Tú, entrenando
el silencio para encontrar al niño adormecido,
acostumbrado a
los pájaros que roban las ciruelas maduras,
al zorro
escondido entre los arbustos de espinos.
Queremos robar
el sueño evitando el castigo de ser acorralados.
Caza mayor o
menor, tal vez nos anime a perseguir con pie desnudos
el poder sobre
ellos. Somos insensibles al temor
que
apesadumbrado nos ataja en el miedo de no ser.
El tiempo, nos
está alcanzando y pisa mis talones.
La urgencia
castiga con fatiga, los huesos y los ojos asombrados.
Quisiera
aparentar que soy aquella, esa que corría por el césped descalza.
Sorprendida con
el rubor del beso robado en los rincones.
Pero soy esta,
avejentada, con penas en estandartes al viento,
enarbolando
tristezas en banderola de lágrimas.
He perdido
amores y recuerdos. Me pierdo en la memoria.
Se desplaza una
lágrima dorada en mi pecho,
un añejo
resplandor de lluvia que se empeña en perderse
como si el
tiempo fuera arena movediza. Se escurre.
He comenzado el
camino.
Si me acompañas
seguiré caminando descalza hasta el final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario