lunes, 29 de enero de 2018

DE "CLOTA" CUENTOS INFANTILES DIARIO LOS ANDES

LA SEGUNDA AVENTURA DE CLOTA EN IGUAZÚ.

         Cuando despertaron al día siguiente, ya las esperaba Amaranto Malvón con su jeep para llevarlas a las maravillosas Cataratas del Río Iguazú. Desde luego, cada una llevaba su canasta con alfajores, empanadas, jugos de frutas y muchas golosinas, por si encontraban chicos con quien compartir su merienda. Clota se puso una falda de color anaranjado con flores violeta y sus sin iguales calzones largos con puntillas, que se morían de risa de las piruetas que hacían los monitos entre las palmeras y árboles; Tirifila Afila, usó un jardinero color amarillo con lunares rojos. Lili Moreno, se puso la más linda capelina de tornasol celeste y rosado con amapolas multicolores. La tía Nené se enfundó una túnica de muselina blanca que ondulaba con la suave brisa del río y se estrenó una coronita de jazmines sobre su larga cabellera rubia. Así partieron y así llegaron. El buen Amaranto las acompañó por algunos senderos y las cascadas. De pronto las animó con una invitación: -¿No les gustaría entrar al fondo de las Cataratas, donde vive don Pombero?- dijo haciendo una breve guiñada porque conocía la respuesta -¡Sí expresaron a coro!- restregándose las manos ilusionadas.
         ¡Fue un poco difícil convencer al Guarda Parque, que cuida tanto su terruño! Pero cuando vio que eran tan ecologistas como él, aceptó. Allí comenzó lo mejor de esta historia y del viaje.
         Penetraron por un risco donde un sendero escondido y secreto les permitía ingresar por detrás de las enormes cortinas de agua de las cascadas. Entre inmensos helechos y plantas húmedas, atravesaron por un camino tapizado de una alfombra aterciopelada de musgo, donde debían sostenerse entre cordones de lianas verdes y jugosas para no caer. Así llegaron a un espacio abierto lleno de luciérnagas que brillaban para iluminar el socavón y ¡oh! maravilla tras una roca con forma de hongo se pudo entrever el gran sombrero de don Pombero. Ellas estaban extasiadas. Contenían la respiración con temor de que el Viejo Enano se enojara y no las quisiera ver ni les hablara. Cuando se dieron vuelta para interrogar a su guía: ¡Le podemos hablar?, éste había desaparecido. No tuvieron miedo y así comenzó a decir tía Nené:- Yo deseo conocer el secreto del "ñandutí" querido Pombero y tú eres el único que me lo puede enseñar- y así le habló Clota - Yo traigo de mi montaña el rumor del agua de las acequias que baja de la gran cordillera de Los Andes, y el sabor de las vides y de las frutas maduras. - pero cuando Lili quiso expresarse, un suave aleteo de mariposas las envolvió y con sus frágiles alas, comenzó a transportarlas por un maravilloso paisaje. Brillaba todo allí, como si miles de resplandecientes estrellas titilaran al unísono. Así, arribaron a una sala, donde en un enorme sillón de roca de cuarzo y plata, estaba sentado "El Gran Maestre de la Fantasía Misionera", el Pombero, que sonriendo las saludó: - ¡Adelante hermosas muchachas que vienen desde tan lejos, las estaba esperando, acérquense rápido que no tengo tanto tiempo! ¿Tú, mi estimada Lili, que me traes de regalo? Ya sé lo que trae Tirifila, un paquete de poesías, para que reciten los niños guaraníes; ¡Ah, ya veo que tú Lili, me quieres dar esa hermosa capelina que traes puesta, y que yo cambio por mi viejo y gastado sombrero de junco! Fue una fiesta el entregarse tantos regalos y un lujo comer con el nuevo amigo. Luego de cantar tonadas y recitar cogollos, luego de bailar en rondas y guaranias, que un grupo de libélulas tocaban en unas arpas de cristal, se cansó el Pombero y les señaló la salida. Algunos duendecillos del paraje encantado se entretuvieron haciendo guirnaldas de orquídeas y mburucuyá y se las regalaron a las visitas. Llegó el momento de regresar, y volvieron sobre sus pasos.
         Antes de marcharse El Pombero sentenció: ¡Nunca cuenten que me vieron, ni que me hicieron regalos, ni que jugamos acá porque yo haré que les crezca un enorme grano en la punta de la nariz y la gente no les creerá porque al fin y al cabo soy una leyenda! - dio media vuelta y salió volando entre las garzas de color rosado en el río Iguazú.
          Las cuatro amigas volvieron muy contentas y cerca de la Garganta del Diablo, estaba Amaranto Malvón esperándolas muy sonriente porque sabía lo que había pasado. Las dejó en el hotel y diciendo bellas palabras se despidió para siempre. Al día siguiente regresaron a "Salí, si te dejan" con un montón de frutas y flores y ni hablar de los recuerdos.

         Tolón-tolón, tilín-tilín, este cuento no llega a su fin. Continuará.


                                      

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