El corazón se derrama sobre el mantel de lirios,
sobre la calle empapada. Llueve.
Las piedras brillan bajo los pies dormidos de la noche.
Un farol de fuego invita a colgar las hojas de un cordel clandestino.
Un parral sediento que suspira.
Un fuelle viejo entona un tango triste.
Uvas húmedas y tibias rememoran su tiempo de vino.
A la distancia, el empedrado mojado baila
Y el fuelle de bandoneón dormita
Una balada de sangre y de milonga gris
De Buenos Aires
Lejano y prevenido
Sudestada de sueños y nostalgias.
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