miércoles, 16 de marzo de 2022

UNA MUCHACHA DEL MUNDO


            Se quedó quieta, la Carmen, abrazada a la cruz de su existencia. Sola. Triste. Sin una lágrima. Sin sonrisas. Exiliada de su tierra y de su océano increíble. Y allí en el confín de su vida...una luz de esperanza. Una luz, sí, un sueño; la vida que empuja hacia adelante.

            La Carmen. La hija despreciada. La única morena entre un puñado de siete hijos rubios. Ojos color miel entre los cielos azules de los ojos de sus otros hermanos. Hijos todos aceptados y queridos. Por su "padre" que la expulsó de la teta y de los brazos amorosos de su madre. Sin leche y sin el amor agreste de la que parió sin imaginar siquiera que ese pequeño ser iba a ser morenito. ¡Desconocida por su padre...ignorante de leyes ancestrales, de la ciencia ! Se fue criando a retazos de amor con su abuela entre los malecones de su Valparaiso de horizontes inciertos. Y el amor a escondidas, a hurtadillas de su madre. La Carmen, joven de piel blanca y sonrisa agorera de otros tiempos de sueños. Carmen que se enamora siendo apenas una niña y se preña de estrellas. Y él, el "gallo" que la dejó solita abrazada a un sol que quemaba en su cuerpo. ¡Y fue como un arco iris en tan terrible tormenta! Esa, la Iris...como una flor de pétalos frágiles y perfumados, la pequeña. La amó como se quiere en la tristeza de ser madre soltera. La amó como hubiera querido que la amaran a ella. 

            El trabajo y la escuela, escaso ambos en su pequeña suerte, marcaron que la Carmen se aferrara a la vida. A los pocos años perdió su flor chiquita y unas lágrimas agrias y un dolor innombrable le dejó un soplo en sus pulmones que en un asma perpetuo...le adormece las noches. La niña se le ha ido y le ha quedado el asma. Trabajo y agonía por su Iris perdida. El mar la envuelve con sus viejas tormentas y perpetuos atardeceres con soles imposibles de tanta, tanta belleza.

            Al tiempo sabe que el hombre que la había enamorado era casado y con hijos. Ya no sueña. Sola otra vez, sin amor, despreciada. ¡La Carmen!

            Pasa el tiempo y se atreve, atraviesa la inmensa cordillera. Se va con unos "ché" a trabajar por un tiempo, pero el tiempo la engaña y se va quedando...quedando hasta ser casi de esa nueva tierra. ¿Extraña? ¡Claro que extraña! El mar, la madre, a la abuela, a esas chicas sencillas, más que amigas, compañeras. En la hija no piensa. Es una llaga abierta que no deja nunca de sangrar en su corazón de madre. ¿Soltera? ¿La acompaño? Escucha la voz extraña que le habla desde el portal de un negocio donde ha ido a comprar para su señora...no mira. Ella quiere quedarse sola. Pasa un año...y está muy triste. Conoce a una compañera que trabaja en la casa vecina. ¡Soy boliviana, paceña, vivo desde hace varios años y no creo que regrese a mi país! La muchacha es alegre, vivaracha, simpática...por fin conoce una amiga. Sale los sábados y domingos con ella. Así conoce al hermano. Boliviano cien por ciento. ¡Machista, laborioso, callado...! La conversa y se casa con un hombre que apenas conoce.

            Comienza una vida nueva. Tiene, uno tras otro, siete hijos. Cinco machitos, dos hembras... ¡Él trabaja en construcción, ella en casas como doméstica! Le entregan una casita pequeña en un barrio en las afueras. Barrio de bravos y pícaros. Sufren pero van creciendo en ese mundo difícil para los inmigrantes pobres, sin estudios, sin ayuda de sus familias que también tienen muchísimos problemas. Él ya comenzó a beber fuerte. Le grita, le pega..., la Carmen llora cuando él, ebrio la echa con los niños a la calle a empellones y la insulta. Cruz y cruces van juntando esa niña morena. ¿Por qué Señor me ha tocado una vida tan dura?

            Y viene la primer estocada del destino...le matan a un hijo...para robarle una campera, las zapatillas, la quincena. Era el hijo que tenía la posibilidad de jugar en un equipo de primera. ¡Buen jugador...un virtuoso con los botines y el cuero! Llanto que la deja hinchada. El asma la deja casi muerta. La internan y le piden que se cuide. Su corazón hechos trizas, por dolor y por una disritmia que aparece en el electro.

            Se le embaraza la nena, y se va con su preñez y eso le agranda la tristeza. Nace una nieta...y el sol comienza a asomarse en su sonrisa sin dientes. La Carmen tiene apenas cuarenta años. Y cien por los días sufridos.  Él, sigue con la bebida y los maltratos. ¡Ahora le toca al Beto! Balas, patadas y gritos. Casi muerte nuevamente. Se salvó de milagros y perdió la hijita y la compañera que se enamoró de otro. Ella sigue con más fuerza. Luego es el Diego, el que tiene problemas. Las juntas. Y abogados, jueces, policía, asistentes sociales...que vienen en su rescate. Lo rescatan y lo salvan. El Diego es un buen muchacho. De vuelta a la vida buena. Trabajo, respeto, suerte. Pero eso no le dura mucho a la chilenita. Se le escapa la otra nena. Los nietitos ya son siete. Luces de bengala en su cielo sin estrellas. Las cruces de la Carmen se acumulan en su pecho. Trabaja la buena hembra, trata de salvar a los más chicos, los enseña y los protege. Cuidado con los ejemplos del hombre que tienes en tu hogar y a tu cuidado.

            Así le llega una cruz más pesada... El Beto le cae preso. No sabe qué hacer la pobre...llora y se desespera. ¡Carmen!  La Carmen se detiene abrazada a las cruces de su existencia. ¡Esperando que amanezca en la noche de su vida, que una luz de esperanza se le encienda en la mañana... y pueda algún día conocer esa palabra tan esquiva... "felicidad", " alegría", " risas" y una vida tranquila! 

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