Sabes que estoy
cansada de la tonta venganza,
de la ira,
del caminar
despierta y soslayando
al destino
que inquieto abanica mi piel desnuda.
Tú, lo sabes. Te
interesa sales
vociferando por
la explanada caliente de mis senos
con un arma de
plata
ya sin fuerza al
sostener la enorme columna de tristeza
que encastra la
memoria perdida.
Sabes que estoy
cansada
inerte
como ciega de
toda ceguera
buscando en el
matorral en llamas la conciencia.
Mi boca
restablece el pacto primitivo
la palabra
esperanza en tus tablas de viento
allí abandonada
al pie del ara.
Ya lo sabes. No
importa.
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