REAL Y PERMANENTE
NO ERES AMBICIOSO: TE CONTENTAS CON SER FELIZ
JORGE LUIS BORGES.
No sabré jamás por qué busco la belleza en todo y además ser feliz, pensé mirándome la frente lesionada. Es
pequeña la herida, pero sangra y me da una extraña imagen. Siento frío y salgo
de mi cuerpo para observarme con la bala incrustada en la cabeza.
Veo arremolinarse a gente extraña.
Echado sobre mi pecho un muchacho trajeado de verde claro trata de resucitarme.
Es tarde.
La
carta había llegado temprano. La dejaron debajo de la puerta de la casa y se la
acercó Enriqueta. Llevaba puesto un pantalón de algodón oscuro y arrugado, se
tapaba con un delantal que le cubría el pecho y el cabello entre cano, sujeto
con una cinta mustia. Vamos, remolón, le había dicho, hoy tenés que llegar
temprano para tomar el tren antes de las diez. Ponete el pantalón de corderoy
verde y la camisa limpia. Te lustré los zapatos. Te preparé algo de comer y el
desayuno. El baño está listo, me había dicho. Ahora lo recuerdo y me veo
acostado fumando un cigarrillo negro a disgusto de Enriqueta que odia el olor
penetrante y fuerte. Salí corriendo para llegar al tren de las siete. Si tengo
suerte después se trepo al Bondi y llego a la entrevista. Si consigo entrar en
la oficina seré el tipo más feliz del mundo. ¡Pero no, justo una manifestación
en medio de la calle y la cana! Una bala perdida y…a la mierda…
Jefe
me parece que el pibe no vuelve. Dele un poco más de oxígeno, hágale mejor el
masaje cardíaco…epinefrina y golpe eléctrico; resucitación. Pero la bala se le
incrustó justo entre los ojos. ¿Tiene orificio de salida? Me perece que no.
¡Qué pena!
Parece el tercer ojo de los
hinduistas, mi “jermu” le ha dado por
eso de las religiones raras, del budismo y no se qué otra “meresunda”
más. ¡Es lindo el pibe y no traía ningún panfleto! No parece un tipo revoltoso.
Acá tiene una carta, lástima que se manchó con sangre. Parece que iba a buscar
trabajo. Siempre pasa lo mismo, caen inocentes. Cuidado, jefe, vienen con palos
contra nosotros, corra. ¡Corramos que nos matan a nosotros también, estos malvados!
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