LOS CHICOS ACUERDA UNA ESTRATEGIA.
Juntos podemos hacer algo.
Dale Rolo te vamos a ayudar. Mi abuelo dice que los molestes dejando entrar la
luz, o poniendo música fuerte o qué se yo. Todos opinan todos saben que
tiene que existir una forma de ayudarlo. La verdad que piensan que así no se
puede seguir viviendo, ya no tienen ganas de jugar y les falta el mejor defensa de la cancha.
Toman una decisión difícil...ir a la habitación de Rolo.
Al entrar, la pandilla no ve nada diferente...¡claro, con el pulgar el
chico les señala hacia el techo y, ¡oh!, sorpresa, como si fuera una araña
cuelga el cuerpo translúcido del músico que hace malabarismo para que no se le
caiga la mandolina! Señala hacia la cortina que es grande y oscura y medio
escondida se ve una muchacha transparente está acomodando sus cintas y
puntillas para que no se noten...debajo de la cama...una señora gorda parece
una burbuja a punto de explotar...! ya están todos allí. También el soldado.
Leandro comienza a tirar pelotitas de golf hacia el techo...malhumorado
el músico se mueve de una punta a la otra, parece una araña nerviosa. Todos
toman pelotitas y una lluvia al revés lo acorrala y sale como si fuera una
lagartija de la habitación y se pierde por una hendija de la persiana.
Divertidos comienzan a pinchar a “Nicolasa” que estornuda y hace ruidos
extraños que les da mucha risa...la anciana, resopla y hace muecas que no los
asusta. Muestra sus largas uñas descarnadas y trata de rasguñarlos, pero se le
caen, una a una a la alfombra y desaparecen. Salta y enredándose en unos cables
del equipo de música se despedaza. Llorando se va por el ventilete del baño.
Los chicos ya saben qué hacer le ponen la gabardina a Rolo y salen. De
inmediato ingresan a su espalda el soldado y la muchacha. A la mujer, la sacan
con un pinchazo de alfiler, sale aullando y se esconde en el placard. El
soldado sigue firmemente aferrado a la espalda de nuestro amigo. La calle a esa
hora está tranquila. Los vecinos que los ve, no imaginan todo lo que les
sucede. Tiene un secreto de amigos. Eso los une para siempre. En la calle
buscan un bache grande, caminan tres cuadras y lo encuentran. Tiene agua sucia,
podrida y barro, que le servirá para lo que piensan hacer. Se detienen
estratégicamente junto al bache...Rolo se pone a decir: Dios...Jesús y se
sacude fuerte...cae el soldado en el hueco y embarrado, sucio y maloliente,
parece un alma en pena...que lo es en realidad. Llora el pobre fantasma y los
chicos muertos de risa, salen corriendo. Rota la mandolina, con su cuerpo dolorido
y su dignidad de fantasma herida, se
eleva por entre los árboles y se pierde en el jardín de la casa abandonada.
Cuando vuelven encuentran a la muchacha, que llora quejosa diciendo:-¡ No es justo que me hagan ésto! Soy una dama en desgracia, pobre de mí,
pequeña Aldonza, sin un amor, ni siquiera mi músico enamorado...!- llamarse
Aldonza...¡pobre mujer...si le tocaron todas! Nos sentamos rodeándola.
Comenzamos a elevar el sonido del compact disk de rock pesado y apretándose los
huecos de los oídos se fue achicando hasta transformarse en una mosca y voló,
voló hasta desaparecer. Cuando llegó la madre de Rolo estábamos tranquilos
charlando. Nos miró sorprendidas y vio una luz nueva en los ojos del hijo.
Nos fuimos contentos al club y allí el abuelo Ever y Don Celedonio
dijeron :- bueno muchachos...lograron entrarlos a su lugar, los
espantaron..., tendrán una hermosa historia para relatarle a sus nietos...y
ellos descansarán después de esta aventura.-
-Sí, dijo Renzo- hasta que algún chico, medio tonto, vuelva a querer hacer pagar una prenda... “una
noche de tormenta en la casa abandonada de la esquina...”. una sonora
carcajada salió de todas nuestras gargantas.
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