lunes, 31 de mayo de 2021

UN RÍO SANGRIENTO


            Desde las orillas fangosas, se adelantaba un grupo de animales buscando beber agua. Detrás un hombrecillo de enormes manos arrastraba una pequeña barcaza.

Somnolienta, una perra seguía dentro de la crujiente madera al dueño del rebaño. A lo lejos se veía el humo oscuro  y denso de la chimenea del tren que atravesaba ese páramo. Tal vez en ese enorme trozo de hierro estaba impresa la libertad para el pequeño campesino. Había soñado con subir al techo de un vagón y huir a la gran ciudad, pero recordó lo que le pasara a su hermano. Lo habían llevado al ejército en un ferrocarril igual a ese y después vino envuelto en la bandera verde y roja, con una sola guirnalda de flores que olían a podrido.

            Él prefería quedarse, aunque cada vez era más difícil salir con los animales a pastorear. El río, decían las ancianas era el camino más seguro para no morir, pero cuando no llovía estaba muerto.  

            Tenía llagas en los pies, llagas en las manos y llagas en el alma. Su dios, no se acordaba de su gente, estaba muerto o dormido. Un cocodrilo trató de matar uno de los animales que bebía, lo espantó con el viejo rifle de su padre. Recogió al aventurero y lo metió en la barca. Esa noche lo despellejaría y comerían carne fresca, sin tener que matar sus animales.

            Sintió el rugido de la vieja locomotora que venía del sur, un grupo de aves salió escapando con el bufido del hierro herrumbrado del tren. Arrimó la barcaza a la orilla y arrió con  mucho esfuerzo la madera vieja con el perro y el ladrón que había caído bajo el balazo certero del rifle. Silbó. Los pocos vacunos se juntaron y treparon la orilla del cenagoso río y comenzaron a seguirlo.

            De pronto algo llamó la atención del campesino. El río estaba teñido de color bermejo. Se acercó y comprobó que unos cuerpos de hombres y mujeres iban río abajo, hinchados y malolientes, los cocodrilos se arremolinaban y daban dentelladas a cada cual. Teñida de sangre las aguas iban río abajo. A lo lejos sintió el estallido de un metal mortífero. El tren que acababa  de pasar había estallado en mil trozos a lo lejos. Vendrían tiempos difíciles. Había estallado una guerra.

            

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