miércoles, 10 de agosto de 2022

UN VIAJE MUY AJETREADO, MADRID CON LLUVIA

 Para poder llegar a Santiago de Compostela, el famoso Camino de Santiago, nos mandaron a Madrid. ¡Comenzaron los problemas! Los vuelos retrasados nos impidieron llegar al que nos trasladaría a Galicia. Llovía como hacía meses, según dijeron, no llovía. Nos llevaron, luego de muchas protestas de todos los pasajeros que habían perdido sus conexiones; nosotras entre ellos; a un edificio cerca del aeropuerto que habían organizado como “hotel”. Eran módulos de departamentos con habitación, baño y cocina. Sin heladera ni comestibles. Nos fueron acomodando según los próximos vuelos que comenzarían a las dos de la madrugada. Mi compañera y amiga, se animó a buscar comida. Ambas ya hacía más de diez horas que no probábamos alimentos, excepto una bolsita de 40 gramos de maní que nos dieron en el avión de Iberia. Pudimos hablar con nuestros esposos e hijos, puesto que la empresa proporcionó llamadas gratis al país de cada pasajero. Hacía frío y no paraba de llover. De pronto, tocó la puerta una jovencita y me entregó dos bolsas con comida y bebida. Cuando llegó mi amiga, se sorprendió, no había podido conseguir que la máquina que expende con monedas algunos alimentos, le entregara dos emparedados y se quedó, el aparato, con los euros. Ella estaba furiosa. La calmé, la invité al picnic y luego de higienizarnos, comimos. Un sándwich de jamón de pavo y queso, un jugo de naranja, un yogurt y para mí una pera.

Sabíamos  que a las cinco de la mañana nos llevarían al aeropuerto. Ella salió un instante porque no soportaba el encierro y se perdió, era un edificio laberíntico. Cuando volvió, estaba muy triste. Habló con su esposo y su hija y se calmó. Esa noche dormimos tres horas.

Al día siguiente, no llovía. Salimos de Madrid rumbo a santiago de Compostela. En el avión, ya se veían los peregrinos que con sus mochilas y bastones viajan para hacer esa antiquísima peregrinación. ¿Me pregunto qué impulsa a los seres humanos hacer una caminata de casi 900 kilómetros andando por el antiguo camino de los cristianos de antaño? Hoy, por lo que pude observar, la mayoría no era gente religiosa, la que hacía la Romería o Peregrinación. Muchos van por esos largos senderos por decir: ¡Lo logré! Llegan a “Finis Terra” y allí regresan con su cartilla llena de sellos comprobantes del viaje. En fin será otra de mis anécdotas.

A las cinco de la mañana nos alertaron que ya pasaban a buscarnos para viajar a uno de los lugares más bellos: Santiago de Compostela.

 

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