Le gustan los músicos
ruidosos. Es coqueta y cambiante. Tiene ideas de ser la más inteligente y
sincera de las chicas de su edad. Siempre en grupo, nunca sola. Pero a veces se
escuda en el silencio y nadie penetra en su mundo interior. Es la realidad que la atropella cada vez que
mira la cuna.
Conoció a Jonathan en
un partido de hockey del colegio. Él era simpático, entrador y gracioso. Las
chicas lo amaban, deliraban pensando tener “algo” con él, pero se acercó a
ella. Vino con un helado y se sentó en la grada junto a su espalda y comenzó a
decirle cosas. Algunas bonitas, otras ingeniosas y otras odiosas. Uma, se
sintió muy atraída por las palabras y ruidos raros que hacia el muchacho. Él,
de un salto estuvo a su lado. Le compartió el helado que era de sabor a chocolate. Se lo arrebató y terminó
comiendo sola. Se reía, se reía y le preguntó:¿ Querés ser mi novia? Uma lo
miró muerta de risa. ¿Tengo trece años, creés que puedo ser novia a esta edad?
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