Invítame a
recorrer la senda de la noche
Allí donde
se pierde el sacrificio y el olvido
Donde mengua
el sonido de las hojas del álamo
Y caen las
sempiternas lágrimas desde la piel marchita.
Invítame a
socorrer las aguas del río que se despeña
En la tierra
pedregosa del lecho. Consuela al sol.
Mérito del
atropello de una tarde de viento cálido
Que mengua
con el deshielo la nieve de los riscos.
Un avatar
me intriga por su misterio antiguo,
Y llega mi
pecho en sombra con latido de espuma
Buscando al
demiurgo en el intrincado libro
Con un
idioma de ignota comprensión de vida.
Busco entrar
en la noble presencia de la luz
Quiero estrechar
los lazos de un arcángel ciego
Amamantando
el ave abandonado en el nido
Que grazna
entre los sauces que aguardan la mañana.
¡Cuánto
misterio encuentro en las páginas blancas!
Las letras
bailotean entre mis ojos fríos. Quietos.
Invítame a
escarbar en el mensaje oculto.
Descubrir con
destreza las llagas y heridas escondidas.
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