lunes, 4 de diciembre de 2017

MIRAR DESDE DOS ASPECTOS UN ÁRBOL

ARBOL 1

                        El Prunus  Serrulata es un árbol de la familia de los ciruelos, pero no da casi frutos y si los llega a dar, son desagradables al gusto humano. Es un árbol que tiene la característica de tener madera color bordó y sus hojas que según la subespecie (Nigra, Mume, Serasífera, etc.) poseen tonalidades del verde claro hasta llegar al rojo, casi negro, dentro de las gamas rojo bordó y ciruela. Cuando recién está desapareciendo la nieve gracias a los primeros calorcillos de la primavera, su copa se llena de millones de flores que van del rosa pálido al rosa intenso. Y sus pétalos que van cayendo con la brisa, dejan sobre las despojadas zonas de pasterre una suave alfombra de color. Los escasos frutos son ciruelitas pequeñas que sirven de alimento a las aves. Es un árbol codiciado por los jardineros y paisajistas.
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ÁRBOL 2

                        La tarde caía sobre mi extraña soledad. Un rumor de pájaros crecía en el amplio jardín de mi cabaña. El Plata asomaba con su sortilegio entre nubes violetas y rosado intenso y yo me adormecía frente al sueño mágico del paisaje. La nieve se había escurrido como pidiendo disculpa de tanto blanco impiadoso. El pasto escaso de un amarillo verdoso, pedía un respiro para explotar en verdes y fuertes e indecentes lozanías de primavera. En medio del misterio reverdecer de la tierra, un frágil árbol estallando en delicadas gemas de rosado ciclamen y fluidas lágrimas de seda y terciopelo rosa. Ese era el árbol que había plantado cuando partió mi querida amiga..., ella que soñó con magnificencias de vida, con obscenas esperanzas de futuro. Ella no había elegido esa partida y yo indefensa, ante tanta artera injusticia y de las trampas que me prestó la muerte, sólo con altanería había escogido enraizar un árbol. ¡No cualquier árbol! Un Prunus, que llenaba ahora de vida mi jardín y mi desdicha. Mañana con la luz libertina del amanecer un desafío de renuevos floridos, desquiciarían la burlona historia de su partida. Seducir pájaros y mariposas, reclutar abejorros y deidades del matorral inquieto, ese era el presagio de una vida en rosas-carmesíes, rosas- dorados, rosados fuertes y débiles rosados.
                        Comenzó a caer la noche y con el brillo de la luna, mi árbol se preñó de lágrimas de plata y de cristales flamígeros, de diamantes  rituales como lágrimas, ¡ Y tan sólo eran flores!. Pequeñitas, delicadas, perecederas. Me dormí con la frustrante sensación del olvido. ¿Habré soñado acaso con mi amiga o fue su sombra tenue la que vino en mi sueño a visitarme en la noche? ¡ Quién lo puede saber , es todo tan inexplicable como ese suave manto de florcitas rosadas que apareció bajo el follaje bermellón al otro día! .


                                                           

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