martes, 10 de agosto de 2021

ARELYS

 

            HOMENAJE A MAIA

 

                               No me acuerdo bien cuando me drogué la primera vez. Le saqué al Tulio, que creía que era mi padre una noche que me llevó a su cama. ¡Oiga doña, no le voy a decir lo que me hizo! Pero me creí que me quería y no a mi mamá. Bueno, ella esa noche estaba pasada. No podía ni hablar. Balbuceaba. Me convida un “faso”, lo necesito. Hace dos días que no me inyecto. Estoy atada en la comisaría como el perro de mi abuela, la “bruja” que nunca me defendió.

                               Yo tendría siete años. Nunca fui a la escuela. Nunca supe lo que era jugar como otros chicos. Vivíamos en la casa del Tulio, hasta que una noche se peleó con mi vieja y nos echó. A la calle, bajo un portal primero, después bajo un puente del tren que está abandonado desde hace mucho.  ¿Mi nombre? Creo que me llamo Arelys. Así me llamaban los “canas o los de la familiar” cuando nos pillaban robando comida en algún lugar. Una semana en “cana” y nos bañaban, despiojaban y vestían con ropa que tenían en cajones. Mi vieja insultaba, pateaba y se cortaba con vidrios. Le faltaba la “merca” y a mi también. ¡Pero yo tenía entre ocho y nueve años! Un señor de traje blanco o celeste venía y nos revisaba. Pero pronto de nuevo estábamos en la calle.

                               Creo que tengo diecisiete años, ahora. No tengo papeles, diga, ¿de dónde voy a sacar documentos, como usted me pide si viví toda mi infancia en la calle? Mi vieja está peor que yo, ya no habla. Se escapó de la casa de su madre, la “bruja” según me contó una vez, porque no quería que viviera en lo del René, un adicto de la cuadra, y después que la embarazó de mí, la echó. Creo que está preso. Pero yo no lo quiero reconocer como padre. ¡Es un hijo de puta! Tenía como cuarenta y mi vieja trece. Nací en la calle. Viví en la calle, pasé frío, hambre, enfermedades y me drogué a los siete u ocho.

                               Tuve un hijo, que me lo quitó la mina que me atendió en la “familiar”, dijo que yo era inepta o algo así. Inadaptada social, eso dijo. Y si me da un poco de merca, le sigo contando. Por ahí me entero que estoy de nuevo embarazada o preñada, como me dice la mina de la “familiar”. Eso me daría pena. Por el pendejo que viene al mundo sin destino como yo.

                               ¡Doctora la necesitan en laboratorio… es urgente! Espera mellizos. Pero mire en la imagen no se les ve el cerebro a los fetos. Está aparentemente de veinte semanas. ¿Qué vamos a hacer?

¿Llamamos a “Familiar” y que nos orienten o el juez debe decidir? Esperemos que se limpie un poco, ya entró en crisis dos veces. Esperemos… esperemos.

                               ¡Arelys N.N. tiene dos años de prisión por poner en riesgo la vida de sus hijos, la propia y por no ser un ejemplo para la sociedad!

                                ¿Y doña, eso qué significa? ¿Voy en cana otra vez? Qué culpa tengo yo que mi vieja no me enseñara y me diera una vida como la suya. Que la “bruja de mi abuela no me educara” y que el Tulio me hiciera su mujer con siete años. ¡Diga, qué culpa tengo que nadie se hiciera cargo de mi vieja adicta con trece años, me prostituyera para tener “merca” y yo ahora en cana!

                               Señorita Arelys N.N. la ley es la ley. Tiene dos años, siete meses y quince días en la prisión de mujeres de la ciudad. Cúmplase la misma con número 28.791 inciso 45 del /56. He dicho.

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