Es la
última vez que yo platico
Nada
logrará romper este embrujo nuestro
Entre los
besos y tu cuerpo de turquesa
hay muchas
horas en que no te encuentro,
estás tan
ausente de mi vida y de mi alma
que todo lo
que digo, se transforma en silencio.
Tantas
palabras se marchitan, como flores secas
que un enorme
puente, le creamos al te espero.
Yo te busco
hasta el interior de todos los arcanos,
allí, donde
escarbo tu garganta prevenida,
el temido esqueje
de tu alma inquieta.
Hay un
vibrato de violín que sube
desde el
camino hasta la ventana de mi alcoba,
rumoreando
en mi alma el calor de tu sangre.
Un pecado
azul, compromete el dolor en la mirada.
Aun pienso
que vamos a morir uno junto al otro,
Es tan nuestro
este espacio que compartimos.
Es tan lejano
el despertar del campanario.
¡Qué, atroz!
Habrá una tumba para cubrir nuestras tristezas.
Cuando la
hora despojada de amor nos atrape
deberás lamer
con tus labios para libar los estambres
de la flor
silvestre de hechizado olor a vino nuevo.
Así,
lograremos ensalzar la vida que eternizamos
En el
sendero pavimentado de sueños y ternezas
Tal vez
así, el Señor nos reciba con misericordia.
Hay ahora
en mi, una mujer madura, casi vieja,
que se me
mueve adentro de este cuerpo trajinado,
que le asusta
mucho una mirada apasionada.
O cree ver
el espectro de la muerte que la acecha.
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