lunes, 20 de septiembre de 2021

HISTORIADOR

 

El viejo historiador quiso enjuagar el barro con que habían tratado de ensuciar la epopeya del más grande del héroe. Estaba enardecido. ¡Esos bastardos hablar así del mismísimo libertador de un territorio mítico y desprotegido de los derechos de independencia!

El Decano, lo llamó para que expresara su opinión. A él, que había recorrido el camino destajado por su ansiedad de conocer palmo a palmo los rincones que atravesó, despejando intrusos y enemigos. Tenía que limpiar el nombre y la obra de un gigante.

Los mediocres hablaban insensateces. Inventaban actividades sin sentido hechas a espalda de su gente, esa que lo acompañaba en sus campañas. Que sacrificaban vida, bienes y familia para acompañar al “Jefe”.

Lorenzo, su ayudante, comenzó a perseguir enemigos. Y ahora hablaban de traición, de abandono, negligencia, de ambiciones inexplicables.

¡Es increíble el trabajo de investigación realizado por el anciano maestro, cuyas investigaciones llenaban anaqueles de la gran biblioteca del Centro de Historia Universal y Nacional de la capital y de facultad. ¡Al fin limpió el barro de un héroe que no tenía pie de barro, sino estatura de un Gigante. Héroe y hombre.     

        

                                

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