Como hombre
ató las burbujas de nieve
para
amarrarla con lianas de rosas a su amor.
Dijo el
poeta, en la sonata nocturna de aquel tango.
Pero llegó
la noche y los envolvió el ensueño
Dio media
vuelta, él, y las piernas, atraparon la luz
Bailaron la
milonga con trazas de malevos.
Ella apenas
movía sus lujosas caderas
El tocaba
la espalda con magia de poseso.
Los
violines lloraban su sueño de bohemia
El acordeón
gemía su tristeza de piedra.
La soledad
cantaba junto a la mujer morena
Y entre las
manos mustias un cigarrillo murió.
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