domingo, 19 de noviembre de 2017

POESÍA INTERIOR

PERTENECER

Pertenezco a la estirpe de la hermosa palabra

Pertenezco al silencio de la ira y la fobia
Pertenezco al milagro de creer en la vida
Pertenezco a los que pueblan las playas solitarias
Pertenezco a los que sueñan con tibieza de abrazos
Pertenezco al fortuito descubrir la risa sin motivo aparente
Pertenezco a los que esperan los ocasos dorados
Pertenezco a los que arrullan con música de Haydin
Pertenezco a los que beben una copa de vino sin sonrojo
Pertenezco a los que miman a las flores exóticas y simples
Pertenezco a las amantes de colores marinos y calientes
Pertenezco a los amantes que se besan en los rincones
Pertenezco a los que aman sin pudor en el tiempo

Aquellos que sin verse siguen adorando el recuerdo
Aquellos que tiemblan al escuchar su nombre
Aquellos que rememoran las caricias perdidas
Aquellos que se sueñan con canas y arrugas en la frente
Aquellos que cuando duermen besan a los fantasmas
Aquellos que buscan fotos amarillentas para recuperarse
Aquellos que dormitan pensando ser acunados por brazos amorosos
Aquellos que se olvidan de palabras hirientes
Aquellos que repiten el nombre con la pluma en un papel cualquiera
Aquellos que perdonan haberse separado sin motivo
Aquellos que perfuman su cuerpo con jazmines
Aquellos que danzan viejas canciones de otrora

Por eso han pasado en el tiempo mis huellas
Y he dejado un resquicio de amor colgado en la ventana
Sigo esperando el sueño del amor olvidado
Sigo sujetando una carta de antaño que me dice: Te quiero.
Nunca volverá  a ser ese amor tan bonito como cuando era niña
Y los años me acercan a la triste venganza del viaje infinito.
Y lo vi. Y me vio y se acercó tan pronto como el viento de entonces.
Y se fue y me fui. Un adiós y a otro encuentro con la vida.


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