Samuel se sentó en la vieja hamaca que crujió avergonzada de los años que estaba allí, abandonada y con frío o calor, con lluvia o viento. ¿Quién se iba a dedicar a guardar esa antigualla? Vivían para trabajar. El camino estaba marcado con las huellas de su vieja chata Ford como rieles de ferrocarril. Modesto venía caminando con sus manos sobándose la espalda que le dolía como las penas del infierno. Los vientos helados del sur le hacían ese efecto desgarrador. ¡Pucha, che, parece que me duele mucho más hoy día! Se tiró sobre una silla que por supuesto se quejó crujiendo con ese cuerpo que la amenazaba destruirla.
Hace como cinco años que nos dejó el tío Universo. ¡Cómo se lo extraña! Tendríamos que ir a saludar a la tía cuando amaine este clima de porquería. ¿Anoche antes de apagar la luz me pareció escuchar un silbido de esos que nos anunciaba la visita del tío. ¿Te acordás de su olor a tabaco y miel con lo que se hacía los cigarros?
Mirá Modesto, si por ir, tendríamos que ir al cementerio de
San Luciano, antes que se pierdan entre los matorrales las cruces del Tata
Viejo y de
Los años se vinieron rápido después de la última cosecha, después de la sequía del treinta y cinco y de las otras calamidades que acontecieron por estos pagos. ¡Samuel, contéstame! Hablo solo como el loro. ¿Entraste a Saturno? La jaula estaba cerca del jazmín cuando salimos esta mañana. Me acuerdo cuando el Tío le enseñó a canta un tango... la mamá se enojó muchísimo. ¿Cómo iban a hablar las vecinas si oían al loro cantando esas letras provocativas y locas? Y más lo retaba y más fuerte cantaba. ¿Lo entraste, mirá que hace frío...a ver si se nos enferma? Al final es lo único que nos queda de cuando éramos chicos.
Callate Modesto, escuchá, está cantando allá adentro de la cocina el famoso tango. Cambalache. ¿Te das cuenta que hoy ese tango es una joya? Parece para este tiempo de los cuarenta... me voy para la cocina. Tengo frío. Cuando se quiso para no pudo, saltó Modesto para ayudarlo. ¡Vamos Samuel, apoyate en mis hombros y entremos! Pará, sentí el silbido del tío Universo... parece que me está llamando. ¿Estás loco o en pedo? No. Escuchá te digo. Es él. No Samuel es Saturno que silba. Es Saturno te digo, no te caigas, hermano que mañana te llevo al doctor y te cura... esa manía que tenía el Tío de venir silbando y vos ahora que te estás cayendo. No te caigas apoyate en mi espalda aunque me duela tanto y te llevo a la cama y mañana... ¡Callate Saturno no cantes, no ves que Samuel se está yendo!!!
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