jueves, 19 de septiembre de 2024

LA NOVIA


 

            Se caía, se caía y un murmullo de aire ingresaba en sus oídos. Tras ella el velo envolvía como nube al viento su cuerpo. Movió los brazos con ilusión de pájaro. Mordió el aire para recordar el sabor de la vida. De los besos. ¿Un aleteo de mariposas le hacía cosquillas en el vientre? No, la soledad discrepaba con la distancia desde el acantilado al mar. En su interior murmuraba un ínfimo enjambre de belleza rosa y ojos sin párpados.

            Sus huesos se alivianaron como la cimbreante caña del papiro. Una a una, fueron creciendo como agudas puntas las plumas en su espalda. Ardía la piel con febril empuje.

Seguía cayendo. Su cuerpo llegó flotando en el aire como una gota de sol, como un pétalo de madreselva.

            Su enamorado la olvidó, la abandonó en el mismo instante en que un infante se arropó en su vientre fértil.

            El ruido que produjo el cuerpo en el mar fue rotundo. Y se vio flotando entre la espuma y su velo, mientras subía, subía hacia una nube que tapaba las aguas con sangre entre las rocas.

 

 

 

 

 

 

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