viernes, 12 de abril de 2019

UNA POESÍA


LA PINTURA ES POESÍA MUDA; LA POESÍA PINTURA CIEGA: LEONARDO DA VINCI

Los trigales perfilan la curva del silencio.
Holgazanean las espigas solariegas en calma.
Buscan las aves el horizonte de las almas añil,
revierten la soledad del camino al cielo plata.
Vertiginosas las vocingleras cataratas cantan,
van valle abajo en su perfecto viaje en busca del oropel
que maltrata las piedras sobre el suelo fértil,
a los arroyuelos que pintan las aguas mansas.
Los sauces se contornean coqueteando ensueños
atrapando el arrebol de la ribera inquieta, en brava caída,
en perfecta sorpresa de melancolía blanca.
Nace en el horizonte un carmín de sueño solar,
un tamiz de osadía perdido en la montaña. Nieva.
El corazón palpita en verdes y celosos naranjas
del pinar yacente en la balaustrada umbrosa,
moviendo el mundo con ritmo de hojarasca sutil,
con ritmo de amapolas que mecen mariposas de oro,
con ritmo desmesurado de panderos viejos, ruidosos.
Un colibrí amenaza llevarse cada flor en el pico,
robar la dulzura de la miel del panal oculto,
buscando en las ramas del rosal y peonías rojas.
Y el trigal sigue inquieto meneando su belleza dorada
coqueteando con las cigarras y tumultuosas langostas.
A lo lejos nace la poesía con pinceles de crines.
Cabalgan los alazanes con probidad de duendes,
Traen entre sus lomos la magia de violines.
Traen al poeta ebrio de amor y gozo.
Traen joyas preciosas.
Traen palabras que brillan con los trigales.


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