jueves, 15 de diciembre de 2016

CUENTO CORTO

LA CASA DE PIEDRA NEGRA

                Tgum Pu caminó por la aldea sin mirar a los hombres que le sacaban la lengua. Estaba manchada por los diablos blancos, a quienes les vendió sopa y leche agria. Viuda con cinco bocas para alimentar, la suegra la echó al creer que era culpable de la muerte del hijo. Enrolló la alfombra de lana de yak y entre sus ropas ocultó el bulto en el que envolvió la ofrenda para la stupa en la montaña cercana al caserío.
Caía descamando piel de la palma de las manos en cada paso que hacía, sangraba con cada roce de la frente entre las piedras. Sus pequeños hijos caminaban silenciosos a pasos detrás de ella.
Las nubes bajas humedecían sus prendas de lana tejida con lana de los animales, pocos, que aún quedaban del rebaño que le había dejado el difunto. Un grupo de gurkas se aproximaba.
El terror le impidió continuar con su procesión. Se detuvo a un costado abrazando a los pequeños, que sin saber las consecuencias, le sacaban la lengua evitando los demonios y el mal de ojos. Les daba la espalda, pero uno de los hostiles mercenarios la ofendió tirándole tres o cuatro piedras. Era una mujer. Viuda y pobre.
 El pánico le impedía moverse. Cuando se alejaron, escupió la huella que dejó cada bota. Eran diablos armados con hierros traídos de China. Contó cinco pisadas. En todas salivó siete veces para evitar el maleficio. Ellos habían emboscado a su marido para robarle. Lo mataron a palos.
                Siguió luego con el sacrificio. Aplaudió en cada stupa donde agregaba un guijarro nuevo, puso un trozo pequeño de manteca agria de búfalo en la cima de las piedras y enarboló un pequeño rehilete con signos que, según le dijo el “lama”. Le había cambiado las preciosas banderolas por la túnica de su padre muerto. Tal vez con ello lograra la promesa de mutaciones para su triste vida.
                La lluvia descargó la furia sobre la mujer y su cría. Un chubasco porfiado sobre la tierra comenzó a concentrar agua en arroyuelos barrosos. Persistió fatigando los pocos pastos y arbustos que se desprendían arrastrados hacia un nuevo río. Ese feroz fárrago llegaría al Ganges.  Tgum Pu y su prole estaban empapados. Los pobres cueros que había fabricado la mujer como calzado, se deshacían en las piedras y el agua.
El más pequeño, sollozando, pidió quedarse allí, pero su madre sabía que si la noche llegaba morirían congelados. Al pie de un risco apareció un pequeño templo. Albergaba al “Buda” de Bahadur. Solitario entre los peñascos con su mirada atenta, la figura dorada, observaba el camino. La esforzada promesante dio cobijo a sus retoños.           Después continuó el trayecto cayendo cada tres pasos y aplaudiendo al dios de la montaña sin desmayar. Hasta que agotada, se desplomó a los pies de un lama.
                Éste contempló la inmolación y le sostuvo la frente ensangrentada. Sahumó con incienso el cuerpo aterido y entregándole una manta de cachemir que guardaba en un arcón la consoló en silencio. Ella apenas podía balbucear rogando por los niños. Otros monjes del santuario se apiadaron de los pequeños y salieron en medio de la tormenta para auxiliarlos.
                Se quedó dormida sobre una alfombra de yute. Cálido el fogón despedía pequeñas chispas perfumadas. El olor del té y el arroz con especias penetraba el templo. Ella ensoñó que había llegado al Myamma, la Tierra de los Sueños Dorados. Pero todo era una ilusión. Obligada por la férrea regla búdica, dejó el solar sagrado y partió pasada la tormenta monzónica.
                Sólo pudo dejar a sus tres hijos varones. Allí estarían protegidos de los satánicos hombres del Sur. Partió a la aldea, con las niñas que la siguieron para cumplir su destino de “innecesarias”.   

VOCABULARIO:
Yak: bóvido típico del Nepal, parecido al búfalo y de cuya piel, carne y leche dependen los nativos del Tibet.
Stupa: pequeño altar de piedras que se levantan en los caminos con banderolas y guirnaldas de colores.
Gurkas: tribu hindu-mongol que superó en las guerras a los “newas” verdaderos naturales de Tibet.
Rehilete: especie de banderolas de tela de seda o papel, que tienen la característica de ser verticales.
Lama: monje o sacerdote de la religión “budista” cuyo máximo modelo y Jerarca es el Dalai Lama, hoy habita en India por razones políticas.
Buda de Bahadur: Estatua de un Buda perteneciente a la dinastía de Jan Bahadur (1846-1951) gobernantes del Tibet en Nepal.
Innecesarias: Parias, en general en las sociedades provinciales de países con regímenes medievales y patriarcales, la mujer es considerada de menor valor social y económico. En algunos países se cree que la mujer no es humana y no se le concede valores. 




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