La mirada mágica me
devora.
Lúgubre tiniebla conjura
mi palabra.
Repta tu mirada líquida en mi piel dormida.
Ávidas sombras retuercen
la calle de la vida.
Hay un agobio de neblina
en tu mirada, niño.
Es como el secano en el
destierro de la noche.
Es una muerte que se
anuncia.
Es un dolor que
estremece en la piel.
Es un guiño de la
sometida oscuridad del invierno
Se acerca el misterio
agazapado entre llagas.
Siento un grito.
Siento un desgarro.
Me deslizo por la orilla
de la fosa.
Recorro el fantasmal
solsticio nevado y frío.
No hay sueños ni
esperanzas atávicas.
Silencio.
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