Nada es
imposible, le dicen los médicos y encuentra un nuevo sentido a su vida. Estudia
medicina y se especializa en neurocirugía. Investiga junto a otros compañeros
las lesiones que tuvo su hermano en el cerebro. Su nombre es tenido entre los
más capaces e inteligentes galenos. Por ser taiwanesa no saben que es mujer y
la nombran permanentemente como “el médico”. No desea regresar, pero un llamado
de su padre la obliga. Es el hijo mayor, el que debiera hacerse cargo de los
padres, pero enfermo, no puede. Y debe asumir su condición de sostén de la
familia. Un golpe de mala suerte en la
Bolsa , ha dejado la fortuna acumulada por sus padres en la
más indigna miseria al grupo familiar. Su querido hermano no podrá casarse. Sus
padres no tienen el respeto que la sociedad les daba, así vuela hacia su
tierra. Allá la espera una carga que heredó por haber enfermado seriamente el
primogénito. Su carrera deshecha, su vida interrumpida. En un pequeño taller
arma carteras de fiesta de estilo “americano” para exportar a Sudamérica.
Pasan dos
años y recibe una invitación de un colega argentino. Habla con su hermano y
toma la decisión de emigrar. Un nuevo y venturoso cambio le espera en aquellas
lejanas tierras.
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