A TI MADRE TERESA
Una hilacha de algodón blanco y azul
abraza el cuerpo inerte de un doliente
manos rugosas con venas de amor y
de ternura
acicalan la deforme piel que envuelve un niño moribundo.
Nada te amenaza, ni el hedor ni los gusanos. La lepra no te asusta
Santa Madre Teresa allí en Calcuta, lejos de tu hogar y de tu gente.
Son tus hermanos que no tienen Nada, nada de nada y tu le entregas todo.
Tu alma tu cuerpo, tu débil fortaleza, tu Fe y tu amor…
Casi descalza desandas las “chabolas”, casi desnuda caminas junto al
Ganges
para ayudar aquellos que dan su último suspiro.
Muchos te aman, todos te respetan y ¡Eres tan grande y tan pequeña!
Pronto se acercan otras mujeres a entregarte su destino. Te siguen
en la búsqueda de un mundo de justicia y hermandad cristiana.
Ahora en los rincones más pobres de la tierra… van caminando
con los “saris” blancos y azules aquellas que te acompañan en amor
fecundo.
Es un hábito que lleva esperanza a quien precisa unos brazos fraternos
Es tan sólo el reflejo del Amor de Teresa repetido mil veces…
Dios proteja su lucha y su agonía. Cuídalas señor del atropello
de los que no creen en la
Palabra de Cristo.
¡Amen hasta que Duela!
Graciela
Elda Vespa. Mendoza Argentina.
TERESA SANTA DE LOS POBRES
Puedes darme tus manos laboriosas y
grises
Necesito me enseñes adentrarme en la
vida
seco
tu rostro con fuertes cicatrices
que aumentan la sombra del dolor que
reviertes.
Cuánta fuerza lograste con tu bondad
Santa
Siendo tan pequeñita, tan austera y
mordaz.
Es preciso me enseñes a despojarme de objetos
que no son ni valiosos, necesarios o
urgentes.
Tu vida toda en la extrema pobreza
abrazando los cuerpos moribundos y
enfermos,
es preciso que aprenda a orar con
los hechos,
mis manos lavando los pies de todos
mis hermanos.
Socorriste a los débiles, los más
pobres y solos
sin esperar que el mundo te llenara
de oro
Apenas alimentabas tu cuerpo pequeño
compartías los peces, multiplicabas
panes y amor…
Ese fue tu sueño Santa Madre Teresa
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