jueves, 9 de enero de 2025

JUICIO A LOS RECUERDOS

 

Llegamos en un barco de la Cruz Roja desde Austria. Buenos Aires nos pareció un lugar extraordinario. Lo que más nos llamó la atención fue ver comida en los tachos de basura. Nosotros, después de vivir en cuatro campos de concentración siendo refugiados no lo podíamos creer. Allá comíamos un trozo de unos doscientos gramos de pan de cebada y una papa de cien gramos, más o menos, cada día. Donde conseguimos algo de grasa de cerdo fue en el campo de los ingleses.

Escapábamos después de sentir como mataban a mis padres por el frente de la casa, nosotros por atrás y por los techos huíamos agazapados con unas pocas joyas que mi madre le puso a mi mujer en el corpiño. No teníamos nada. La ropa era de pleno invierno, pero teníamos un calor terrible, porque había incendios por todos lados.

Los soldados alemanes entraban a las viviendas y si eran judíos los aniquilaban y prendían fuego. Caían balas de todos los rincones. Escondidos, viajábamos de noche y nos escondíamos de día. Así atravesamos por las calles de Budapest hasta llegar a la campiña. Los bosques estaban poblados de gente que escapaba de las tropas de ocupación.

Pasamos hambre. Yo trataba de buscar comida donde fuera. Rescaté de algunos muertos unas botas y un carro abandonado. No traía mi título de odontólogo. Era un simple vagabundo escapando de los enemigos. Mi hermosa esposa, éramos muy jóvenes y recién casados, escondía entre sus bragas algo de dinero. Pero nadie lo quería. Faltaba comida y sobraba hambruna.

Hoy trato de agradecer haber escapado del infierno y estar vivos, hemos construido un hogar con doshermosas hijas. Dios dirá cuál será su destino.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario