martes, 26 de febrero de 2019

EL INFARTO.




La querida Liliana duerme con serenidad en una noche de primavera. Su casa de amplios jardines donde crecen álamos, paraísos, pinos, palmeras, árboles frutales, tiene un sin fin de plantas con flores. Le deleitan los helechos  que tiene múltiple variedad. Sus mascotas son una tortuga, un gato y varias ranas.
¡Duerme y sueña Liliana que nosotros cuidaremos tu sueño, tu jardín y tu casa! A su alrededor, haciendo rondas hay mariposas, bichos de luz y libélulas. El duende de la noche, vela junto con las hadas y la luna, cuyos pícaros rayos la iluminan.
Por la ventana, la figura de Liliana se ve que duerme y sueña. Ella cree que una extraña cae sobre el césped con un vestido de gasa, pálido color azulado y alas plateadas. La ve caminando y acercándose a ella,  suavemente la toca. Ella sin moverse abre los ojos y no ve sino la imagen de su madre que la acaricia y le dice que tiene que partir. ¡Es imposible, piensa! ¿Mamá irse lejos? Su corazón comienza una loca carrera y gotas de sudor surcan su frente. El cabello se pega a la piel. Llora. ¡Qué sueño extraño!
Cuando llega al lecho de su madre, ésta, la abraza y le dice: - Hija querida me duele mucho el pecho, creo que tienes que llamar un médico.-
Liliana, toma el celular y oprime el número de urgencia. Unos minutos después, llega una ambulancia. La joven médica comienza a practicar con un aparato para despertar el corazón herido de su madre. Ya restablecida, luego de un breve tiempo, la galena, le indica que deben internarla. ¡Ha tenido una falla en el endocardio!
Liliana no quiere desprenderse de la mano tibia de su madre. Pero los médicos las separan.
Una semana después, en una hamaca de mimbre, la mamá y Liliana gozan del bello florecer del jardín, donde los pájaros inauguran una vida nueva.  

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