo, revoloteó el cuerpo frío en el páramo y con un silbo afilado, se alejó hasta perderse entre las piedras. Al  Toruno, lo tapó con piedras, tardó como dos horas en cubrirlo, como había visto en el corral de los Zúñiga al morir el Zaino. Así lo hacen los indios, sólo que ellos le quitan el cuero, la lengua y algunas partes, para llevar a los toldos” le había dicho el capataz de los Zúñiga. Viejo artero y sabio. Hijo de un capitanejo y una morena, se había acercado a esa familia noble y envejecía con ellos.
Caminó con cuidado, donde hay una yarará está su pareja. Debajo de un tala, allí estaba espiando con sus ojos verdes y su cabeza presta. De un mazazo con una enorme piedra la dejó reventada en la arenisca.
La yegüa madrina medio espantada coceaba cerca. El olor a sangre atraería a los pumas que merodeaban la tropilla. Prendió un fuego y mientras pitaba un cigarro, tomó caña de la bota que le quitara del morral al pingo muerto. Se acercó a un potrillo ruano. Lo observó y sopesó si aguantaría su peso. El era alto y magro. Pero de músculos fuertes y secos. El animal bastante manso se puso junto a él, invitándolo a domarlo. No fue difícil.
Se venía el día y el sol dejaría ver a cualquiera que se acercara, y todos codiciaban los animales. Se alistó para llevar la caballada del hueco donde pastaba. Su poncho ya era una brasa humeante sobre los hombros. Lo apartó. Mató el fuego con arena y comenzó el camino hacia la casa.
El polvo que levantaban las pezuñas lo delatarían si no les envolvía las patas con arpillera. Las patadas y coz arreciaban, ningún animal aceptaba el traperío bochornoso.
Igual las ató. Arrastró la tropilla desde el páramo al potrero de junto al río. Allí, lo esperaba una negra con mates y tortas calientes de chicharrones recién cocinados.
En ningún momento le dijo gracias. Era normal su mal carácter. Las muchachitas se agitaban a su alrededor y no las miraba siquiera, era medio indio y tenía piel blanca y ojos azules como el abuelo. Lo distinguía el pelo negro azabache y su nariz de ranquel. Su madre empeoraba y no había caso, el único médico había seguido a las tropas de regulares del ejército.
Taciturno, le pidió a una mayora, negra vieja y cumplida, que le preparara un baño en la habitación de arriba. Allí se adormeció. Soñó con ser español entero. Pero dentro de su alma clamaba por la libertad propia de los nativos. El era libre como el viento sur que azotaba los montes, era como los pumas y las liebres. Su parte ranquel pesaba.
Me quedo allí, perdida en la imagen como si se esfumara mi cuento. Recordaba los relatos de Dulce Amor, mi nana vieja y los libros que me leía tía Leticia. Ahora no hay malones, hay asaltos por pandillas, tiroteos por carteles de drogas, matanzas políticas. En una palabra como entonces se trata de silenciar a los periodistas y a los ciudadanos nobles que buscan la verdad.
Llegó Armando, tiene  frío y me pide unos mates bien calientes como a él sólo, le gustan. Trae de la calle malas noticias. Un piquete de un grupo radicalizado que con los rostros cubiertos y largos caños metálicos, han roto vidrieras y autos en el centro. Así nunca se podrá lograr paz en nuestro territorio. Es igual a aquel tiempo de 1835. Pero diferente.
No imagino a la gente caminar por calles de barro, con esos largos vestidos las mujeres y a los hombres con ponchos y botas de potro. El olor a estiércol nos penetra después de las seis o siete de la tarde cuando los cartoneros rompen las bolsas de residuos para robarle al hambre algo que sirva. Hay quien dice que sirve para la ecología. Yo siento que tan sólo es Pobreza y de la peor. La miseria de la ignorancia y abandono de quienes tenemos la obligación de educar. Los mates están languideciendo. En la tele, busco algo mejor que ver y me encuentro con el opio generalizado de fútbol. En cada canal, en cada espacio hay un partido o un comentarista hablando de tal o cual jugador o equipo. Todos ganan millones de euros o dólares, pero el país está cada vez más empobrecido. Quiero olvidarme del hoy y regresar a mi computadora para desdoblarme en el ayer y en otra. Quisiera saber si fue mejor el “antes” o el ahora.
Armando se ríe, me sermonea porque dice que siempre fue igual. El poder pudre mi querida y nunca hubo guerras o luchas, sino por dinero que es según algunos vil metal, pero que todos quieren poseer. Suena el timbre. ¡Cuidado! No se puede abrir sin constatar muy bien quién llega.



lunes, 26 de junio de 2017

2ª PARTE DE CUENTO DE PECADOS CAPITALES.

        ESTAMPITA.

            La noche comenzó con un calor pegajoso, bochornoso. Isabella con una bata de fino algodón transparente tomaba un poco de aire dentro del pequeño balcón terraza interior de su piso. Había llegado cansadísima de la oficina. Los faxs y los memos de Singapur, Thailandia y San Francisco se habían sucedido ininterrumpidamente. Tuvo que traducir muchos mensajes ya que la bolsa estaba al rojo vivo y la empresa tenía inversiones muy importantes. Sintió un suave  zumbido entre las leves cortinas del departamento frente al suyo. Trató de ver o adivinar al personaje que estaba allí. Una sombra le permitió presagiar una figura humana, pequeña pero clara, que con una máquina filmaba sus movimientos. La ahogaba el terror. No atinó a moverse por temor a una bala o a cualquier otro suceso. Luego que se acallaron los sonidos, llamó a la jefatura. El detective Rowers con su insólita figura de anciano acicalado y prolijo como la estampa de un caballero de antaño, le acercó el afecto y una sencilla amistad. Pasó una noche consolándola con viejas historias que la hicieron dormir como niña. Él encontró debajo de la puerta de calle casi al amanecer una estampita de la primera comunión de Isabella que luego supo había hecho en Italia, en su pueblo Verona, en la niñez. La nueva pista era un nuevo desafío para él.

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FOTOS DE MI PATRIA

 UNA PUESTA DE SOL EN LA CORDILLERA DE LOS ANDES, DESDE MI CABAÑA EN LA MONTAÑA.

 EL MAGNÍFICO MÚSICO CHAMAMECERO "BARBOZA" GENIAL INTÉRPRETE DE LA MÚSICA DEL LITORAL EN GUALEGUAY.
UN PAISAJE DEL FIN DEL MUNDO EN LA PATAGONIA, LAS LUCES SON ESTRELLAS MÁGICAS QUE VAN HACIENDO DESVANECER EL PAISAJE URAÑO DEL SUR.
UNA VERDADERA HISTORIA DE VIDA.
2º Premio de cuento Ecológico de Cáthedra, Bs.As., 2000.

            El calor sofocante en la selva presagiaba una gran tormenta. Mi madre barritaba angustiada por los terribles dolores de parto, Gitao, la matriarca de la manada sofocada y nerviosa, golpeaba con su larga nariz cerca de mamá para que ésta hiciera el enorme esfuerzo de parir. Una madrina atenta ayudaba con sus colmillos y su trompa. Comencé a nacer en la madrugada birmana cuando un color rojo incandescente marcaba el asomar del sol. Pronto unas extrañas nubes cubrieron el paisaje salvaje y un chubasco friolero me lavó la sangre y el polvo de mi suave piel de bebé. Mi madre amorosamente con sus doloridos músculos me fue acercando a las tetillas llenas de leche que me supieron a miel. Yo supe que había pesado seiscientos kilos y que era algo grande para una elefante hembra. Al despejarse la tormenta yo ya caminaba junto al resto de la manada y jugaba con otros seres de mi misma especie.
            ¡Qué sorpresa tuve cuando llegamos a un lugar lleno de agua que caía desde unos riscos altos y donde todas las hembras de la familia inició sus baños matinales! Los otros pequeños como yo nos revolcábamos en el barro, felices. El pelo de mi piel, grueso y brillante, tenía unas preciosas gotas de lodo que me daban risa y comencé a imitar  los ruidos que hacían todos los pequeños. Un largo barrite de la matriarca nos hizo esconder entre las poderosas patas de las mamás, sí, yo casi pierdo con el susto a la mía, que también  tenía un hermoso y recién nacido macho entre sus enormes piernas. ¡Es que nunca se desprenden de nosotros, luego entendí porqué!
            El grupo se dirigía al sur en busca de alimentos frescos y sabrosos. Luego de salir de Birmania y entrar  en un territorio lleno de comida y de una extraña fauna humana muy desagradable, comprendí cuan difícil es la libertad para nosotros los elefantes. Unos pequeños seres llamados hombres nos atraparon...¡ qué dolor teníamos todos!, la matriarca peleó y lamentó tanto que los machos nunca estuvieran cerca nuestro, porque hay que reconocer que enfurecidos los machos son muy temibles, con sus enormes colmillos y sus narices pueden matar a otros seres tan grandes como ellos. Los humanos son de tamaño ínfimo y con un nazizazo enojadas las hembras también podían matarlos pero nosotros somos pacifistas. ¡Sólo deseamos comer y que nos dejen vivir!
            Así comenzó mi vida en una plantación de Thailandia, yo como entonces era muy chiquita me dejaban estar con mami y un niño jugaba conmigo. ¡Era simpático y bueno! Me llevaba al río a bañar y chapaleábamos en el barro juntos. Fue muy divertido hasta que ya más crecida me pusieron una cadena en una de mis patas y me llevaban a la espesura para arrastras troncos y otras pesadas cargas. De noche Sarit, mi amigo que tiene como catorce años, viene al pesebre y se sienta en mi testú y canta en singalés suaves canciones tradicionales. Comemos a escondidas cañas de azúcar y nos revolcamos un poco en el polvo para recordar nuestros pactos de la niñez.
            ¡Me acabo de escapar de la plantación! Nos compró un hombre blanco y nos golpearon tanto, que arranqué mi cadena y huí por la espesura hacia el norte. Las lluvias del monzón van borrando mis huellas. No pararé hasta encontrar una nueva manada salvaje y regresaré a ser una elefante libre. Así no se puede vivir.
            ¡Soñaba demasiado! Anoche me volvió a tomar prisionera un grupo de hombres khmer, y nos llevan hacia el oeste entre la espesura de la selva. Yo creo que nos llevan a la India. Allí nos van a vender. ¡Ahora he sufrido lo peor que me pudo pasar...me han serruchado mis preciosos colmillos...! ¿Cómo podré ayudar sin mis dientes a levantar objetos y en los partos a otras elefantas? Nunca me sentí tan desgraciada, aunque no lo crean entre mis duras pestañas hay lágrimas de dolor.
            ¡Saben que ahora soy diosa! Me vendieron a unos religiosos que me han pintado con colores todo el cuerpo y me visten con ropas de seda y oro y cantan frente a mí. Yo no entiendo a los humanos. Me traen flores para que coma y bananas frescas. Me llenan de pétalos de flores y de humos de especies... ¡sí que son extraños los hombres! Cantan, bailan, ejecutan instrumentos ruidosos que me ponen muy nerviosa, pero me acuerdo de mi amigo Sarit y los trato con mucha paciencia...como él, me trató a mí. La India es un país muy colorido, lleno de tradiciones y costumbres raras, aquí me veneran en un hermoso templo. ¡Pero extraño la selva donde nací! De noche vuelvo en sueños a ser libre, como me gustaría ser matriarca y barritar para que una joven hembra pueda parir a alguien como yo..., mejor me duermo. Mañana hay un nuevo festival y debo estar hermosa para estos extraños humanos.
                                  
                                                          


DEL LIBRO DE TRENES

GUERRA... PALABRA DESHONESTA Y MALIGNA.......

            El tren se desplazaba por la larga hilera de vías mustias.  No quedaba nadie en el pueblo. Los viejos , algunas mujeres y los niños. También los locos y los torpes.
            Un pequeño cortejo atravesaba el terraplén desierto, bajo el calor siniestro del sol del mediodía. Esperaba el séquito de mujeres y niños el regreso de los infortunados que retornaban de los campos de batalla. ¡ Retornaban de Europa ! Creyeron ver a un puñado de elegidos por la suerte. ¿ Quién en ese pequeño rincón olvidado conoció antes ese Mágico continente ?Ellos serían los arquetipos heráldicos del pueblo. Don Julio Strach con su mejor levitón de casimir inglés, su "panamá" y bastón de ébano y marfil; caminaba a la cabeza del grupo de "esperadoras" consecuentes. El antiguo reloj de oro, colgaba empecinado en el orden milenario del que espera. El tren no se veía. La bonachona maestra de música era la única que podía ponerle esperanza y belleza al puñado de mujeres. Tomó el violín y se ubicó en el andén con sus gafas luminosas por el sol entrometido, para transmitir una melodía dulce. Todos hablaban. Nadie escuchaba el ritmo tierno de la contradanza. Ella miraba esperanzada. ¡Cuando él, el hombre más hermoso del pueblo partió para el frente, ella sólo pudo despedirlo desde su ventana! Su padre ya estaba perdido en un mundo infinito de silencio. Su madre grave, soñaba con morir para cortar su trágica vida. Rosita O´Connor...no era bella, ni siquiera bonita, era una joven vulgar de cabello sedoso pero demasiado enrulado. Ojos trigueños y miopes. Dientes pequeños. Su belleza residía en su bonomía y ternura. Y en su música. El médico, viejo y cansado, la miró con paciencia..." pobre solterona..." pensó, seguro que en ese tren llega una esperanza para su cuerpo ávido de caricias.
            Lucrecia Smith de Jonshon miró con el rabillo del ojo la cara ceremoniosa de los vecinos. Todos esperaban a alguien: hijos, sobrinos, maridos y amantes. Ella conocía a todos pero nadie conocía su secreto. Sonrió con una mueca característica. Se acomodó el sombrero, ya pasado de moda...la guerra impedía que llegara nada nuevo al pueblo. No había gasolina, ni tejidos, ni neumáticos...nada todo era para ellos. En el frente, decían, necesitaban todo. Ella tenía muchas cosas escondidas.
            A lo lejos se escuchó el ruido acerado y crujiente de las ruedas del convoy. Un calor subía hasta los cuerpos húmedos y sedientos de la gente. El polvo amedrentaba el espejismo de agua inexistente en la lejanía donde se metía el tren entre una laguna plateada y versátil. Era un espejismo eternamente admirado. Rosita frenética movía sus dedos ágiles sobre las cuerdas ostentosas del pequeño instrumento. Cada uno soñaba con un encuentro lleno de hermosura. El metálico paquidermo sofocaba el sonido de la música y las palabras. Se acercaba y cada uno buscaba una mejor ubicación. El vapor tapó a la comitiva. Cuando dejó de chirriar el hierro y de escapar fuego, comenzó a sentirse el olor nauseabundo de los cuerpos heridos. ¡No llegaban los hombres igual como salieron, no...era una masa rojiza que se movía entre uniformes kaki, cuero y armas! El olor a carne podrida y a sudor los hizo dar un paso atrás. Cada hombre un espantajo, un esperpento, un monstruo. Faltaban allí brazos y piernas. Faltaban hombres. Un olor a muerte avecinaba el porvenir del pequeño poblado. Rosita siguió tocando con más amor que antes y miró desesperada buscando el rostro amado. No lo veía. De pronto bajó en una camilla improvisada con unas lonas y unos tirantes de madera. Era él sin duda. Willians Reinns, el que otrora arrancara suspiros de las bocas más bonitas de Bell Nice. Era él su amor imposible. Se oyó un gemido sofocado por el vocerío. Era Lucrecia quien gritaba. No era una madre desesperada frente al hijo despojado de su prestancia viril. No tenía hijos. Enajenada sollozaba. ¿A quién lloraba así? Pero...no había tiempo para preguntas. ¿Quién había dejado a ese muchacho así...?Y a aquel y al otro. No había nadie que pudiera ahora socorrerlos. ¡ Don Julio Estrach, se acercó y comenzó una maniobra ajustada para retirar a cada hombre del lugar! Había que llevarlos al pequeño hospital del pueblo.
            - Basta de música y tonteras...necesito mujeres que me ayuden. Acá hay mucha tarea.- De inmediato una ola de fuerza temeraria se elevó entre las hembras y los viejos. - Cada uno ocupará un lugar importante en esta parte de la historia...-
            Han pasado los años. Todos en el pueblo recuerda esos días de lucha y de voluntad. Todos hicieron algo. La paz trajo consigo tristezas y alegrías. Rosita sigue tocando el violín, es la maestra del colegio donde él, Willians enseña matemáticas en su silla de rueda. Tienen cuatro muchachos valientes que ayudan a sus padres en especial, al viejo herido de guerra. Nadie sabe por quién se desmayó Lucrecia...dicen que su amante llegó desfigurado. Su carácter cambió. Ahora tiene un rostro amargado y es ácida y corrosiva cuando habla de las parejas del pueblo.

            El doctor Estrach, murió hace dos años sin saber muy bien cómo logró sacar adelante a todos esos valientes que llegaron en ese tren. El tren que se perdió en la noche...con su carga de humillación y muerte.

CUENTO DEL LIBRO DE TRENES Y...

FUTURO.

            Desconectó los neurofibriladores y los cables de los aspiradores de los gases sulfhídricos y de las  hondas electromagnéticas. Se sentó frente a los observadores abismales y contempló la larga noche invernal del exterior. Algo le molestó en la cara y se sacó los guantes, luego se tocó con suavidad y le pareció que allí había algún líquido extraño. ¿Estaría  sucediéndole eso que él había leído en los antiguos chips de los arcaicos  que llamaban "llorar" ? ¡Eso parecían verdaderas lágrimas! Palabra extraña para un hecho más raro aún que por primera vez le ocurría. Ahí estaba él solo con su nodriza y las viejas máquinas. Se acodó en la butaca y se quedó perplejo pensando en su existencia. Tendría que volver a consultar los archivos del pasado.
                        Se incorporó con mucha dificultad y fue hasta la descontaminadora de líquidos, le dolía el torax y su débil piel sudorosa por el esfuerzo le provocaba ardores. Hacía pocos movimientos en ese habitáculo y bebió el líquido con avidez. Sintió el sabor acre del agua que le supo muy ardiente y salobre como casi todo lo que comía. Pensó que había leído que los antiguos tomaban el agua de fuentes naturales del planeta. ¡Qué insanía! Por eso sufrían raras enfermedades desconocidas ahora. Se volvió a ubicar en su cabina y miró  la blanca planicie desolada del planetoide. ¡Qué solo estaba!. ¿Qué podía hacer con ella ahora, tirarla afuera como chatarra?,¡ jamás podría pues era su madre y sin ella no hubiera sobrevivido !. Recordó cuando lo depositaron en la nave allá por el  año 2573 de la era de Teresio el Grande, ya no podía relacionar las fechas de la era de un tal Cristo. Él en ese entonces era un embrión crioengendrado y se fue descongelando gracias a su nutricia y cálida acompañante de viaje. La que sin querer comenzó a llamar madre como en los tiempos primitivos. Volvió a sentir  un extraño dolor en la zona abdominal y un gusto desagradable en la boca. Le hizo bien cuando volvió a salir agua de los ojos. Desconectó los conmutadores de la vieja estación del planeta  y se quedó en la semi penumbra azulada de su cúpula a la deriva porque interrumpió las interrelaciones sonoras y sondas cargadas de referencias legibles en las pantallas.
                        La miró largamente, estaba callada y quieta como algo ya inútil. ¡No podía comprender cómo no sabía que eso le podía pasar antes de completar su misión!. Recordó sus primeros tiempo descronificados y observó sus mascotas cibernéticas que le enseñaron muchísimas cosas, en especial a tener amigos electrónicos con los que se podía comunicar telepáticamente. Al principio cuando se gastaban o se cansaba de ellas las desechaba al exterior. Ya más tarde comenzó a guardarlas y las ubicó en hornacinas en la nave. Sus principios fueron muy silenciosos. No oía ningún sonido y en realidad no sabía, porque no había desarrollado sus percepciones telecinéticas, que las claves estaban entre esas luces que titilaban. Un día descubrió el panel y su nodriza le fue indicando los pasos a seguir. Lástima que ella fuera muda. En otra oportunidad  escuchó por primera vez los sonidos y el rumor de los motores y hasta percibió el dulce rumor de unos sonidos proporcionados desde la pantalla de cuarzo que le mostraba la rara figura de un humano muy extraño de la era arcaica. Leyó o pensó "música de Vivaldi". Le gustó y siempre que pudo le prestó su atención.
                        Sintió otra vez una aguda laceración en su gastado cuerpo. Ya no le funcionaban bien las mangueras de oxígeno puro y le quedaban pocas porciones de sustancias de sostén. ¡Su
amada señora estaba inerte ! Los humanos eran crueles porque no le dejaron instrucciones. Deseó imitarla y morir como ella. La inmensurable extensión del espacio entre novas y agujeros negros se expandía ante él. Tomó una determinación: fue un rayo que ingresó en su cerebro, sacó su traje para salir al exterior pero no se colocó el antitóxico ni se inyectó la anti bacteria puso en su morral algunas herramientas, se ciñó a su madre con una ligadura de oro elástico y magnetridia y se zambulló en las abisales magnitudes del  futuro. Su  nodriza en el  exterior comenzó a desintegrarse,
cada pieza de sus metales irreconocibles de otros planetas rebotaban entre las nubes de gases raros. El humano comenzó a deteriorarse rápidamente y se transformó en un extraño geronte pero se aferraba a su madre electrónica, magnífica madre que amaba con desesperación y no aceptaba separarse de esa máquina que lo crió. Se perdió en el abismo en la noche del futuro. 

                                                           

FOTOS

 UNA PRECIOSA CALLE DE ESCOCIA, DONDE EL SOL HABÍA ASOMADO AMABLE PARA NOSOTROS.

UN RÍO DE LA PROVINCIA DE SAN LUIS EN LA RCA. ARGENTINA. CÁLIDO Y TRANQUILO.

UNA DE LAS FUENTES MÁS BELLAS DE MI ANCESTRAL ITALIA, ESPERO VOLVER PARA CUMPLIR UN SUEÑO.

MISTERIO EN LA MIRADA

¡Cómo  un rayo de luz, en intrincada selva,
así es tu mirada, misteriosa!
¡Y acá siento , melodías de lluvias intangibles ...!
¡Caer , como una gota final,
caer lentamente, resbalar y caer,
estallar en cristales, caer de estrellas húmedas!
¡A cada paso, voy descubriendo,
la alegría  vital de  tu mirada!
¡Quieta , me quedo quieta, para contemplarte,
y te descubro , con la tibia sensación ...
de las caricias nuevas!
¡No quiero cerrar los ojos y los cierro, apurada !
¡ Prefiero presentirte...como a  la primavera !
¡Por tus flores, por tus frutos, por los sonidos lejanos!
Siento mi cuerpo, como queriendo abrirse,
¡...no a este  suave murmullo de palabras turquesa...!
¡...no a este  olor a pasto  y flores, nuevas e inquietantes!
Mi cuerpo se penetra con tus fantasmas.
Son tus miradas limpias, profundas y cristalinas ,
igual que tus silencios.
¿Qué tengo  entre las manos?
¡ Descarnadas  e inmóviles!
Un puñado cálido  de caracolas brillantes,
¡rojas , anaranjadas y amarillas, como las hojas de otoño!
¡Cómo tengo las manos!¡Apretadamente abiertas
buscando hacerse camino en esta playa desierta !
¡Y siguen las melodías,de lluvias y de  perlas,
y el rayo de una mirada, que penetra...
                           va dando una luz dorada , misteriosa...a nuestra hiedra.

UN CUENTO DE "PECADOS CAPITALES"

"El almohadón de plumas" de Horacio Quiroga.
"ALICIA PERDIÓ EL CONOCIMIENTO. LAS LUCES CONTINUABAN ENCENDIDAS EN EL DORMITORIO Y EN LA SALA. EN EL SILENCIO AGÓNICO DE LA CASA NO SE OÍA MÁS QUE EL DELIRIO QUE SALÍA DE LA CAMA Y LOS POCOS PASOS DE JORDÁN" 
                       
            Alicia había nacido en un hogar lleno de amor y complacencia. Su padre, poderoso y gentil, la mimaba como a su hija especial. Nunca sintió el rigor del desamor. Su madre delicada, también la adoraba. Como única descendiente del acaudalado hombre, la muchacha era educada para hacer feliz a un hombre que la amara. Invitada a todas las reuniones y fiestas, siempre estaba rodeada por jóvenes alegres y galanteadores. Era bella sin llegar al estereotipo de la moda. Elegante y simple, se arreglaba con discreción. Soñaba ser feliz. Creía en el amor. Quería formar un hogar como el de sus padres. Su vida se deslizaba por un paraíso ideal. Así conoció a Jordán, el hijo del socio de su padre, que había regresado de Yale. Alto, rubio, atlético. La deslumbró su estilo. Creyó que ese era el hombre de su sueño. Pero...no supo hasta después la verdad. Terribles sucesos la llevaron a...
                        Un rumor de aves y monos en el viejo jardín de la casona donde se había incrustado el perseverante odio del hombre. Él no la había amado ni la amaría nunca. Su padre lo había llamado y con su frialdad acostumbrada le anunció que ese mes se celebraría la boda con Alicia, la hija de su socio. Así llegó a sus brazos una mujer que sólo le provocaba náuseas. Su figura frágil, su tonta eterna sonrisa...y esa vocecita infantil que nunca recriminaba sus humillaciones y su orgullo. ¡La volvió a odiar! Su padre lo había vendido cuando lo obligó a casarse. Ella aportaba su fortuna personal y un fideicomiso voluminoso que salvaría la fábrica. Cuando llegó Armando, su mejor amigo, se encerraron en la biblioteca para urdir lo que allí, por fin, se estaba desarrollando. El silencio de la alcoba era más que suficiente, ella ya a esa hora no podría hablar. Regresó sobre sus pasos...contempló por una fisura que dejaba fisgonear en la puerta. La blanca figura casi transparente de la mujer sólo mostraba que ya todo había acabado.
            Hacía ya un año que estaba postrada con la rara enfermedad. Ningún especialista lograba descubrir el origen de tan extraño mal. Sólo permitía Jordán que la asistiera una seca mujer áspera. Era una enfermera extranjera que poco hablaba el idioma. Huraña, la mujer, impedía que incluso sus padres la cuidaran. La desesperación desbastaba a los viejos, que débiles frente a la inflexibilidad de Jordán, suplicaban. Apenas se podía mover de su lecho. Ya sólo bebía líquidos. Comía apenas algún alimento ligero. Sólo esperara Bany el momento final...
            La intriga se había puesto en marcha definitivamente.

            Una bandeja con los restos inverosímiles de comida estaban cerca. Él se apresuró, tenía que hacerlos desaparecer. Lo descubrirían rápido con esa prueba. Cuando se acercó a ella vio su mirada triste...aún vivía. Ella hizo un suave movimiento con la mano pidiéndole que se acercara. Él se agachó y puso su cabeza junto a su boca para escuchar lo que le quería decir. Desde los cortinados se escuchó un leve movimiento y un chasquido. Su figura ensangrentada cayó con un movimiento casi lento sobre el pecho de Alicia. Ella lo empujó e irguiéndose se abrazó a su amado. Armando se hizo cargo del cadáver. Sólo se oía el ruido que hacían las aves y los monos en el parque.

“ El Velero de las rosas, dijo”

                                               Pablo Neruda poema Nª9.


AMIGA DEL VELERO DE ROSAS cuando te pienso...

chispas de zafiro estallan como fuego en mi memoria.
Como una gaviota, regresas al nido copiando
el suave murmullo del agua de las fuentes. Tu risa era una
cascada de hoyuelos y pecas en la piel clara.
Te imagino  ahora transportando regalos
en el velero de las rosas que construyó nuestro amor de amigas,
nuestras plegarias que eran como una sinfonía inacabada
y el silencio atroz de la distancia. Me dejaste sin saber
como soltar el recuerdo hacia el ocaso.
Un sol milenario nos espera. El césped húmedo sin flores.
Un velero de pétalos de rosas donde acunarte en el crepúsculo caliente
nos espera, ahora.
Amiga, alpinista de cielo, arcángel solitario, amiga.
En tu viaje de estrellas y de luna turquesa
habrá un puerto de alondras.
Una cigarra canta y una abeja recolecta el polen
para llenar las tinajas del invierno que viene.
No sea que nos descubra sin el vino. El pan está caliente todavía.
Remonta el río de agua dulce,

mi barca de papel está llena de pétalos de rosa.

CUENTO DE AMOR...


Era una melodía antigua. Llenaba el gran salón de la casa familiar. Allí se acomodaban como panes tibios los recuerdos de la juventud de Rosaura. Era una de esas tardes espiraladas de ensueños. El perfume inconfundible de la humedad de los cortinados de seda pesada como la memoria, se enroscaban en su interior creando un laberinto de música secreta. Volvió en mudo despertar a la edad del amor incontenible. Recordaba la figura perfecta del muchacho que llenaba su interioridad. Era un joven macho, lleno de fuerza y misterio. Era él, su enamorado inalcanzable. Casado con su hermana Matilde, era el ser más imposible para su pasión adolescente.
                        El piano era el lazo frecuente para su acercamiento amoroso. Juntos solían sentarse orillando teclado con ágiles y febriles movimientos. Chopin era el favorito. Jugaban con la mágica filigrana de las notas. Allí podía expresarse en únicos momentos. Él apenas la miraba pero igual compartía un diálogo íntimo y alegre. Él nunca conocería  su amor.
                        Matilde, su hermana mayor, se reía con la ingenuidad de quien nunca desconfía de la sangre. Matilde inusitada enemiga. Dulce y amada Matilde. ¡ Era su querida hermana! Él, apasionado como pocos, adoraba ese rostro, esas manos y ese cuerpo que vivía deformado por eternas maternidades. Matilde era la madre perfecta, la esposa indispensable. Era noble y buena. Ella, Rosaura, en cambio era arisca e innoble. Con sus quince años... recontaba los minutos y desafiaba al cuñado en el piano. Era su reto. La vida y su futuro.
                        El tiempo, escoria del destino... la dejó sola e inerte. El corazón vacío. No pudo amar a otro. Sus recuerdos la enroscaban a la historia de su vida. Los recuerdos... la bandada gris, iba colmando el cielo de su mente. Ya tenía casi ochenta y ni él, ni ella lo sabrían... ya no estaban. La canción perduraba en la memoria inesperada. El sol se iba alejando entre los cristales y los viejos cortinados cenicientos. Sus ojos se cerraban lentamente y él entró en la sala, caminando directo hacia el piano, le tomó la mano y la invitó a tocar junto a su cuerpo extrañamente joven. Matilde observaba desde el sillón favorito, con una tenue sonrisa. La sonata de Chopin... desgranaba sus notas como una cascada de agua plateada y cometas. Se alejaba... se alejaban.


CUENTO DEL LIBRO "PECADOS CAPITALES"

LÁPIZ ROTO.
            La llegada  de  Isabella fue para todos en la oficina como una inyección de alegría y de esperanza. Una joven llena de carácter y sutilezas, ya que muy pronto conocía las fechas importantes de cada uno de los compañeros. Ella era alta pero de contextura menuda, con una piel cetrina y cabellos muy oscuro. De rostro marcadamente anguloso y ojos almendrados de un color gris azulado, que cambió de pronto en azul oscuro cuando tocada por una ira irresistible se apoderó de su mundo. En su computadora apareció una fresca mañana de primavera un extraño mensaje amenazándola de muerte. La impresión la dejó exhausta, luego de indagar en todo el "buró" y descubrir que nadie tenía idea del suceso, corrió al tocador del primer piso, encontró en los espejos escritos con lápiz labial unos mensajes de horror. Llegó el hombre de seguridad y aconsejó llamar a la policía.
            El detective Rowers, comenzó a hacer una revisión detallada y prolija del lugar, en determinado momento descubrió en un rincón un "lápiz labial roto", de una extraña marca importada. Ahí estaba el primer indicio, la persona que la amenazaba era una mujer y de buen pasar económico. sólo habían dos posibles depredadoras: una la gerente del piso 12 y la otra su compañera de oficina, hija del dueño de la empresa. ¿Cuál sería la causa de la coacción? Cuando el inspector vio entrar al nuevo gerente sospechó que para alguna de esas mujeres era un motivo válido. Logró esconderse entre el público y observar. no le cupo duda, allí estaba la culpable. un silencioso cuchillo se adentró en la carne de Isabella en el bufete. cayó silenciosamente sobre la alfombra sin poder articular un gemido. cuando Rowers pudo acercarse a la moribunda, vio que una mujer con altos tacones rojos escapaba por las escaleras y desaparecía entre las mil puertas del edificio. Ahora quedaba seguir indagando a esa mujer.



                                                          

FOTOS DE TAREAS LITERARIAS

 EL 13 DE JUNIO, DÍA DEL ESCRITOR EN EL HOTEL INTERCONTINENTAL DE MENDOZA, LEYENDO UN POEMA.

 EN EL CENTRO CULTURAL DE LAVALLE EN MENDOZA, LEYENDO UN CUENTO BREVE PARA UN GRUPO DE MÚSICOS Y POETAS.
EN RADIO LIBERTADOR, CON MARÍA TERESA CAGLIONI Y HÉCTOR LUNA CONOCIDO LOCUTOR Y PRESENTADOR DE PROGRAMAS LITERARIOS Y CULTURALES.

APRENDER

Sí, fue y será extraño. Por eso y por otras cosas quiero contar lo que se vivió en aquella casa de las afueras de Olivares...
            Luego de empujar con fuerza la puerta azul de ingreso exterior de la casona, Marisa Montes, lanzó un fuerte suspiro. Era una noche fresca de primavera. El clima benigno como hacía tiempo no se vivía por la zona costera. Generalmente fríos los cambios de estación, transformaban en indeseable las nochecitas que preludiaban días mejores. Era casi la medianoche. Hacía un extraño calorcillo. Entraba un aire fresco, sin embargo, por un resquicio de la galería que daba al sur. Dejó su abrigo, liviano para la época, sobre un sillón del salón en semipenumbra. Dejó su sombrero y sus guantes.
            ¡Allí pudo ver por primera vez la luz! Era una pequeña luz, que se filtraba desde la habitación de Juanca. Él, hacía ya varios meses que había partido hacia Calcuta. Sintió frío. Un raro escalofrío en la espalda la hizo acercarse al ventanal para cerrarlo. ¡Juanca y su búsqueda espiritual, lo había hecho demorarse en ese país mágico, la India! Luego del suceso. Ese que lo había hecho inquietarse aún más, al punto de dejar trabajo, novia, amigos, todo. Estaba tan lejos como antes. Más ahora.
            La puerta estaba entreabierta, pero sólo se alcanzaba a ver desde un punto de vista un punto de visión hipnótico. Sosegado. Por el pasillo apenas iluminado por la luna, que penetraba con un haz luminoso de tono rosa pálido, pudo sentir “una” presencia. Igualmente desde la hendija en la puerta de la antigua habitación de Juanca la acarició una sombra. ¡También sintió el sonido de música suave, casi imperceptible, que provenía de la estancia! Ésto hacía más cálido el clima de emoción. ¡ Yo sé que él, está  muy lejos ¡ Su figura alta y desgarbada se filtraba en su memoria. Juanca tenía el cabello largo y fino, apenas ondulado que caía en una coleta fina trenzada en su espalda para crear un vínculo con la tierra. ¡ Lo recordó como había sido antes, cuando era su respaldo incondicional en la infancia y en la adolescencia! Todo acabado. Nuevamente recordó el suceso. ¡ Lo extraño, se dijo malhumorada! Y hoy, justo hoy, después de este momento mágico en el teatro, le ocurría esto. La obra era buena. Algo profunda para el entorno de Olivares. La gente es sencilla y buena. ¡Nada complicada, claro! y tal vez no entenderán, como yo, alguna propuesta de los parlamentos. ¡Charlaría horas junto a él, sobre la obra! Sus manos cálidas, pálidas y azuladas, con perfume a tabaco y cuero, jugarían con mi cabello oscuro mientras me explica cada palabra de esa puesta esotérica... piensa. La luz se aclara. La puerta se abre lentamente y Marisa se ofusca, no, se sobrepone y observa. Él, Juanca está allí. No físicamente, es extraño. Es su espíritu manifiesto, que ha llamado persistentemente con su alma y su palabra. ¡ La mente humana ! Juanca ¿ vienes a acompañarme en este extraño momento de ensoñación? Su luz se inquieta. Se aquieta. Se detiene. Un aire fresco penetra y mueve la ropa y las cortinas. Ya comienza un leve entintarse del horizonte. Agoniza la noche. Se tiñe el añil de un púrpura primigenio. El perfume del mar penetra en la estancia. Ella siente la presencia. Siente que se acerca y la toca con manos insustanciales.
            Hincada en la alfombra ve que el haz de luz penetra lentamente en su piel. Su ser está en éxtasis. Entiende el mensaje...Una paz tenue inunda el corazón de la muchacha. El corazón se acompasa con otro corazón lejano. Marisa es feliz y espera. No habrá otro suceso.¡ Hermano... estás acá y sé que siempre que te llame , que necesite de ti, vendrás a darme tu calor! Marisa es muy feliz. Aprendió. Comprendió.


POEMA

He caminado por el arco iris y su ilusorio misterio

buscando la mirada de los dioses.

He desandado los abismos del averno buscando tus palabras y emociones.

Encontré una enorme galería de sonrisas
la Gioconda y su tenue mirada y travesuras;
mujeres-Modigliani y picantes mujeres de Picasso,
también la Primavera - Botticelli,
con una damisela entre mil flores...
¡Nunca la sonrisa hermosa de algún hombre!
Y la tuya, tu sonrisa tan humana...que se esconde
y tu nombre que se pierde entre las frondas,
 que se pierde entre la gente que transita mis calles ciudadanas y ruidosas.
¿Dónde estará esa palabra franca,
dónde la arena fresca de tus playas...
en la que juntos tomados de las manos caminamos mil noches?
Me introduje buscando entre las olas una estrella de mar y entre los riscos...
una barca que aleje las tristezas.
Para dártelas como pagana ofrenda.
Como un regalo de Venus a Neptuno.
¿Dónde estarás amigo de mis sueños, sino en mi corazón?
Así te busco y así te encuentro.
Vamos a caminar por nuestras playas...
encontraremos pasiones y suspiros,
encontraremos besos con arena
y nuestros cuerpos húmedos y tibios
serán como una orquesta afinada de violines
acariciándonos, Beethoven armonioso y estallará la Oda a la Alegría
con los besos de amor y la ternura,
y una lágrima tuya se unirá a mi alma.
Y tus labios dulces se apretarán sedientos
y un perfume de mar brotará de nuestros cuerpos.
¡Amor! Generosa la vida, que nos ha regalado todo ésto.
  

DEL LIBRO CUENTOS SUPER CORTOS

VÍCTIMAS DEL ASESINO DE LA SIERRA

Ocurrió entre sombras, el lugar era seco, umbrío y la sangre estaba negra. El silencio se apretaba al breve espacio. Apenas unas luciérnagas trataban de iluminar dando una señal. El inspector Santos descubrió una losa fresca. Cavaron y allí estaba el cuerpo mutilado de una niña. Era la séptima victima ese mes. Se lo seguirá buscando sin respiro. Nadie sabe donde se esconde. Tal vez… alguno de los miembros de la seccional sepa algo. Santos sigue buscando una sierra ensangrentada. Siempre llegan tarde. ¿Quién le avisa?


sábado, 17 de junio de 2017

LAS ISLAS MALVINAS SON Y SERÁN ARGENTINAS.

RUTA HACIA EL FUTURO Y LA NIEBLA.
            Siento las piernas livianas. Corro para trepar a mi avión. ¡Soy feliz, por fin podré demostrar todo lo que he aprendido en mi entrenamiento!       
                        La cabina tiene un tamaño cada vez más estrecho a pesar de los años en que aprendí, practiqué y subí para hacer las maniobras de rutina. La orden fue súbita...
                        -" Tenemos un enfrentamiento con un enemigo claro"- "Hemos tomado las Islas después de cientos de años " - " Nos espera un desafío irracional"...- Y yo en mi A 4C, ágil y raudo hacia el sur con mi soledad. Mi juventud a flor de piel como una sazón y lustre épico. El ruido ensordecedor de los motores y el viento pegando en las alas y en el fuselaje. ¡Ahora tengo misiles que me protegen!, pienso mientras aprieto con mis manos el costado de las piernas donde sobresalen los elementos de supervivencia...- Si me eyecto los necesitaré- , pero siento un ruido ensordecedor...el plexiglás está tremolando como la montura briosa de un caballo desbocado. Tiemblo. Tiembla. Tengo miedo y transpiro a pesar de que afuera hacen diecisiete grados bajo cero y acá en la pequeña cabina deben hacer más de doscientos grados. Es como en un desierto, hace un calor insoportable, hace frío intenso y yo ya no siento nada más que el silbido agudo del viento entre los alerones, la tobera y las alas...y el aullido grotesco de la carlinga de plástico que sigue trepidando. Miro afuera de mi tumba de metal... ¿Por qué veo las nubes sombrías que me aprietan, me ahogan, me separan del mundo exterior? Son nubarrones oscuros y premonitorios y agoreros, entre ellos...- ¡No puede ser!- Sí, ¿allí veo a Roberto, mi hermano gemelo?
                          Y... ¿en una tanqueta por entre las nubes? ¿Imposible que él se mueva así entre nubes si soy yo el que vuela en un avión de caza? ¡Y ahora  me hace señas con su mano en alto! ¿Qué me quiere decir? ¡No le entiendo! Voy a girar sobre el ala derecha para verlo mejor y...-¡No, entre el infierno nuboso emerge un "Sea Arrier" enemigo...veo la estela del misil, la veo!-  Aprieto el botón rojo dos veces..., ahí van, ven malditos como salen airosos los dos misiles plateados como aves de invierno. Siento el fogonazo. Veo la estela de fuego casi dentro de mi cerebro y  siento el tremendo estruendo y el golpe en el fuselaje. Me vuelvo y la cabeza me golpea y atruena en mi pecho y veo como el avión comienza a desintegrarse mientras yo me eyecto. Los casi novecientos kilómetros por hora estallan en mi pecho.
                         ¡He perdido el casco y mis guantes y mi reloj y mis antiparras y mi manguera de oxígeno! Todo. Perdí todo.
                          -¡Roberto, hermano, estoy gritando, ayúdame que tengo mucho frío!- pienso- ¡Gracias a Dios tu tanqueta está preparada para socorrerme! – Él, otra vez, no entiendo lo que dice:
                         - ¡Manfredo, hermano, corre que atrás hay otro misil del enemigo!- y trato de correr y siento pesadas las piernas con tantas correas del asiento eyectable y el paracaídas que me lleva lentamente hacia la tierra, y el frío terrible y el dolor atroz en las manos y en las piernas. Ya no siento la cabeza. Seguro que mi gemelo me ayudará. Sus compañeros, en cuanto llegue a tierra, me van a recoger y abrigarán. Entonces todo estará bien. Ya veremos. Cierto, ya veremos...
Allá entre las suaves colinas de húmeda turba encontraré sus brazos. Mi hermano me vuelve a hacer señas que no entiendo. ¿Entre las nubes? Me vuelvo, no puede ser... ¿mi avión estrellado entre unas rocas? ¿ fuego y un estampido?...y estas correas que no me dejan separar de mi asiento y me desprendo y camino sobre el agua y saludo a los jóvenes soldados sin piernas, sin cabezas, sin rostros, sin manos, sin nombre y me sorprendo porque no lo encuentro...¡No encuentro a Roberto, mi gemelo en su tanqueta!-¿Por qué?- Allá escucho a gente que vocifera..."Argentina..., Argentina...Argentina..." y el obelisco y mamá con una enorme bandera que se agita y mi padre entre millones de personas que cantan el Himno, y siento que ya no tengo ni mis pies ni mis manos ni mi avión ni mi orgullo ni mi frente ni oyen que los llamo.¿Dónde estoy?  ¡No puede ser!
            -¡Atento Manfredo, atento, sobrevuele el objetivo!-, y ahora, ¿por qué?...siento la voz urgente de mi guía derecho, me urge apretar el botón rojo... ¡No lo puedo encontrar!  ¿Dónde están mis manos?
            -¡Manfredo atento a su derecha avión enemigo!-estoy escuchando la voz clara de Gustavo P.J. y veo el fuego del misil y maniobro en escapada hacia la izquierda y veo fuego por todos lados y el calor agobiante. Y el ruido ensordecedor, y más calor. Explota el avión de mi guía. No veo...no veo nada. Silencio. Soledad. Muerte.
                                   Ahora...
            Camino sobre las aguas. Por las colinas de turberas, ya nadie me responde.
            "ARGENTINA...ARGENTINA......ARGENTINA......ARGENTINA.....argentina......argentina........argen..........arg...........ah...........ay... ¡Ay...Patria Mía....!”
                                              
                                                          



NO ESTABA SOLA

Y entonces
sucedió que descubrí que    
no estaba sola
que el canto quejumbroso del ave agorera
me acompañaba en el destierro de la noche. Y
que una estrecha parte del gentío me seguía
arrastrando un desahogo de urdiembres milagrosas.
Míticas.
Burlando las mascaradas siniestras  
de un carnaval mitológico     sombrío, pero
no lo estaba, sola,
quedaba incrustada en el vacío rodeando al tiempo
con los ojos llenos de cristales entramados.

Presentí, entonces, la presencia
sucedió el milagro cuando danzaron los memoriosos
en la contemplación de la luz
la reminiscencia  troquelada      aviesa     inútil
pero memoria que no olvida los recodos del camino
donde se detienen los migrantes.
Allí estabas en la búsqueda ilusoria
contorsionando  el espacio entre la luna y las palabras.
Ahí estaba el aliento de la noche, tus besos, tu presente.
No estaba sola. No lo estaba.

  

COSTUMBRES DE MI TIERRA


TÍPICO ASADO ARGENTINO. EN MENDOZA SE ASAN VERDURAS A LAS BRASAS Y SE COMEN JUNTO CON LA CARNE Y LOS CHORIZOS, MORCILLAS Y CHINCHULINES. SE BEBE VINO MENDOCINO TINTO Y PREFERIBLEMENTE MALBEC.

CUANDO SE HACE UNA PAELLA, INTRODUCIDA POR LOS ESPAÑOLES QUE LLEGARON A MENDOZA EN EL SIGLO XIX, SE LA PREPARA EN GRANDE... SE BEBE VINO BLANCO DE TIPO TEMPRANILLO. MENDOCINO.


EN LOS ENCUENTROS LITERARIOS NUNCA FALTAN LOS BAILARINES QUE HACEN DEL FOLCLORE UNA VERDADERA FIESTA PARA LA VISTA Y EL OÍDO. EN SAN MARTÍN, DEPARTAMENTO DE MENDOZA.