Está fría. Helada. Por
lo menos hace veinte horas que está así. No se ve revoltijo ni desorden. No
falta nada, según dice la casera y su pareja. Retírenla cubierta con una
colcha. No quiero mirones ni periodistas hasta que no se busque hasta que cada
detalle se investigue.
Mariana llegó a la
capital con las ilusiones a ras de piel. Triunfaría como profesional y artista.
Había estudiado mucho. Traía certificados de ambas cosas. Sólo necesitaba
ubicarse en ese mundo, para ella mágico, en verdad cruel de la gran urbe. Buscó
un departamento pequeño y en mercadillos fue consiguiendo muebles y objetos que
transformaran esa pequeña habitación con baño y cocina ínfima en un hogar.
Buscó un trabajo de medio tiempo y comenzó la lucha. Todo muy vulgar. Nada
nuevo e interesante…hasta que conoció a Mayke.
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