martes, 17 de octubre de 2023

UNA CONSPIRACIÓN

 

Cada vez que cierra la puerta, encierra sus ansiedades. Quiere beberse el futuro de un trago. Sus 29 años, su figura casi transparente por largas horas de trabajo sin descanso, le dan la imagen exacta que en los magazines de moda muestran como lo “máximo”. Sufre. Se casó creyendo que se había cumplido la promesa de su madre:- Serás una reina, porque eres la más linda” – y no fue así. Se multiplicó el trabajo. La oficina con horarios interminables y la casa. El departamento es pequeño, pero eso no es todo. Está a ropa que hay  que lavar, las compras y cocinar, planchar... no termina nunca con las tres camisas que se cambia a diario su “ amado príncipe azul”; hasta tiene que recordar poner el rollo de papel higiénico en el baño, si no nadie lo hace. Él debe pensar que mágicamente el rollo se acomoda en el pequeño palito del baño. También no debe olvidarse de los cumpleaños de madres, padres, hermanos, cuñadas, etc, etc. Y la tintorería, el seguro del auto, la cuota del cable de T.V., del club, nada es como se lo pintaron de soltera. Está agobiada. El orgullo la fue domesticando frente a la realidad de esta vida. Ahora sí, él, la adora. Pero no comprende, nada es fácil. Reconoce cuán escasa fue la ayuda que le proporcionó a su madre. Ahora entiende cuando se levantaba en la madrugada y encontraba a su mamá planchando o lavando ropa fina, a mano. Encima la retaba. ¡Y su madre nunca se había quejado! Recordó cuántas veces le llamó la atención porque no asistía a la peluquería para arreglarse el cabello y ella, su querida gordita, le contestaba que ya iría cuando tuviera un tiempito. Ella se quejaba cuando no le hacía la dieta. Dieta. Vivía a dieta y la pobre trataba de hacerle la innumerable variedad de platos de verdura que piden las dietas. ¡ Qué trabajo dan las verduras! Pensó llamarla, pero eran las tres de la mañana y estaría durmiendo. Mejor la llamo mañana desde la oficina. La vida es tan difícil, es como subir una escalera interminable, cada escalón es un desafío que deberé enfrentar. Piensa que ya no se maquilla, sólo lo hace un poquito para las reuniones con las “chicas” las esposas de los compañeros de su marido. Ellas están siempre impecables. Con la ropa de moda, calzadas como reinas y el cabello magnífico. ¿Cómo hacen? Yo ya uso ropa de “señora”, parezco de 40 años y apenas tengo 29 y me faltan meses para los 30. ¡ No voy a festejar más mi cumpleaños!, piensa, Pero sabe que vendrán sus amigas de la facultad y del colegio secundario y sus cuñadas y cuanta bruja suelta ande por la ciudad, para ver cuántas arrugas tiene o canas o qué se yo! Él, le regala la vida diciéndole que es su nena, que nadie es tan linda y joven, pero se mira en el espejo y descubre ojeras.

            Llega el verano, cuando se quiere probar los pantalones blancos y la maya, no le quedan. “Son las malditas pastillas”, se dice, pero cómo voy a dejarlas de tomar si no hemos pagado aun el plan para el departamento propio. Mira por el placard y se sorprende revisando el traje de él. En un bolsillo interno, encuentra un teléfono escrito con una letra que no conoce y sin duda es de una mujer.

            Lo lleva hasta el living y marca el número. Atiende una voz aflautada: - “ La doctora Miranda no ha llegado aun, ¿quién le llama?- expresa apurada la jovencita. – Soy una clienta nueva... ¿ me puede decir a qué se dedica la doctora?- le dice inquieta. - Ay, como usted sabe ella es contadora y su título la habilita para hacer todo tipo de contratos comerciales. Ahora está en un congreso en Londres, donde se doctoró en economía en educación- cuenta orgullosa la idiota.

 Un sudor agrio le atraviesa el pecho. ¿Esa bruja será una rival? Su marido para qué quiere tener contacto con una contadora de esa categoría. Él, nada tiene que hacer con la educación. Tal vez lo está educando en amoríos inconfesables. Llora y corta la comunicación sin dar tiempo a la otra mujer a despedirse. Corre al espejo. Se observa y comprende lo frágil que es. Llama a su amiga Katy y le comenta lo sucedido. En veinte minutos, la vieja compañera de facultad, está sentada en la cocina tomando un café y tratando de calmarla. La invita a ir a su estilista. Allí se hace color, mechitas de luz, se hace un corte juvenil y la maquillan. Luego, la lleva a una conocida que trae ropa de la capital y de Miami y le propone probarse todo. Se compra ropa nueva, llamativa y alegre. Salen de allí y al regresar a la casa,  encuentra a Darío con dos hombres jóvenes que ella no conoce. Los observa nerviosa. ¿Quiénes serán esos dos tipos? Tal vez son gay y Darío puede estar tramando dejarla por un hombre. Recuerda una novela que vio en parte en las vacaciones de invierno. Tiembla.

Él la observa y le sonríe, aprovecha cuando va  ala cocina para decirle un piropo. La encuentra irresistible con ese corte y los reflejos. Ni hablar del modelo que usa, Darío siente que ha recuperado a su diosa.

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