jueves, 14 de marzo de 2019

LA NOVICIA






La había ido a buscar. La sacó del convento cuando ocurrió el accidente. La madre superiora se sintió desfallecer, esa chica era la esperanza para la congregación. Nunca hay que confiar en los tutores, pero nada pudo hacer para impedir que se la llevaran.
Igual, la muchacha, siguió a su tutor, llorando.
La muerte de su madre y hermanos, era inexplicable. Le dijo que habían caído en un barranco con el “Landó” y estaban muertos. Eso fue al salir de la misa vespertina donde ella los vio por última vez. Era la única heredera y si ella se quedaba en el convento, con votos perpetuos, todos los bienes pasaban a la congregación.
En la vieja casona su vida se transformó en un hacer y hacer tareas caseras. Cocinar, planchar, limpiar pisos y cuanto capricho tenía la mujer de su tutor. De tarde solía hacer una breve siesta. El matrimonio, no le permitía usar una parte de la casa. En especial las habitaciones de su madre o hermanos, le dejaron una pequeña alcoba en la planta baja, cerca de la cocina y lejos del baño.
Una noche que necesitó ir al lavabo superior, escuchó una conversación entre sus tutores: -Mañana, iremos al banco y al notario. Cambiaremos todas las propiedades a nombre tuyo mi amor. Nadie sabrá qué pasó con Candela. Pensarán que está en el convento encerrada.
Bajó lentamente sin hacer ruido. Salió envuelta en una colcha rumbo al convento y luego de atravesar mucho espacio en el bosque, llegó y golpeó en la gran puerta. La madre portera abrió y sorprendida la atrajo hacia el interior.- ¿Niña qué te ha sucedido?
Esa noche durmió tranquila, la Madre Superiora a la mañana siguiente fue a la alcaldía a pedir ayuda.
La sorpresa fue general cuando se supo que el Señor alcalde era el hermano del tutor.
La novicia, debió ingresar en un convento lejos y profesar secretamente en la Abadía para no ser robada y muerta.

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