De repente
cuando iba a buscar las clemátides y los rosales trepadores, sintió una discusión.
Rodeó la terraza y se encontró con Abril, la joven hija de los dueños de casa.
Estaba arrasando con el trabajo realizado. Por egoísmo o franqueza no les iba a
permitir ese mamarracho.
- Yo soy una artista. No
soporto este jardín convencional. Quiero algo creativo...
.- ¡Usted, oiga, se nota que es una vieja
histérica...¿de dónde sacó el mal gusto?
- En primer lugar...”niñita”
sepa decir buenos días. Yo no acostumbro hablar con gente mal educada. Respete
el trabajo de los demás.
- Mal educada es usted. Vieja
estúpida. Mis padres no le pagan para que haga idioteces y cursilerías. La muchacha aplastaba los macizos con los pies descalzos.
Juan y Carlos, - que
era un chico especial-, callados, trataban de salvar algo de la furiosa
muchacha.
- Realmente, señorita Abril,
perdone - dijo el viejo jardinero,- Su mamá ya le indicó a
- Vos callate. Yo quiero que
hagan un jardín que vimos con mamá en una película ayer.
- ¿Y cómo puedo saber qué te
gusta?- Preguntó Victoria con buen humor, a pesar de sentirse... maltratada por
una niña insoportable y soberbia. Se la malcriada dio media vuelta y se fue
dejando a todos atónitos.
La llamada en
el celular despertó un gran disgusto. Victoria tenía que levantarse temprano a pesar
del resfrío que le había atrapado su buen humor. Se vistió rápido, Montó en la
bicicleta y salió hacia la gran casa. A mitad de camino pasó por el vivero y
dejó la nota para que llevaran una
camioneta con plantas. Especificó qué quería y luego de hacer uno de sus “graffiti”
humorísticos partió. Por la ruta se cruzó con algunos conocidos que la
saludaron. Cuando llegó al portón pensó que gente de influencia vivía como en
torreones o prisiones. Ella amaba la libertad. Abrió el chofer con un aparato
electrónico. Ingresó apurada. Comenzó a despegar con los dos ayudantes, las
enredaderas avejentadas del frente de la casa. Arrancaron “plantines” marchitos,
macizos helados, rosales secos. Don Juan y Carlitos, ya tenían una porción de
la tierra saturada con abono natural. Llegó la gente con las plantas elegidas en
el vivero. Con las nuevas plantas. Victoria dispuso poner la estatua que había
permanecido semioculta junto a la escalera de mármol. La rodeó de violas azules
y naranjas. La miosotis y las caléndulas formaron un bello cuadro morisco. El
jardín quedó como un paraíso.
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