¿Qué preguntas viciosas
atormentarán tu fantasma?
¿Qué lamento entrañable
llegó a tu despedida?
Un millar de rosas
amarillas inspirarán tus silencios
no será una apuesta
perdida, ni un fracaso de otoño.
Ni en la casa de al
lado espiarán tu vuelo sin arrojar
al descuido una oreja
del hombre del café,
que llegará a las doce,
con tu fantasma a cuestas,
en el límite del patio
donde florece el nogal y la tristeza.
Volaste como la sábana
que se alejó con la dama impuntual
al rito taciturno del
funeral con cofre de cerezo en la vivienda,
donde no había nada de
metal reluciente. Como tu campana costeña
estremeciendo al mundo
de los Buendía, guerreros de otros
tiempos.
Te alejas hacia túnel
donde se esconde Aureliano y Soledad
armando las hamacas en
el lugar más fresco de tu frente.
Vi payasos por doquier
en tus funerales vestidos de levita.
Mariposas de viento
aleteaban sobre tu pequeña memoria
Una lágrima suelta
sobre el rostro sombrío de tu Amada
tus hijos apretando los
labios para no repetirte los cuentos
de la pianola, único
instrumento que tocan los fantasmas;
esperando el silencio
para escuchar un ballenato en ese laberinto.
No te fuiste, has
quedado entre las calles de barro, en Bogotá y
Barranquilla, en
Cartagena de Indias, en los ranchos, la selva.
México te llora junto a
todo el Universo de palabras, tus libros.
Poeta de poetas,
maestro de insipientes poetas que lloramos tu partida
¿Estarás esperándonos
en algún suburbio provincial latinoamericano?
En este enredo trágico
de tu viaje sin pitanza de almejas,
emborrachando el
corazón con sonajas de hiedra y café;
me estremezco como
quien va a una fiesta en la plaza Mayor de Medellín.
Tal vez es el final de
una historia en Aracataca y empieza otra en…
los brazos de un puñado
de ángeles del Dios de los Pobres.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario