Mi ciudad que se puebla con rostros asombrados.
Una esquina quejumbrosa y sola añorando el poniente
Un farol apenas sonrojado y ellos bajo la luz bailando un dos por cuatro
parecen refugiados del mundo del después.
La piel se desfigura entre los brazos robustos y el pie,
apenas se adormece en la cintura de piedra de la calle escondida.
Arrabal que desploma su sombra de infortunio y
un balcón de granito mendiga la caricia de un ángel de cartón.
La “piba” es un fantasma con canción de organito
El guapo es un fantoche de papel y arpillera jugando
en la vereda de la ciudad dormida. Silba un canillita un tango de Gardel.
Se escucha entre las piedras los versos de Carriego.
La sudestada llega y el patio se despuebla de nuevos inmigrantes
con nombres al revés. Ya no son los tanitos ni gallegos los nuevos
son hombres de madera y brazos con señuelos del laburo burgués.
Sigue y sigue bailando “guapo” de chocolate
la jarana te espera con serias carcajadas
en la noche triste de un muerto carnaval
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