Ahora
yo te pido
cortejemos inmensas muchedumbres con guijarros
de la orilla del río de la vida
continuemos
memoriosos los astros iluminan el camino
son de cuarzo rosado las velas del barco que traslada
nuestro canto. Son de ébano las tablas de la barca.
A lo lejos allá en el horizonte tal vez en el poniente
una lámina pintada en el mural del templo nos indica
el rostro de ese dios que nos inquieta
en las noches de amor.
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