viernes, 12 de octubre de 2018

PERDIDOS



             Recordó un programa de National Geographic Channel, que había visto hacía un año en televisión. Algo extraordinario ocurrió en aquella época. Llovió. Llovió sobre el desierto, abundante agua, y el Atacama en pocas horas, como un milagro esperado, se cubrió de flores y plantas que emergieron rotundas de la tierra arisca. También habían salido a la superficie sapos, ranas y lagartijas, que rápidamente se aparearon para perpetuar las especies; insectos que llenaron las inusitadas corolas para polemizar los vegetales despiertos por el breve tiempo húmedo. Mucho polen y rocío se esparció por el aire. Toda clase de animalitos se dedicarían a multiplicarse; a transformar, en pocas horas, ese desierto inhóspito en un paisaje inusitado.
            Si cambiara ese paisaje espantoso, el viaje no sería lo que era. Algo penoso.
            Nadie debía sospechar que era el único horizonte de su locura. No podía exponerla y exponerse al oprobio. Muerte social.
Se ubicó en el asiento atento al paisaje. Nada nuevo hubo desde allí en adelante, pero el aguijón de la duda lo espoleó.
 Relató detalles como si fuese el final de un partido de fútbol, sin emoción.
Nadie supo qué fue de ellos. Quedaron perdidos en el desierto.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario