miércoles, 31 de julio de 2019

LA VIDA SIGUE




Esos picos de pájaros nocturnos que golpean mi piel y mis quimeras.
Un dios que me olvidó y que  sonríe lejano.
No le encuentro los latidos ni lágrimas a las rocas
Dormidas en su antiguo rostro de incienso. Y mirra.
Se aleja, no me mira y está quieto en un horizonte de palomas.
Palomas negras que aletean en los muros
Oscuros, cálidos golpeteos y murmullos de voces
Silenciosos suspiros que nadie oye. Ya nadie oye.
Las flores se marchitan, lloran las lloronas y fantasmas
que aparecen con la tarde y el duende de la noche.
Apártate. ¡OH, amiga o muerte amiga que me esperas!
Enemiga agorera con tus manos abiertas, con sonrisas proféticas.
Me esperas y me espías para hacerte de mi
De mi ingrávido cuerpo de mujer soñadora y poeta.
Yo vuelo. Vuelo hacia el poniente tan lejos como puedo
Escapo por los campos de la vida preñados de simientes.
Esperando un territorio de amapolas azules y un mar
de caracolas y de espumas y gaviotas. Me escapo.
Tendrás que esperarme un tiempo aún amiga mía.
Hasta mañana, amiga muerte, tu fantasma no puede,
 no puede doblegarme.
El tiempo se detiene y me contempla. ¡OH, tú, espérame dormida!
Mañana el sol estará en mis montañas y en mí alma la nieve.
El dolor de la partida.
Sigue la vida.





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