Una majestuosa marcha nupcial se expandía por la nave iluminada y floral. La alfombra roja cubierta por un camino de seda blanco, acaparaba pétalos de rosas esparcidos y perfumando ensueños. Un murmullo sofocado en el silencio se hizo cuando se abrieron las pesadas puertas de roble.
Allí, temblorosa tomando al padre el brazo, la joven envuelta en una nube de tul y seda, se destacaba en el templo iluminado.
Yo, me detuve en observar no sólo a la jovencita que ingresaba temblando, sino a la gente que se movía como babosas brillantes entre el aroma de rosas y jazmines. Gente curiosa se mostraba con un pavoneo histérico en algunos casos, intentando el flash de los periodistas de sociales. Estaban dispuestos a que los descubrieran "en" y "junto a", parados codo a codo buscando un ángulo de pertenencia. ¿Aristocrático?
Allí el famoso diputado calvo y grueso con su pareja veinte años más joven; allá el nuevo industrial que ganó la licitación del edificio mayor, mostrando a su mujer "legítima" a pesar del tiempo y de la hipócrita verdad. Más allá, un médico famoso que cada día se lo ve en la televisión, porque le cambió el rostro y el cuerpo a hombres y mujeres del Jet Set. Todos esos esperpentos que invierten fortunas en autos lujosos, relojes de marcas sofisticadas y almanaques a descuento de años.
La muchacha sonríe y tiembla, llega al altar donde un enamorado espera. Casi adolescente, la recibe con un suspiro.
Ajenos del gran sainete que viven tras de sí, los adultos que maquillan en silencio su verdadero Yo. Ven un futuro negocio, un contrato jugoso, o tal vez sacar una tajada a ese encuentro que para ellos es una parodia. ¿Y lo es, claro!
Un soprano de voz maravillosa canta como un ángel el ave María y una anciana solloza. Es la única que ve a su nieta con ojos del amor. Algunas mujeres recuerdan sus antiguas bodas y unas lágrimas indiscretas. Algunos pequeños reptan junto al altar buscando de sus jóvenes padres que sin disimulo miran los escotes profundos de algunas mujeres que están con compañeros más viejos. Todos los hombres con Chaqué o esmoquin, atildados para representar una vieja ceremonia en la cual ya han perdido sus sueños.
La niña acepta glamorosa el anillo nupcial sin saber que el senador de ultra izquierda mira insistente a su contrincante en la cámara. ¿Qué mira en los ojos de su nueva conquista? Es una joven intelectual de la facultad de Ciencias Sociales donde es catedrático. Lejos quedan los ideales de la "revolución". Se ha mimetizado con ese puñado de políticos, descomprometidos con la realidad social, decadente y marginal.
La moda azota las conciencias y las palabras desvalorizadas se pierden en diálogos pomposos que no resuelven nada. Ya no se juega como cuando era joven y creía. ¿Para qué?
Ya el sacerdote bendijo a la pareja que voltea y sale con un hermoso son de "Pompa y Circunstancia" en el órgano a pura sonoridad. Rocío de pétalos de rosas, arroz y risas. La mascarada continúa.
Desde un rincón escondido se oculta un ser anónimo y sensible. Es el amante del novio que espera para darle la estocada final. Cuando se acerca, en un impulso que raya con la locura, le descarga un balazo y el muchacho cae en un charco de sangre. La gente huye. Nadie quiere ser visto ahora en la tragedia. La niña, se abraza sin comprender a ese mozo que acaba de dar un sí, frente al altar donde Dios lo mira con pena.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario