viernes, 23 de diciembre de 2016

POEMA 012

¿Dónde quedó mi árbol de hojas perfumadas?
Un arpa de nácar arrancando el eco de bosque mañanero
se perdió en mi montaña.
esa que hoy es jaula de barrotes de acero. Barrotes de besos.
En su vientre de piedra se cobijan mis sueños,
se desgranan latidos.
Mi lago de guijarros son el áspero soporte
de la piel de mis entrañas tan heridas.
Sonríen pasajeros los labios de madera
Aprietan mis senos. Alguien, sólo alguien.
Mis manos sangrantes se mueven lentamente buscando
una caricia. Pero
llega un frío de abandono con su largo capote helado y
el fuego huye con sus ojos milenarios
hasta la cumbre errante de la vieja montaña.
Está amaneciendo, hoy...
No tengo huída.


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