Y
un día amaneció
la cordillera en llamas
un restaurado
violonchelo acuchillaba al viento
entre las
piernas de un enorme álamo incendiado.
No encontré las
huellas que dejó el unicornio del bosque.
Eras acaso tú?
Amor dejando
inolvidables
pisadas de gacela
besos calientes
con olor a durazno maduro
jugo de sol
chorreando sobre las piedras blancas
en el río
helado.
Desperté
perdida.
Estaba sola
entre la erguida pared de hielo
sitiada en la
roca transparente de un coloso
que susurraba en
el promontorio de piedra
una palabra celos
celos
celos del candor
con que amé. De mi inocente mirada
en los ojos
infinitos de la nada.
Dónde quedó la
promesa?
Sigo perdida.
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