viernes, 19 de agosto de 2022

A MIGUEL DE UNAMUNO Y JUGO

 

 

                               “MÉTEME, PADRE ETERNO, EN TU PECHO, MISTERIOSO HOGAR, DORMIRÉ ALLÍ, PUES VENGO DESHECHO DEL DURO BREGAR” EPITAFIO EN SU TUMBA.

 

 

¡Solloza el alma del hombre que perdió a Jesucristo!

 

Busca sin cesar una hendidura donde esconder su pena.

 

Su fuente de sangre herida por la lucha entre el zarzal y la rosa,

 

vida o muerte de su sueño en llamarada y lava,

 

que lo aprieta en brazos del amor y de la muerte.

 

Busca rescatar en la tiniebla, esa palabra de un Dios inexistente,

 

de un Dios cuyo eco resuena entre los claustros de su mente.

 

Quiere abarcar el todo y el misterio envuelve el tiempo

 

de la vida que quebranta en la filosofía. No resiste.

 

Se entrega en brazos de la búsqueda endulzando su noche

 

Su oración final de luz esperanzada. Luz de un Cordero perdido

 

entre los libros, en los largos pasillos de una academia gris

 

donde lo espera la eternidad de su voz y sus gemidos.

 

Don Miguel de Unamuno y Jugo, usted no ha muerto

 

Vive en la palabra maravillosa de su poemario y obra,

 

está durmiendo en el pecho misterioso de un Señor perdido,

 

que entre sus brazos sostendrá su frente y la sangre de su rosal en flor.

 

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