viernes, 18 de agosto de 2023

EL PESCADOR DEL GUAYQUIRARÓ

  

El agua subía distrayendo la costa para derrumbar camalotes isleños. El Charú, continuó empujando la jangada hacia la orilla de Caá Curá. La ranchada se adormecía en la superficie de las aguas que aleteaban como pájaros alertas. De vez en cuando se oía el grito agudo de un macaco aullador. Las mojadas cachas, que apiladas dormían en la mitad del madero parecían el cadáver de un chancho de la selva.

El chajá voló en silencio. Se asentó en el esqueleto de un timbó. Rápido, se pobló de aves blancas y negras. Parecía un árbol florecido a destiempo.

El Chorú se recordó del árbol del playón del almacén del “Gringo” en el poblado de Rodeo, era por las navidades y una “doñita” se porfiaba en adornar con chucherías de colores que brillaban con la luz.

Pasó cerca una lancha de prefectura y se elevó el agua en una lluvia fría que humedeció su miedo.

No hay que confiar en esos tipos, ellos te sacan los cueros de carpincho y encima tenés que aceptar un rebencazo en las costillas.

Un odio antiguo le afloró a los ojos y saltó de su alma de pescador pobre. Pensó en la Lena, China fuerte que le había dado siete hijos.  La trajo de Paisandú. A tiempo la mandó río abajo a los Rosales con los críos y algunas cachas. Él, tosía mucho y el Cotito, tenía fiebre antes de que se fueran. Ella también. En los Rosales había una “dotora” hábil con los yuyos y los ungüentos, seguro le sacaría el mal de ojos y cualquier maldad del cuerpo. La Virgen de Iratí, san “La Muerte” y el “Gauchito Gil” le sacaría los demonios.

¡Cuando niño necesitó a la “médica” de Caá Guazú! Le dio algunos yuyos y le curó la gusanera de las tripas. Le enseñó a Mama Vieja a cocer todo lo que les llenaba el buche, asar bien las carnes y el agua tenía que cocinarla siempre por un rato. ¡Eso es lo que te enferma a los críos, dijo” Si comen chancho del monte o carpincho… bien cocido, mucho fuego!

El sol ya había desaparecido y un manto azuloso dejaba los árboles de los montes como los esqueletos de gigantes muertos. Las ranas y sapos rompían el tibio ronroneo del agua con sus llamados de amor.

El Chorú se quedó dormido. La jangada siguió río abajo y encalló en un arenal tan lejos, que al despertar, no supo donde estaba. Se tiró al agua y nadó a la orilla, buscó algún humano y solo, se sentó a llorar bajó un árbol que no conocía. La soledad le trajo un dolor agudo al pecho, el Chorú, quedó allí, hasta que un paisano lo encontró medio muerto. Lo llevó al poblado y la policía lo llevó hasta los Rosales.

¡Nunca se podrá olvidar ese tiempo!

 Vocabulario:

Guaiquiraró; río de Argentina en la mesopotamia.

Jangada: especie de barca que se construye con troncos atados con cuerdas.

Cachas: bulto con ropa y utensilios del hogar.

Chajá: ave tíca de la zona.

Paisand{u: ciudad de la Mesopotamia.

Dotora o médica: se le dice a mujeres indígenas que tienen conocimientos ansestrales de curación con hierbas.

San la Muerte y Gauchito Gil: personajes que detectan ciertos cultos populares en regiones del país. No son aceptados por la religión cristiana.

Carpincho: capibara o chancho del monte.

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