He visto asomada a la orilla del brocal un rostro
tenue y frío. Una mano celeste, inmaculada
dentro de un fanal de seda ámbar
con brillo de telar sin hilos. De sol dormido.
He visto asomada la triste mirada de una estrella.
Un rubor de laguna entre la niebla.
Espigas que se mecen en el pecho lácteo de la brisa.
Una boca sellada con notas de Vivaldi o Haendel.
La sombrilla de mariposas de colores asomada a mi nombre.
Un verano sin piel dorada por los rayos del mar
y frescas olas de sol acariciando mis ojos asombrados.
¿Estás ahí, acaso madre mía? ¿Duermes un sueño inmemorial?
¡Cómo extraño tu crítica lúdica a mi loca poesía!
Te extraño, madre. Hoy te extraño.
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